El próximo año, según analistas consultados, esos problemas serán más evidentes porque inicia un proceso preelectoral y los diputados buscarán la plataforma política que les pueda garantizar su eventual reelección.
En general, los 19 bloques legalmente constituidas en el Congreso tienen algún problema interno y cuestionamientos al liderazgo por parte de quienes reclaman la figura mediática, juegos de poder que se verán reflejados en la dinámica de trabajo parlamentario.
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Quizás el caso más representativo fue el derrumbe de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), que mantenía un pulso político con igualdad de fuerzas entre Carlos Barreda y Sandra Torres.
Luego de varios fallos judiciales que favorecieron a la excandidata presidencial, varios legisladores de esa agrupación se inclinaron por ella.
La facción de Barreda, que había mostrado una oposición en el Congreso se desplomó, pero no es el único caso.
El bloque Victoria separó a dos miembros que ahora figuran como independientes; en Winaq existen fuertes diferencias entre el partido y Aldo Dávila, quien ya no participa en las actividades de la agrupación.
Movimiento Semilla también protagonizó una disputa pública al anunciar la separación de José Sánchez, por no votar con el bloque para la aprobación del proyecto de alianza público-privada para la reconstrucción de la autopista Escuintla-Puerto Quetzal.
Pero en los bloques de derecha también hay fracturas. Manuel Conde y Eduardo Zachrisson, del Partido de Avanzada Nacional (PAN), son un claro ejemplo.
En Visión con Valores (Viva) removieron a su anterior jefe de bloque y dieron la espalda a Armando Castillo, actual vicepresidente del Congreso que intentó alcanzar la presidencia por la oposición.
En el oficialista Vamos por una Guatemala Diferente (Vamos) habría desavenencias, porque no ha existido equidad en la distribución de comisiones de trabajo.
El escenario legislativo para el próximo año será peor, según Lindsay Tillyt, de la organización de mujeres Alas de Mariposa, porque en la antesala de las elecciones generales del 2023 se darían movimientos de campaña anticipada.
“El trabajo del Congreso va a bajar porque los partidos políticos y los diputados van a estar más concentrados en sus distritos. El 2020 fue afectado por la pandemia, este año tuvo un desempeño híbrido y en el 2022 van a tratar de congraciarse con el electorado en el segundo semestre, porque ya se relaciona directamente con los votos”, expresó.
Lo anterior podría complicar a Shirley Rivera, quien asumirá el 14 de enero la presidencia del Organismo Legislativo, la consolidación de acuerdos que serán más complejos.
El respaldo que durante estos dos años dio el oficialismo y sus aliados al Ejecutivo se está esfumando, pues el costo político podría ser muy alto.
“Si no se mantiene esta alianza, a Rivera le va a costar mantener el control porque no tiene experiencia legislativa. Sin embargo, la alianza oficialista tiene diputados con mucha experiencia que le podrían ayudar, pero se van a ver intereses muy marcados, porque algunas bancadas se van a separar del oficialismo de cara a las elecciones, para que no los sigan vinculando”, opinó.
Transfuguismo: Un salvavidas
A los legisladores las luchas por el poder los han llevado a establecer diferencias que en algunos casos podrían ser irreconciliables.
Pero no todo está perdido, porque todavía tienen un as bajo la manga: las propuestas de cambios a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP), a criterio de Hans Quevedo, politólogo independiente
“Dependeremos de cómo van a quedar las reformas a la LEPP que van a encuadrar al otro proceso electoral. Van a querer componer todo esto con el transfuguismo para participar en las elecciones y cambiarse de partidos, que igual termina de debilitar y fragmentar más”, manifestó.
Este aspecto le conviene tanto a la derecha conservadora como a la izquierda progresista, según Quevedo. “Lo necesitará la mayoría de las bancadas, incluso el partido Semilla, porque tenido un inconveniente. Esto se va a reformar para el beneficio de todos los políticos, menos para el sistema en sí”.
Problema histórico
Las divisiones se van a ir profundizando a medida que avance el 2022, en buena parte por las debilidades que tienen los mismos partidos políticos, ya que no son instituciones sólidas.
Así lo considera Fernando Ixpanel, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asies). “Es normal, en cierta medida, que haya diferencias entre los miembros de las propias bancadas, porque no son organizaciones con criterios definidos sobre las políticas públicas por parte de la misma agrupación, incluso en temas ideológicos”, subrayó.
Las fuentes coinciden en que la denominada alianza oficialista, que exhibió una considerable fuerza al inicio del presente mandato, peligra en el 2022 por los intereses políticos de cada partido dada la proximidad del próximo evento electoral, lo cual dificultará alcanzar acuerdos en votaciones clave, por lo que resultará arduo, si no imposible, que el Congreso emita leyes de interés público y beneficio social en lo que resta de la presente legislatura.