Ramírez llegó al Congreso acompañada de veinte asesores, pero finalmente no pudo contestar con claridad el 90 por ciento de las preguntas de la Unidad Nacional de la Esperanza, UNE, que promovió la interpelación.
En la jornada se observó a la funcionaria nerviosa, al extremo de que algunos diputados bromeaban diciendo que estaba ?a punto de llorar?, cuando veían su rostro durante el interrogatorio.
La serie de preguntas arrancó con cuestionamientos sobre temas como la canasta básica y las acciones de la Dirección de Atención al Consumidor, Diaco.
Pese a que las interrogantes no fueron profundas, Ramírez respondió generalidades, lo cual incomodó a los interpelantes.
?Señor presidente ?del Congreso? dígale a la ministra que conteste lo que se pregunta?, dijo varias veces Mario Flores, diputado de la UNE.
Ramírez no pudo contestar de forma inmediata la cifra del producto per cápita de Guatemala, ni cuáles son los países de América Latina que además de Guatemala cobran el Impuesto a las Empresas Mercantiles y Agropecuarias.
Uno de los momentos más difíciles para Ramírez fue la pregunta ocho: ��Cree usted que los subsidios agrícolas son un riesgo para el país? ¿Apoya el desmantelamiento de los subsidios?
La funcionaria trató de dar, a su modo, una clase magistral del tema, hasta que Efraín Ríos Montt, presidente del Congreso, la detuvo y le replanteó la pregunta: ?¿Cree que los subsidios agrícolas son un riesgo? Conteste sí o no, por favor?.
Ramírez se arregló el saco y dijo: ?Los permitidos, no?. Ríos Montt le preguntó: ?¿Apoya usted el desmantelamiento de los subsidios??
La ministra, con micrófono abierto, consultó a sus viceministros: ?¿Los apoyo, o no?? Entonces, se escucharon carcajadas.
Al final, no recibió el voto de desconfianza, porque, según Arístides Crespo, del FRG, ?no todos los funcionarios son perfectos?.
Al abandonar el pleno, Ramírez se negó a hablar con la prensa porque dijo sentirse cansada, mientras buscaba afanosamente un lápiz labial para maquillarse.