Ramazzini considera que en Guatemala la situación no ha llegado a los extremos de Nicaragua, pero advierte de que, aunque no hay una dictadura que gire en torno a una figura presidencial, si se han desarrollado otras formas de minar la institucionalidad democrática, por lo tanto, no se descarta que la situación pueda empeorar.
Sin embargo, el obispo afirma que la clave para no llegar hasta ese punto es una reacción pacífica y constructiva de los ciudadanos honestos para evidenciar “las mentiras” que nos ofrecen disfrazadas de legalidad.
¿Cómo ve la situación de la iglesia católica en Nicaragua?
Muy preocupante porque los sacerdotes y el obispo de Matagalpa —Rolando Álvarez— que están sufriendo las arremetidas del Gobierno de Daniel Ortega. Prácticamente son prisioneros y hay preocupación por su seguridad física porque sin con ningún tropiezo los sacaron de su casa significa que en cualquier momento les pueden hacer lo que les de la gana. La actitud dictatorial de la pareja presidencial —Ortega y Rosario Murillo— desgraciadamente no extraña porque las críticas del obispo eran fuertes y estaban fundamentadas en la verdad. Es lamentable que personas que lucharon por la revolución e hicieron de la libertad un ideal que los llevó a la lucha armada se hayan transformado. Ahí logro entender lo que siempre he dicho que el poder corrompe y cuando se una con la ambición la corrupción es mucho mayor.
¿Es una persecución en contra de toda la iglesia católica de Nicaragua?
La pareja presidencial y los que los siguen han perdido todo sentido moral hacen lo que quieren y se sienten los todopoderosos. Eso hace que cualquier persona que sea crítica de sus acciones la hacen su enemigo, eso ha sucedido siempre, pero la historia siempre ha demostrado que al final la iglesia ha sobrevivido y lo que ahora le pasa a los hermanos obispos y al pueblo católico nicaragüense lo entiendo como una experiencia de purificación y de concordancia de vivir según los principios que practicamos y eso me alegra, que los obispos estén dando un ejemplo de coherencia que puede ser un ejemplo para otras situaciones que nos toque vivir en Centroamérica.
¿Se han comunicado con la iglesia de Nicaragua?
La comunicación ha sido solo a nivel de declaraciones que nos hemos solidarizado con ellos. La iglesia católica no tiene un representante del Papa que fue echado por Ortega y por lo tanto no podemos acudir a la nunciatura que saber qué está pasando. Sí, esa es la percepción. Es decir, la iglesia católica, por la enseñanza de la doctrina social y la misma predicación del evangelio, siempre va a tener una oposición radical de gobiernos como el de Ortega.
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¿Prevé que haya un incremento de las hostilidades en contra de la iglesia católica en Nicaragua?
Seguro. Si no hay una reacción popular ellos van a seguir haciendo lo que les de la gana porque bajo la realidad de que es un pueblo soberado, con una constitución y un sistema legal, etc., siempre van a argumentar legalidad, pero que ellos van a seguir haciendo lo que hacen, desgraciadamente creo que así será, pro eso hay que rezar por el pueblo católico de Nicaragua porque la persecución puede ser peor, ellos tienen el poder de decir ‘cerremos todas las iglesias y echemos fuera a todos los obispos’, espero que no lleguen a eso, pero no lo descarto.
Analistas políticos creen que lo que ocurre en los países centroamericano con democracias débiles puede replicarse en otros. ¿Preocupa que en Guatemala ocurra lo mismo, qué tan cerca o lejos estamos?
No esperaría que nuestro gobierno llegue a los extremos dictatoriales de Nicaragua porque allá no hay voces de resistencia y todos agachan la cabeza.
Aquí en Guatemala hay otras maneras de ir minando el estado democrático, con eso salimos perdiendo todos no solo la iglesia católica, prueba de eso es la manipulación de la justicia, se mete a la cárcel a personas sin siquiera tomar en cuenta la fundamentación de las acusaciones. Gente honesta, periodistas y fiscales han tenido que salir. En Guatemala actúan de una manera menos burda que en Nicaragua donde ya perdieron la vergüenza, pero eso o quiere decir que aquí la situación no pueda empeorar, sobre todo si se comienza a gestar un movimiento de resistencia popular que denuncie las arbitrariedades, no excluiría que se siga atacando de una manera más sofisticada y más astuta, tomando como ejemplo a Nicaragua.
¿Cómo veía la iniciativa de ley que pretendía regular el uso de la fuerza pública en manifestaciones, cree que pudo ser un síntoma de que lo que ocurre en Nicaragua?
Claro. La gran diferencia es que aquí lo tratan de hacer legalmente.
En Guatemala no hay una pareja presidencial perpetuada en el poder, pero hay quienes consideran que se disfraza de legalidad acciones que pueden ser ilegales o al menos cuestionables. ¿Cree que esto es más peligros que una dictadura con nombre y apellido?
Podría ser más peligroso, pero mientras haya periodistas y analistas que ayuden a entender a la gente lo que está pasando… mientras haya gente que tenga coherencia entre los valores democráticos y tenga una conciencia de ciudadanía responsables creo que la estrategia no les va a funcionar. Es verdad que es mucho más fácil descubrir a los mentirosos e hipócritas que hacen sus cosas públicamente, a aquellos que esconden o disfrazan sus mentiras e hipocresías bajo el ropaje de una verdad que no existe, porque la ley está fundamentada sobre la verdad y la justicia.
¿Qué debe pasar en Guatemala para no llegar a los extremos de Nicaragua?
Los movimientos sociales y ciudadanos debemos asumir una reacción constructiva y declaratoria para que se ponga en evidencia las mentiras con las que quieren envolvernos bajo el ropaje de la verdad. Una reacción popular pacífica, creo, sería la clave para hallar una respuesta a lo que estamos viviendo para no llegar a los extremos de Nicaragua.