Principalmente al hablar de los países que integran el denominado triángulo norte; Guatemala, El Salvador y Honduras, ya que existen intereses concretos del Gobierno norteamericano sobre este territorio.
Eso según la lectura del internacionalista Alberto Mora, quien funge como director del “Estado de la Región”, una entidad de análisis internacional con sede en Nicaragua.
La reunión internacional a la que fueron convocados más de un centenar de países dejó fuera a Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia, El Salvador, Honduras, Guatemala y Haití, por no llenar todos los requisitos de una nacional democrática, a criterio del Gobierno Biden.
Lo que ocasionó múltiples pronunciamientos de rechazo e indignación, incluidos los del presidente guatemalteco Alejandro Giammattei, pero esto no ocasionará un rompimiento en la relación binacional, a criterio de Mora.
Principalmente porque el triángulo norte funciona como la puerta trasera de Estados Unidos, escenario donde surgen múltiples problemas que los norteamericanos han atacado por décadas: la migración y el narcotráfico.
¿Esta exclusión podría traer algún efecto inesperado o no deseado en la relación que tienen Estados Unidos con Guatemala y el triángulo norte?
Sí, mire, yo creo que esto evidencia las debilidades crónicas, que no de ahora, sino que históricamente han tenido los países centroamericanos después de la pacificación de la región, en construir democracias, en construir sistemas políticos que cumplan con las características de protección de los derechos humanos, de las libertades ciudadanas, de un Estado de derecho independiente de salvaguardar la voluntad del pueblo, que emitirla en el voto y en estos ámbitos, que son los requisitos básicos de una democracia.
Lamentablemente la mayor parte de los países centroamericanos tienen debilidades y como le decía, debilidades históricas, tal como lo confirman indicadores internacionales como el índice de democracia de economista, que claramente en su edición 2020 califica el régimen de Nicaragua como un régimen autoritario y ubica El Salvador, Guatemala y Honduras como regímenes híbridos, que son sistemas políticos que formalmente cumplen algunos de los principales requisitos o características de una democracia, pero que tienen rasgos autoritarios en la conducción del Estado y en la ejecución del poder.
Hay quienes opinan que esta “división” puede hacer que los excluidos se agrupen y formen un frente de oposición a Estados Unidos, uniéndose incluso con otras naciones que no comparten la política estadounidense. ¿Este escenario puede ser real?
Pues mire, yo creo que sería incorrecto, porque en realidad lo que deberían de enfocarse es en identificar cuáles son esas debilidades crónicas de sus sistemas políticos, políticos, institucionales y enfocarse en superar y mejorar en esos ámbitos, no tanto en asumir una posición, digamos, de oposición a los Estados Unidos o sus políticas, cuando en realidad lo que evidencia un poco esta exclusión es que casualmente las debilidades estructurales que los países no han logrado enfrentar durante las últimas décadas.
Bueno, no sé si será factible o no (que se cree esa alianza), esto es algo que no podría decirle, pero lo que creo es que deberían de cambiar el foco de atención y más bien dirigirse a autoevaluarse de manera crítica su situación y más bien tratar de buscar solución y mejoras a las debilidades.
Como le digo, son históricas y que hoy están de manifiesto en términos de elementos muy básicos de una democracia como la independencia de poderes, fundamentalmente del Poder Judicial, de la administración de justicia o por ejemplo, la capacidad de los Estados de tener presencia y control del territorio, que es uno de los principios básicos de cualquier democracia y que no es una realidad, lamentablemente en varios de los países centroamericanos incluida.
El presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, participó en un evento con políticos y empresarios que no comparten la línea de Gobierno de Biden. ¿Cómo puede incidir esto directamente entre la relación Estados Unidos y Guatemala?
Bueno, es una consideración que deberá valorar en su momento las personas encargadas de la política exterior de los Estados Unidos. Probablemente así vaya a ser, pero creo que eso tampoco excluye la posibilidad de establecer canales de diálogo entre los países centroamericanos y los Estados Unidos.
Hay temas de agenda común que trascienden obviamente más que este evento en particular y que tienen que ver definitivamente con dinámicas de carácter transnacional y regional, como la lucha contra el narcotráfico, como el combate, el crimen organizado, como la gestión adecuada de los flujos migratorios, etcétera, que son claramente asuntos vitales de interés tanto para los Estados Unidos como para la región centroamericana.
En 2022 Estados Unidos será el anfitrión de la Cumbre de las Américas, tras esta exclusión a siete países, ¿Qué podemos esperar en el futuro de la relación entre estas naciones y Estados Unidos?
Pues mire, lamentablemente no soy yo quien pueda hacer una predicción del futuro en relación con esto, pero sí creo que deberíamos de aprovechar que como países pequeños, abiertos a digamos dinámicas transnacionales y con fuertes vínculos con Estados Unidos, este episodio para construir y fortalecer canales de diálogo, de intercambio que permitan realmente posicionar nuestra agenda de prioridades en la agenda de la política exterior de los Estados Unidos.