Antes de viajar, Leiner le dejó a su madre el dibujo de la casa que soñaba y por la cual decidió emprender el viaje a EE. UU.
“Era una familia de escasos recursos que vivía en un caserío remoto. La madre, cuando se enteró de la muerte, se mudó a un área urbana porque no soportó que todo le recordara a su hijo”, describió la activista, quien pidió el anonimato y calificó este caso como uno de los que más le han impactado.
El joven viajó porque meses atrás un incendio destruyó la humilde construcción donde vivía. Al padre lo extorsionaban y un préstamo los hizo perder todo lo que tenían. “Leiner murió por deshidratación en el desierto de Arizona”, refirió.
El cadáver de este guatemalteco es uno de los pocos que han logrado identificar entre los 13 mil 520 que registra el Sistema Nacional de Personas Desaparecidas y sin Identificar (Namus, en inglés), donde actualmente se tienen 11 mil 153 casos abiertos y han logrado cerrar dos mil 365.
La activista afirmó que la mayoría de los cuerpos identificados por los forenses estadounidenses son de migrantes provenientes de México, Guatemala, El Salvador y Honduras.
Los restos permanecen en hieleras y contenedores de las morgues hasta ser reclamados, aunque algunos son incinerados.
“En las bases de datos guardan los perfiles. De junio a agosto las hieleras se llenan de cadáveres”, reveló la activista, quien se apoya en otros voluntarios para ayudar a las familias de migrantes desaparecidos, mediante la verificación de bases de datos.
Los connacionales
La Dirección de Asuntos Consulares del Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala ha recibido reportes de 70 personas muertas este año, en Estados Unidos, y de 27 en México, además de seis desaparecidas.
El número de víctimas se mantiene similar al de 2015, cuando hubo 79 muertes en EE. UU. y 23 en México. También se reportaron 42 personas con paradero desconocido.
De los casos reportados el año pasado, dos eran menores de edad.
El año anterior solo se lograron cerrar 15 casos, entre ellos la identificación de nueve guatemaltecos muertos en la masacre de San Fernando, Tamaulipas, México, donde supuestos narcotraficantes asesinaron y enterraron a 72 migrantes de Centro y Suramérica, de los cuales 58 eran hombres y 14, mujeres.
Contracorriente
Muchas familias han perdido la esperanza de volver a saber de sus seres queridos. Otras insisten en encontrarlos con vida, aunque están conscientes de que podrían estar muertos.
Desaparecidos y sin Reclamar en la Frontera tiene página en Facebook, creada para apoyar con la búsqueda de migrantes en las morgues de California, Arizona y Texas.
“Traducimos los datos y los mostramos, pero en realidad son nuestros seguidores los que ayudan a buscar a las familias de las personas que son encontradas en la frontera”, indicó la voluntaria.
Los hallazgos más comunes son osamentas en el desierto; después, víctimas del Río Bravo —conocido en EE. UU. como Río Grande—, que mueren ahogadas. En ambos casos la mayoría de cadáveres están irreconocibles y en estado de descomposición.
Pocos son los cuerpos hallados a escasas horas de haber muerto. Junto al cadáver, los agentes de la Patrulla Fronteriza buscan elementos que los ayuden a identificarlos. Prendas de vestir, zapatos y otros accesorios son claves para que la familia reconozca a las víctimas.
El destino final
Para algunos migrantes su destino final es la muerte, aunque son más los que terminan deportados.
La Dirección General de Migración ha documentado hasta el 7 de septiembre el retorno de 22 mil 626 connacionales provenientes de EE. UU. y 34 mil desde México, cifra que sube a 79 mil si se incluye a personas de Nicaragua, Honduras y El Salvador.
“Lo más difícil es ver todo lo que pasan los migrantes y que para algunos el destino final es la muerte. Pocos logran el sueño americano, que para mí ya no es un sueño”, manifestó la voluntaria.