Primero vino la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, a pocos meses de haber tomado posesión. Después estuvo la nueva jefa de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID por sus siglas en inglés), Samantha Power. Esta semana vino el Secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas y una delegación de senadores bipartidistas que acompañaron la donación de 1.5 millones de vacunas contra el covid-19.
Estas visitas han puesto en el foco de interés a Guatemala frente a los países de la región y para la profesora de Ciencias Políticos en el Haverford Collage en Pensilvania, Estados Unidos, Anita Isaacs, quien ha estudiado las transiciones democráticas en Ecuador y Guatemala, cree que esta es una atención “desproporcionada” que responde a las pocas condiciones que Estados Unidos encuentra a su favor en El Salvador y Honduras.
—¿Qué tanto ha cambiado la visión de Estados Unidos hacia Guatemala con el gobierno de Joe Biden?
—No creo que la visión de EE.UU. hacia Centroamérica haya cambiado con este nuevo gobierno porque el enfoque sigue siendo frenar la migración irregular. Lo que pasa es que el gobierno de EE.UU. presta atención solamente a América Latina y a Centroamérica cuando perciben que hay una crisis.
Creo que de cierto modo no lo hemos denominado una guerra, pero la administración de Trump lo percibió en estos términos, la necesidad de frenar la migración era percibido como una invasión desde Centroamérica, desde esta forma se formó una percepción bélica.
El gobierno de Obama en ciertas formas y ahora la administración de Biden está tratando de actuar de una forma un poco distinta pero dentro de los mismos parámetros y con los mismos objetivos. Lo que pasó es que la administración de Biden ha acumulado lecciones y está tratando de ajustar la política migratoria de Trump para ser menos represivo, menos enfocado en construir muros y más en tratar de construir alianzas y buscar socios en vez de formar enemigos, eso es lo que para mí es distinto en esta nueva administración.
—Con las visitas de los funcionarios de alto nivel estadounidenses a Guatemala sí se ve un interés especial en el país, frente a los demás países de la región
—Sí. Creo que Guatemala sigue siendo el país del Triángulo Norte que atrae más atención para la administración de Biden. Primero porque tiene una perspectiva más desarrollada en cuanto los desafíos económicos y sociales en contraste con los otros países porque lo ha visitado y estudiado desde antes. También creo que ven a Guatemala como el país donde pueden tener más éxito en frenar la migración irregular y por eso es que hay un énfasis desproporcionado en contraste con Honduras y El Salvador.
Estados Unidos cree que tiene un mejor socio en el gobierno guatemalteco que en los demás países. Con Honduras ven un país demasiado problemático por el presidente y sus nexos con el narcotráfico, y la relación con el gobierno de Bukele en El Salvador es casi nula. Esto hace que con Guatemala exista una relación más amigable, además ven la situación política como algo menos complicado que es una percepción muy simplista.
Me parece que ellos creen que es posible contrarrestar el regreso autoritario que se está viviendo en Guatemala, pero siento que es erróneo esta visión porque es más complicada y seria de lo que creen por ser un sistema de corrupción que se está perfeccionando y ellos creen que se puede contrarrestar fácilmente con ciertas intervenciones.
—Aunque frenar la migración sigue siendo una prioridad, escuchamos también cómo se ha rescatado el discurso anticorrupción que se había perdido con Trump
—Hay asesores en Estados Unidos que ven que la corrupción tiene mucho que ver con la migración y están argumentando la necesidad de combatir la corrupción si queremos frenar la migración. Haber hecho esta conexión ha ayudado que esto tenga más prioridad sobre la política de EE.UU. en Guatemala. Aunque hay otras personas que creen que la corrupción es seria y tiene que ver con asuntos de gobernabilidad y la persona más pública con esta postura es la nueva jefa de USAID, Samantha Power.
Ella se ha desarrollado como periodista estudiando el genocidio en los Balcanes y ha criticado muy fuerte el papel de no intervenir de Estados Unidos en este conflicto, así que de su lado vamos a ver un compromiso fuerte con la gobernabilidad y el papel de EE.UU. en promover la democracia y prevenir la represión
—Con la lista Engel vemos cómo nuevamente acuden a esta herramienta para señalar públicamente a acusados de corrupción pero parece no ser tan efectiva como antes
—Estoy de acuerdo con eso. Creo que muchos personajes han perdido el miedo y para muchos pertenecer al club de los sancionados en una lista parece ser un club de honor.
Los que están formulando la lista y trabajando en las sanciones de quienes aparecen en ella, tienen que arriesgarse un poco más, deben ser un poco más creativos y pensar en quienes de verdad no quieren pertenecer a este club y todavía quieren tener relaciones con EEUU. Hay que formular mejor la lista. Es un desafío para EE.UU. pensar y trabajar mejor esta herramienta que aún tiene posibilidad de generar impacto.