Hay que hablar con la justa dimensión del problema, dice. Cada país tendrá cifras distintas, casos diferentes y números pico distintos al del vecino, pero cada mandatario tiene que hablar con certeza.
¿Cuál es su análisis de la situación de América Latina durante esta pandemia?
Es una crisis sanitaria que pegó en lo político. Sin embargo, veo que en Centroamérica y la mayoría de los países de Latinoamérica están tomando las medidas que debió haber tomado Europa desde hace un par de meses, pero no lo hicieron. Yo soy un fiel creyente de que en América Latina se han tomado con antelación, y eso puede ayudar a que el nivel de contagio no sea tan alto como en los países europeos.
En lo económico, va a haber una recesión que va a golpear a las empresas. De hecho, ya se está sintiendo, pues las políticas de los gobiernos están siendo destinadas a la prevención social debido a que puede hacer un gobierno en estos casos. La inamovilidad laboral, junto a otra serie de medidas, quizás económicamente no son las correctas, pero socialmente son las adecuadas para el problema que estamos viviendo.
¿Cuál será el impacto económico de la pandemia en nuestro continente?
El impacto económico se va a dar en América Latina, pero como repito no va a pegar tan fuerte como en Europa, porque han tomado medidas con suficiente antelación que no se dieron aquí hace dos meses, cuando los niveles de contagio comenzaron a sobrepasar y llenar los centros de salud y comenzaron a hacer un llamado a la gente con el famoso quédate en casa.
¿Significa que los gobiernos de este continente han actuado correctamente?
Han tomado las medidas que tiene que tomar, quizás por el temor de que sus sistemas de sanidad son mucho más frágiles que los de Europa, lo cual para nadie es un secreto. Entonces, al verse inmersos en esa situación, están tomando estas decisiones porque el problema con este virus es que no hay cura, y si no lo tiene, lo único que queda son medidas preventivas para evitar la multiplicación del virus.
Entonces, la única recomendación que hay es evitar concentraciones masivas que no tienen sentido en estos momentos y quedarse en la casa y para que las personas se queden en su hogar el gobierno tiene que tomar algunas medidas económicas que no son las adecuadas en lo económico, pero sí en lo social, lo cual hay que poner en la balanza ¿qué prefiero, lo social o lo económico? Y creo que debe ser lo primero.
¿Cuál es su interpretación de la guerra de acusaciones que existen entre Estados Unidos y China en cuanto a la situación actual?
Indudablemente son dos potencias que tienen roces. Estados Unidos dice que China debió haber sido más transparente con el número de contagiados desde el comienzo, lo cual hubiese permitido a los gobiernos tomar las medidas adecuadas, mientras que China insinuó que tropas del ejército estadounidense fueron allá y dejaron el coronavirus, pero esos roces se van a ir limando a medida que esto se vaya solucionado o hasta que haya una vacuna o medicamento.
¿Qué opina en cuanto la actitud de Donald Trump de no tomar medidas sanitarias para evitar la propagación del virus?
El problema que ahora enfrenta Estados Unidos es que tampoco tomó las medidas en el momento que se tenían que tomar, el caso de Europa, y le dieron prevalencia a la economía y lo social quedó en segundo plano, pues lo económico se puede resolver después, pero lo social no.
¿Cómo ve la actitud de Trump frente al mundo en esta crisis?
Se debe tomar en cuenta que Trump está en un proceso de reelección. Yo no creo que su equipo asesor le esté aconsejando que diga disparates, por lo que no va a decir cosas que no sepa, porque sabe que se puede caer la economía de su país y si cae también sucede con la mundial, por eso tiene un problema muy grande.
Creo que está diciendo lo que los datos que tiene en la mano le están revelando, porque tiene un país que no puede permanecer cerrado al mundo.
¿Qué es lo más prudente en estos momentos en relación con los gobernantes?
Los políticos, y sobre todo los que tienen el poder, tienen que decir la verdad, hablar con mucha credibilidad, porque esto genera confianza entre los ciudadanos, que es lo que más necesita la ciudadanía en estos momentos para evitar la histeria colectiva.
Hay que hablar con la justa dimensión del problema.
Cada país tendrá cifras distintas, casos diferentes y números pico distintos al del vecino, pero cada mandatario tiene que hablar con la verdad y la certeza.