¿Por qué se hace difícil gobernar?
Lo puedes ver en España, Israel, el Reino Unido y en Estados Unidos. Alrededor del mundo gobernar se está haciendo muy difícil. Las elecciones ya no le dan un mandato suficientemente claro y poderoso. Quienes las ganan siempre son gobiernos divididos, las elecciones confirman que la sociedad está dividida, partida en dos o más pedazos y no hay ninguno que logre imponer su punto de vista, todos tienen suficiente poder para bloquear a los demás, pero ninguno el suficiente para imponer su punto de vista, y entonces se cae al juego político y se traba el juego de gobernar que siempre necesita una fuerza política dominante o una coalición.
Las razones para esto son muchas, la gente normalmente habla de las redes sociales y el internet, y por supuesto que son un factor muy importante, pero ciertamente no es el único, también tenemos un mundo que se está transformando económicamente, hay muchos que se sienten marginados por la globalización, un mundo donde ha entrado China a transformar la economía mundial, la tecnología está también cambiando patrones históricos de organización social, económica y política, en fin, hay una convergencia de factores que llevan a esa fragmentación crónica, esa polarización permanente de las sociedades que hacen difícil gobernar.
¿Esto obliga a que se reevalúen los modelos políticos para que la confrontación sea menos o a unir criterios?
Yo lo que creo es que no hay que ser ciego a que esto es una lucha de poder, está enfrentada no porque tengan diferente punto de vista, sino porque es una lucha de poder, y el poder, en ese sentido, es el factor que determina dicha dinámica. Unos que lo quieren, otros que lo tienen y no lo quieren perder, otros que lo tienen y no lo pueden utilizar. Para entender lo que está sucediendo hay que focalizarnos en el poder.
En Guatemala, a partir del 2015 se evidencia un conflicto ideológico que polarizó a la sociedad y en muchas ocasiones, incluso, se advierte que vamos rumbo a convertirnos en una Venezuela ¿existe una amenaza ideológica real o es una polarización que forma parte de esa lucha de poder?
Una de las buenas sorpresas que nos ha dado Guatemala es que, en muchos países estos conflictos se resuelven por la fuerza y en Guatemala se manejaron de una manera muy institucional y pacífica. También llama la atención que en el caso de Guatemala los principales protagonistas no fueron ni las fuerzas armadas, como lo era en el pasado en toda América Latina, ni fueron tampoco los partidos políticos tradicionales. Fue una combinación de sociedad civil y gente en la calle y eso llama la atención y —hay que— celebrarlo como un logro de estos cambios tan difíciles que en el pasado costaban muchas vidas.
Lo mismo se puede decir de otros países, como Brasil, por ejemplo, el presidente Lula en la cárcel, en Perú donde hay cinco presidentes en la cárcel, etcétera. Son cambios políticos que antes fueron muy dramáticos y son de alguna manera más pacífica a través de canales nuevos y todavía no muy bien comprendidos.
Respecto a la ideología, hay un tema clave, donde la ideología está jugando un rol y, de nuevo, la ideología en este caso quien la utiliza lo hace para lograr el poder, para persuadir y conseguir el apoyo de la gente. Hemos visto que las ideologías, en este caso son muy elásticas. En toda América Latina hemos visto que la gente promete una cosa en las campañas electorales y hace otra cuando llega al gobierno.
¿Es parte de ese juego político para alcanzar el poder confundir con un tinte ideológico algo que no lo es?
Es correcto, hemos visto en América Latina y en Centroamérica, como narcotraficantes se disfrazan de políticos pro pobres. Hemos visto como grandes corruptos se han enriquecido y son gente millonaria debido a que robaron dinero público y se convierten en paladines del socialismo, en fin, hay todo un periodo de alta confusión y de muchos líderes autocráticos disfrazados de demócratas, líderes que son oligarcas y plutócratas disfrazados de lideres progresistas a favor de los pobres, en fin, hay mucha desinformación y mucho truco.
En países como Guatemala ¿estos líderes podrían llevarnos a un gobierno como el de Venezuela?
Espero que no, porque el caso de Venezuela es muy particular, en el caso de Venezuela hubo una presencia combinada de Cuba; es decir, Hugo Chávez trajo a los cubanos y les entregó el estado y los cubanos y agencias de seguridad e inteligencia de ese país empezaron a controlar aspectos muy importantes del funcionamiento de Venezuela. Venezuela es un país ocupado por una potencia extranjera: Cuba. Pocas decisiones importantes se toman en Venezuela que no sean aprobadas o consultadas con La Habana. Ese nivel de invasión que ha tenido Venezuela no sé si se puede replicar, entre otras cosas porque el incentivo que tenían los cubanos era el petróleo venezolano, en otros países pues no hay ese gran botín que los cubanos han venido saqueando a Venezuela.
¿El caso de Venezuela, es decir, no fue ideológico?
Fue presentado como un proyecto ideológico. Hugo Chávez lo presentó como el socialismo del siglo 21 y lo vendió como un proyecto de nacionalismo, de reivindicación, pero mientras estaba haciendo todo eso se estaban creando las fortunas robadas más grandes del planeta. En este momento, funcionarios, familiares del gobierno de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, ya tenían fortunas en los niveles más altos del mundo. Entonces es esto, el truco del mago, que por un lado te obliga a ver qué está haciendo, con una mano, pero realmente donde está haciendo la trampa es con la que tiene por detrás.
¿Qué tan necesario es que movimientos políticos basados en activismo social tengan un líder?
Absolutamente, las democracias necesitan de partidos políticos, no hay una democracia que solo funcione con movimientos, con oenegés, con organizaciones poco estructuradas; los partidos políticos que existen hoy en día en Guatemala y en otras partes no dan la talla, necesitan modernizarse, ser atractivos para los jóvenes, para los nuevos profesionales, la nueva clase media.
En todas partes del mundo los partidos políticos de siempre hoy en día son despreciados, desdeñados, ignorados por quienes quieren mejorar su país. Entonces es una tarea indispensable de los partidos políticos renovarse, expulsar a los corruptos y transformarse en polos magnéticos para los nuevos liderazgos decentes y modernos.
En un Estado ¿Cómo se debería aprovechar a los talentos jóvenes y encauzarlos en un activismo político sostenible que lleve a cambios políticos, sociales y económicos?
Esa no es una tarea del Estado, es una tarea de los partidos políticos. El Estado no debe de ponerse a organizar movimientos políticos. Lo que sí es cierto es que la sociedad civil organizada, oenegés, los gremios, sindicatos, medios de comunicación, las fuerzas armadas, todos, debemos participar en la generación de un Estado que sea capaz de atraer al mejor talento y fortalecer el funcionamiento y capacidad del Estado para tener resultados.
¿Ver reformas a las leyes podría ser uno de los primeros pasos para cambiar ese sistema?
Absolutamente sí, pero es muy importante no confundir la reforma tecnocrática con la reforma política. Si no hay una reforma política, es muy fácil que las reformas tecnocráticas —como— cambio de leyes, cambios de estructuras organizacionales puedan terminar siendo poco útiles si el juego político sigue atrancado con medias verdades y líderes que son charlatanes.
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