Los padres de don Andrés fueron colonizadores que llegaron a Génova procedentes de San Martín Sacatepéquez, Quetzaltenango, luego de que el general Justo Rufino Barrios repartiera tierras de la Costa a sus milicianos.
El centenario varón convive con su compañera de toda la vida, Isabel Pérez Vásquez, quien también tiene más de cien años, pero sin establecerse plenamente su edad porque en su cédula de vecindad no aparece anotada la fecha de su nacimiento. Ambos han vivido juntos más ocho décadas.
Don Andrés, quien habla el idioma mam, usa la indumentaria propia de San Martín Sacatepéquez o San Martín Chile Verde, que consiste en un gabán blanco tejido a mano con rayas rojas y una faja roja. Debajo de esta prenda lleva un pantalón corto blanco o de color oscuro.
Hace un año él perdió totalmente el sentido de la vista. No obstante, don Andrés está lúcido y cuenta que tuvo tres hijas: la mayor tiene ahora más de 80 años, mientras que la menor, que tiene 67, es quien lo cuida.
La familia vive en uno de los pocos ranchos que quedan en el anexo Piedra Gorda, de la finca El Amparo, a unos 20 kilómetros de la cabecera municipal. Sus hijas le han dado nietos, bisnietos y tataranietos, sin recordar el número, porque tiene muy poca relación con ellos, ya que no lo visitan.
Su hija, María Pérez Vásquez, quien fue registrada con los apellidos de su mamá, relata que los propietarios de la finca El Amparo, en donde don Andrés laboró toda su vida, le han permitido vivir en el anexo Piedra Gorda y le han mejorado la vivienda. Indica que sobreviven con una pensión que el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) les proporciona porque don Andrés es jubilado.
“Estamos viviendo una situación difícil porque los Q500 mensuales que mi papá recibe de su jubilación no alcanzan ni siquiera para comer, menos para comprar medicamentos que son muy necesarios y cubrir otras necesidades. No tiene cómo comunicarse porque tampoco hemos podido adquirir un teléfono celular”, señala la hija.
Según consta en su cédula, fechada en 1932 cuando se comenzaron a extender en el país este tipo de documentos para la identificación personal, don Andrés es descendiente de Andrés López y Catarina Guzmán.
La dieta alimenticia del superlongevo y su esposa ha consistido siempre en hierbas silvestres, complementadas con arroz y frijol, sin faltar el atol, tortillas y tamales de maíz. De joven también se alimentaron de animales que cazaban como armadillos, tepezcuintles, venados, mapaches, tacuazines, algunas aves como loros y chachas. También consumían pescado, camarón y cangrejo que recolectaban en ríos y riachuelos de la región. Con su esposa siempre se tomaron un aperitivo —un trago de licor— a la hora del almuerzo.
Don Andrés camina auxiliado por un bordón, no ve, pero oye muy bien, coordina sus pensamientos e ideas, conversa muy bien, en tanto su esposa ya perdió la audición.
Samuel Elías, de Comunicación Social de la Municipalidad de Génova, informa que don Andrés y su familia necesitan apoyo económico para poder cubrir sus necesidades básicas. “Si alguien puede ayudarlos económicamente pueden llamar al teléfono 4149-0971 conmigo o con Zury Mazariegos, de la Oficina Municipal de la Mujer de Génova”, indica Elías.
Entrevista
“Siempre fui jornalero”
Con la vista fija en el horizonte, Andrés López Guzmán recuerda pasajes de su ya larga existencia sentado en la entrada de su vivienda, ubicada entre cafetales y a unos seis kilómetros de la aldea San Miguelito, la población más cercana.
¿Qué es lo más bonito que le ha tocado vivir?
Cuando vi por primera vez el tren. Pasaba por la estación que estaba cerca y nosotros íbamos a verlo. Después me subí y recorrí un tramo, creo que en la estación siguiente me bajé y regresamos a pie al lugar donde vivíamos. Fue algo muy bonito que no se me olvida. Tal vez tenía unos 18 años.
¿Algunos hechos de la historia que recuerde?
¿Como qué cosa ?
¿Qué recuerda de algún presidente y de algo que haya hecho?
Tuvimos un presidente de muy fuerte carácter. Recuerdo que Jorge Ubico mantuvo a Guatemala en orden, no había delincuencia. Las casas se podían quedar abiertas que no pasaba nada. Recuerdo que puso a trabajar en los caminos a los que caían presos. De él ya había oído algo porque fue autoridad en Retalhuleu y por su cercanía nos enterábamos de él.
¿Pudo ir a la escuela?
En ese tiempo no se le daba importancia a la escuela, Nos dedicamos a trabajar desde niños en las fincas de café. Eso no me permitió ir a la escuela. No sé leer ni escribir. Siempre fui jornalero.
¿Su esposa sí fue a la escuela?
Tampoco, no sabe leer ni escribir. Eso sí, nuestro dialecto mam lo hemos practicado siempre y así nos comunicamos con nuestras hijas.
Tampoco he dejado de usar mi traje regional de San Martín Sacatepéquez, porque mis padres me enseñaron a conservarlo siempre. Ellos eran originarios de San Martín Chile Verde (San Martín Sacatepéquez, Quetzaltenango) y crecí bajo sus costumbres que aún las conservo.
¿Por qué cree que su vida ha sido tan larga?
Siempre hemos comido hierbas y verduras silvestres que cortábamos en el campo y la montaña. También comíamos carne de animales silvestres y aves que cazábamos en las montañas. Ahora comemos frijol y arroz, sin faltarnos los tamalitos, tortillas y el atol de maíz. Nuestra pobreza no nos permite comer otras cosas.
Alrededor del mundo
Superlongevos
El Guinnes World Record establece que el japonés Sakari Momoi, quien nació el 5 de febrero de 1903 y ahora tiene 111 años, es quien posee la marca de ser el hombre más viejo del mundo.
Momoi es un antiguo director de colegio que goza de buena salud, le gusta leer y ver peleas de sumo en televisión. Recibió la acreditación a la muerte del estadounidense Alexánder Imich que había nacido un día antes del japonés y falleció en junio último.
Fuera de la certificación Guinnes hay otras personas supercentenarias, pero cuya datación no está respaldada con documentos. Una de ellas es Mahashta Murasi que habría nacido el 6 de enero de 1835 en Bangalore, India. Si la fecha fuera correcta, Murasi tendría ahora 179 años, aunque no se ha comprobado legalmente. Toda su vida trabajó como zapatero y habría dejado de laborar cuando cumplió 122 años.
El mexicano Jesús Castillo Rangel habría cumplido 118 años, el 23 de octubre pasado. No se ha podido establecer plenamente la fecha de su nacimiento porque el acta respectiva se perdió en una inundación. Para identificarse tiene una credencial del Instituto de Atención de Adultos Mayores y su carné de elector, ambos documentos señalan como fecha de su nacimiento el 23 de octubre de 1896, en Soconusco, Chiapas.
En junio de este año falleció el boliviano Carmelo Flores Laura, a los 124 años. Ningún organismo internacional certificó su edad. Flores Laura habría nacido el 16 de julio de 1890, aunque existen dudas sobre si en realidad no habría nacido en 1906.