Como un día normal, el connacional se levantó temprano aquel miércoles y fue a dejar a la escuela a su hijo mayor, Henry, de 11 años, y a una guardería a Alan, de 3, y a la pequeña Jakeline, de cuatro meses. Los tres son ciudadanos americanos.
Mientras tanto, María fue a una planta procesadora de Koch Foods en Morton, Misisipi, uno de los lugares donde ocurrió la redada.
Desde ese día los nenes no ven a su mamá y él tiene que trabajar menos horas para cuidarlos.
“Mis nenes la necesitan, sobre todo la pequeña, porque ella le da pecho”, contó.
Los niños también sufren. Alan pregunta si su mamá no va a volver y si los ha dejado de querer.
“Yo les digo que su mamá está trabajando para comprarles dulce y helado”, expresó el guatemalteco.
La situación es dura para este hogar. Él tiene un proceso de deportación abierto porque fue detenido cuando conducía sin licencia y ahora está pagando una fianza con la controversial Libre by Nexus, una compañía que se publicita como ayuda a los migrantes, pero enfrenta señalamientos de fraudes y engaños.
María se comunicó con su esposo por teléfono desde el centro de detención.
“Ella lloraba y me decía que cuidara a los niños. Yo solo le decía: ‘Tú y yo vamos a luchar juntos. Estamos en esto juntos'”, recordó.
Una abogada, Juliana Manzanárez, busca la forma de liberar de María. Sus argumento son que ella no tiene récord criminal, tiene tres hijos ciudadanos que criar, no representa un peligro para la comunidad ni peligro de fuga.
El compatriota se ha refugiado en la fe y la iglesia para tomar fuerzas, esperando que María salga de prisión para que puedan seguir el plan de darle lo mejor a sus hijos “Esperamos que estudien y logren algo en la vida. “Con esfuerzo lo que ganamos se lo damos a nuestros hijos para que no tengan que sufrir lo que nosotros sufrimos en nuestros países”.
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