Pueden citarse varias respuestas, pero la más importante, sin duda, es que no tiene oponentes. Desde mayo pasado comenzó una cacería judicial para encarcelar a quienes eran considerados una amenaza para la continuidad del mandatario Ortega en el poder.
De esa cuenta 37 nicaragüenses han sido encarcelados, entre ellos siete que se perfilaban como aspirantes de peso para vencer a Ortega en las presidenciales. La mayoría han sido acusados de “traición a la patria”, utilizando como base la Ley de Soberanía, aprobada en 2020, según críticos, con el objetivo de inhabilitar a opositores políticos para optar a cargos de elección.
A la par de este delito, a los candidatos también se les han formalizado otras causas. Hasta el momento ninguna se ha probado. Human Right Watch dijo en septiembre pasado que la mayoría de los detenidos afrontan cargos sin pruebas y son sometidos a largos interrogatorios y en condiciones “abusivas” de detención.
Voces nicaragüenses locales o que viven en el exterior sostienen que lo que ocurrirá el domingo será un fraude electoral que Ortega usará para justificar su permanencia en el cargo.
“No espero absolutamente nada, son elecciones totalmente fraudulentas”, dijo a la agencia de noticias EFE la reconocida escritora Gioconda Belli, quien vive en el exilio desde el año pasado.
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“Ya está todo totalmente arreglado, hasta deben saber el porcentaje con el que quieren ganar. Ya sabemos la respuesta, ya sabemos qué va a pasar, es la ratificación controlada del poder de Ortega y Rosario Murillo —esposa de Ortega y vicepresidenta del país—”, añadió.
Señalamientos
La comunidad internacional ha cerrado sus puertas al régimen Ortega-Murillo. EE. UU. prepara nuevas sanciones, al tiempo que el representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borell, calificó de “fake” —mentira— el proceso electoral al reclamar que “el señor Ortega se ha preocupado de encarcelar a todos los contendientes políticos”.
Por su parte, la Organización de Estados Americanos (OEA) ha discutido la situación de Nicaragua en varias ocasiones y ha considerado aplicar el artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana, lo cual podría llevar a la expulsión del país del sistema interamericano.
Además, la Cámara de Representantes de EE. UU. estaría por aprobar la Ley Renacer —ya con el visto bueno del Senado—, con la cual se revisaría la participación de Nicaragua en el Tratado de Libre Comercio (TCL) del que también forman parte Guatemala, El Salvador, Honduras y República Dominicana.
Esta normativa, cuyo nombre es Ley para Reforzar el Cumplimiento de Condiciones para la Reforma Electoral en Nicaragua, también amplía la supervisión de los préstamos de las instituciones financieras internacionales a ese país.
Escenarios
El sociólogo nicaragüense Oscar René Vargas, coincide con que al resultar reelecto Ortega se profundizará el aislamiento internacional de Nicaragua. “El régimen se encuentra en una situación sin perspectiva de superar las crisis, económica, social, política, sanitaria e internacional”, dijo.
Carlos Pérez Zeledón, analista político nicaragüense y miembro de la plataforma Propuesta Ciudadana, no ve ningún cambio positivo cualquiera que sea el resultado de las elecciones del próximo domingo, puesto que Ortega no tiene opositores reales en la contienda y todos los partidos que participan de una u otra forma “han colaborado con el régimen”.
El analista cree que existen posibilidades de que algunos de los candidatos en contienda puedan canalizar ese enorme descontento ciudadano que hay en contra del Gobierno y triunfe, pero sería incapaz de hacer cambios puesto que la cooptación del clan Ortega-Murillo es tal en todo el aparato estatal que estaría condicionado.
Según una encuesta de Cid-Gallup divulgada en octubre por El Confidencial, el 65% de los nicaragüenses votaría por cualquiera de los candidatos opositores que permanecen arrestados o en el exilio y solo el 19% lo haría por Ortega.
De ahí que no es descabellado pensar en una derrota de Ortega en las urnas, algo que le serviría para “oxigenar” su régimen y “aparentar democracia”, afirma el analista de Propuesta Ciudadana. En tal caso el Frente Sandinista de Liberación Nacional, igual, no dejaría el poder “aun entregando la Presidencia”, agrega.
“La concentración de poder —de Ortega y Murillo— es tan fuerte que un opositor en el poder no tendría acceso a ese poder con nadie, ni con la Policía, Ejército ni Corte Suprema de Justicia”, expuso Pérez Zeledón.
El analista político Jorge Wong coincide en que si Ortega es reelecto le espera un periodo muy difícil de aislamiento que repercutirá en la economía nicaragüense y en la estabilidad de la región. Esto hará complicado mantener la calma y la paz social en Nicaragua.
A nivel regional estima que los países vecinos tendrán que lidiar con un incremento de la migración de nicaragüenses y destinar más recursos de sus presupuestos para atenderlos.
Una victoria de Ortega también favorecería las intenciones de Rusia de consolidar una puerta de ingreso hacia Latinoamérica, lo cual inquietará a EE. UU., no necesariamente por cuestiones económicas, sino por la posibilidad de venta de armamento militar. En junio pasado, Nicaragua pidió a la potencia euroasiática armas y entrenamiento de ese tipo.
“Eso sí sería una preocupación para EE. UU.”, remarca Wong, como también el hecho de que Nicaragua pueda ceder áreas a Rusia para que instale bases militares en el Atlántico o en el Pacífico, o que se convierta “en un centro de inteligencia de hackers rusos”, añade.
Para Daphne Posadas, licenciada en Relaciones Internacionales, las elecciones en Nicaragua son parte de un esfuerzo del régimen Ortega-Murillo para “dar apariencia de democracia al autoritarismo”, por lo cual considera que después del domingo las violaciones a los derechos y libertades seguirán puesto que “profundizarán sus cimientos”.
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Posadas coincide con que Centroamérica está dando muestras de una “peligrosa regresión democrática” lo cual “puede tener consecuencias graves en la calidad de vida de sus ciudadanos”.
Expuso que cambiar el régimen en Nicaragua puede ser complicado puesto que, toda vez un caudillo se cimienta en el poder, utiliza a la fuerza del Estado para mantenerse ahí por largo tiempo. Citó a Cuba y Venezuela como muestras de regímenes antidemocráticos que han permanecido por muchos años.
“Sus ciudadanos hacen esfuerzos por ponerles fin, pero ¿Cómo un grupo de ciudadanos desarmados puede hacerle frente a la fuerza del Estado?”, cuestiona Posadas. “Cuba lleva más de 60 años, Venezuela, 20. Es difícil predecir cuándo llegará una salida para Nicaragua”, concluyó.
Falta cultura democrática
Al hablar de posibles repercusiones para la región, Pérez Zeledón recordó que la experiencia de Nicaragua puede servir de “ejemplo” para otros países en el sentido de que “Ortega puede hacer lo que quiere y lo logra, con la comunidad internacional quejándose, pero sin consecuencias”.
Señaló que Los países de la región tienen estándares o patrones a seguir, mientras sus sociedades son disfuncionales. Los sistemas han creado sus propios mecanismos para conservarse, por ejemplo, con sistemas educativos deficientes —en Nicaragua el 60% de los niños que entran a estudiar la primaria no la concluyen— sin la cual los ciudadanos del futuro terminan llevando al poder a “populistas y clientelistas”.
“Los centroamericanos no somos demócratas, pero queremos vivir en democracia y aparentar que la tenemos”, señala Pérez Zeledón. Una cultura democrática no se limita a protestar, sino se trata de involucrarse en política, en los cabildos, comités de barrio o en la comunidad educativa del colegio o escuela, añadió.
“Sin esas estructuras organizadas de la sociedad para construir sociedad es difícil que tengamos gobiernos que valgan la pena, así de simple”, subrayó.
Estos son los candidatos que fueron arrestados y vedados de competir contra Ortega en las elecciones del próximo domingo:
- Cristiana Chamorro: Periodista y aspirante independiente a la Presidencia, hija de la exmandataria Violeta Barrios de Chamorro y del héroe nacional Pedro Joaquín Chamorro Cardenal (1924-1978), era la figura de la oposición con mayor probabilidad de ganar las elecciones, según las encuestas.
- Arturo Cruz: Era precandidato presidencial por la opositora alianza Ciudadanos por la Libertad (CxL), que fue sacado de la competencia a tres meses de las elecciones. Cruz, de 67 años, fue embajador en Estados Unidos del Gobierno de Ortega entre (2007-2009), de quien se distanció.
- Félix Maradiaga: Líder de la Unidad Nacional Azul y Blanco, se convirtió en el tercer aspirante opositor a la Presidencia en ser detenido. Nacido en 1976, es un académico y activista de raíces liberales que fue apresado después de comparecer a declarar ante la Fiscalía, donde le confirmaron que le habían abierto una investigación.
- Juan Sebastián Chamorro: Economista y sobrino político de la expresidenta Barrios de Chamorro, era precandidato a la Presidencia por la alianza CxL (de centroderecha). Fue viceministro de Hacienda y Crédito Público y secretario de Coordinación y Estrategia en el Gobierno de Bolaños.
- Miguel Mora: Es periodista y estuvo por primera vez en prisión en el marco de las manifestaciones antigubernamentales que estallaron en abril de 2018. Es fundador, propietario y exdirector del canal de televisión 100% Noticias, clausurado por las autoridades.
- Medardo Mairena: El líder campesino también estuvo en prisión en el marco de las protestas contra el Gobierno. A Mairena un juez afín a Ortega lo condenó a 216 años de prisión por supuestamente matar a cuatro policías. Posteriormente fue amnistiado. Presentó formalmente su precandidatura por el Movimiento Campesino, que pertenece a la opositora Coalición Nacional.
- Noel Vidaurre: Es un abogado y político conservador que aspiró a la presidencia en las elecciones de 1996, en la que obtuvo el 3 % de los votos y quedó como diputado de la Asamblea Nacional, en virtud de lo estipulado por la Ley Electoral de entonces.