Ramón Parellada, columnista de Prensa Libre, publicó recientemente un análisis sobre cómo percibía la elección de diputados en el presente ejercicio electoral y comentó que lo más difícil de decidir era precisamente los listados a diputados del organismo regional.
En su columna titulada ¿Escoger un combo de diputados? refirió que en el caso de los candidatos al Parlamento Centroamericano (Parlacén) ya estaba claro para la población, porque rechazan esa institución y se evidencia una fuerte tendencia a votar nulo.
Durante el ejercicio electoral de este domingo el mensaje fue claro para varios ciudadanos que no dudaron en manifestar su rechazo y aprovecharon el momento para poder expresar en esa boleta amarilla sus inconformidades.
Historia de rechazos
Según las Memorias Electorales del Tribunal Supremo Electoral (TSE), en el 2015 el voto nulo fue de 7.6 por ciento y el “en blanco” fue de 8.3 por ciento, de cinco millones, 237 mil, 633 emitidos; mientras que en el 2011 fue de 9.31 por ciento y 7.5 por ciento de cinco millones, 50 mil, 909 emitidos, respectivamente.
Gabriela Ayerdi, coordinadora de proyectos de Acción Ciudadana, explicó a Prensa Libre en marzo del 2019 que el objetivo de la creación del Parlacén era buscar la integración de los países centroamericanos en temas económicos, sociales y migratorios, entre otros, pero que “debido a sus pobres resultados se debería analizar si es viable su existencia”.
José Carlos Sanabria, analista político de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), indicó en esa misma ocasión que, “lamentablemente, este organismo no ha cumplido con la función para la que fue creado y se convirtió en un espacio para el compadrazgo, el clientelismo y el favoritismo de los partidos políticos, lo cual se manifiesta cuando se designan las planillas de sus candidatos”.
Sanabria añadió que la población tiene la percepción de que este organismo es un espacio en donde “muchos políticos buscan refugio para aprovechar que su actividad se mantiene bastante alejada de la dinámica nacional. Los actores que generan opinión no le dan seguimiento al trabajo que efectúan, situación que es aprovechada para premiar a algunas figuras políticas”.
Para su funcionamiento, el Congreso de la República aprobó en noviembre del 2018 US$1.7 millones (unos Q13 millones, al tipo de cambio del 1 de marzo), cifra que también deben aportar anualmente cada uno de los estados miembros como lo son: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá y Puerto Rico, lo que genera un presupuesto global de US$10.2 millones (Q76.5 millones).
Además, fuentes de la vicepresidencia de la República indicaron que por concepto de alquiler el Estado guatemalteco paga Q48 mil mensuales.
Voto nulo
Las boletas a las que escribieron mensajes corresponden a un “voto nulo” porque se considera así cuando no está marcada claramente con una X, un círculo u otro signo adecuado, cuando el signo abarque más de una planilla, a menos que esté clara la intención de voto, o cuando la papeleta contenga modificaciones, expresiones, signos o figuras ajenas al proceso.
El voto nulo tiene validez jurídica a efecto de determinar la repetición de la elección.
Los resultados de la Encuesta Libre que ProDatos evidenció que la mayoría de ciudadanos no tenía claridad del papel que el voto nulo podría tener en las elecciones.
Las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (Lepp) del 2016 contemplan que, si el porcentaje de votos nulos supera el 50 por ciento, deben repetirse los comicios un domingo de octubre, para elegir nuevamente presidente de la República, corporaciones municipales, diputados distritales, por listado nacional y al Parlamento Centroamericano (Parlacén).
Otro indicador que muestra el desconocimiento por el papel que jugará el voto nulo, es la confusión existente entre este y el voto en blanco. El 81% considera que ambas figuras significan lo mismo, lo cual no es correcto, aunque el 87% afirma que tachar o marcar la boleta en varios espacios también es anular el voto.
Estos porcentajes se mantienen similares en las tres áreas evaluadas: metropolitana, interior urbano y rural, lo cual comprueba que el desconocimiento es generalizado.
En cuanto a la respuesta por grupos demográficos a la pregunta de si el voto en blanco es lo mismo que el voto nulo, el porcentaje es similar entre hombres y mujeres, así como en los tres grupos etarios encuestados: de 18 a 24 años, de 25 a 34 y de 35 o más, en donde el número fluctúa entre el 79% y 82%.
Al evaluar con la misma pregunta a los sectores socioeconómicos sí se marca una notable diferencia, aunque el desconocimiento del voto nulo continúa alto.
Las personas incluidas dentro del segmento D (bajo) son quienes más confunden el voto nulo y el voto en blanco, el 84%; mientras que el porcentaje baja al 68% al evaluar al segmento C2/C3 (medio). El nivel alto (BC1) es el que muestra más conocimiento en ese tema ya que seis de cada 10 sabe que ambos votos no son lo mismo.
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