El relato fue publicado por ABC News junto a un video del encuentro. Las imágenes muestran a un padre emocionado de ver nuevamente al pequeño que le arrebataron, y que lo vio alejarse mientras a él, engrilletado, le esperaba la deportación. Sin embargo, a Samuel se le ve un tanto confundido, con lágrimas en los ojos resiste por unos segundos acercarse a sus padres, que lo abrazan.
La reacción del niño tiene explicación. La psicóloga Nissely Herrera menciona que los menores que pasan por la separación de sus padres, de esa figura que les da seguridad, sienten angustia, estrés intenso, miedo, pero lo peor es sentirse desamparados y pierden la capacidad de confiar. Esas heridas tardarán en sanar.
“Ahora, estoy feliz de que mi hijo haya llegado”, dijo Cortez luego que funcionarios de gobierno guatemalteco le entregaran a su hijo.
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Días difíciles
Según ABC News, Samuel subió el miércoles a un vuelo de Michigan a Guatemala, a las 4 horas. Allí se despidió de la familia que lo cuidó durante su paso por Estados Unidos. Con lágrimas el pequeño se alejó de quien fuera por un tiempo su figura paterna.
Cuando el niño fue separado de su padre en la frontera, fue entregado a Bethany Christian Services, que trabaja con menores refugiados, y le encontraron un hogar.
Escondido en su pantalón llevaba cocido un papel con el número de su madre en Guatemala, con quien hablaron Karl y Jen, los estadounidenses que lo acogieron. Poco a poco ellos se ganaron su confianza, pues al principio no hablaba, no quería comer y lloraba desconsolado.
“Sabemos que vio a (su padre) irse esposado”, dijo Jen al medio estadounidense. “Sabemos que viajó en la parte trasera de un camión por la noche y se enfermó y vomitó. Sabemos que estaba en un autobús y parece que pudo haber estado en el maletero de un autobús”.
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Karl y Jen despidieron a Samuel en el aeropuerto de Michigan con gran pesar, pero continuarán cuidando a otros dos niños hondureños, que también son migrantes y fueron separados de su padre como consecuencia de la política de “cero tolerancia” de la administración de Donald Trump.
Agonía de la separación
Rómulo González, originario de Champerico, Retalhuleu, Guatemala, también sufrió la separación de su hija por las medidas antimigrantes, según relata el sitio star-telegram.com, citando a la agencia Associated Press.
Él huyo de su tierra rumbo a Estados Unidos después de sufrir un secuestro, en el cual le arrancaron el ojo derecho, y su familia tuvo que pagar US$13 mil 500.
El temor lo llevó a migrar junto a su hija de tres años, pero a su entrada en San Ysidro, San Diego, en busca de asilo, lo detuvieron y lo apartaron de la niña. No le dieron ninguna explicación de dónde estaba la niña.
La medida de Trump de separar a las familias se intensificó en las últimas semanas y fue fuertemente criticada, al punto que el presidente anunció que detendría la práctica señalada por la comunidad internacional como cruel e inhumana.
González fue trasladado al Centro de Detención de Otay Mesa, San Diego, California. Pasó allí siete días, gracias a una abogada que siguió su caso fue liberado y se reunió con su hija.
Padre e hija están en la casa de un familiar a la espera de que su solicitud de asilo sea aceptada. La audiencia está prevista para el 22 de octubre, deberá presentarse en un tribunal de migración de Salt Lake City. Ese día sabrá si se queda en Estados Unidos o lo deportan a él y a su hija.
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