El cierre de las fronteras y otras medidas restrictivas que han adoptado los gobierno son las razones por las cuales en estos meses se registran menos peticiones de asilo; no obstante, en cuanto se abran las fronteras puede registrarse una explosión migratoria porque los países siguen acumularán más factores de expulsión.
¿Cómo ha impactado la pandemia del coronavirus a la dinámica de refugio y asilo?
Ha tenido mucho impacto. Lo que han hecho los países de Centroamérica a nivel de salud pública es cerrar sus fronteras y tomar medidas de contención para restringir el movimiento de las personas, entonces por definición huir es mucho más difícil. Es más difícil salir de su casa, de las comunidades y cruzar fronteras y eso claramente ha impactado mucho en el número de solicitudes en todos los países. En México, Guatemala y Costa Rica la baja ha sido bastante dramática.
¿Que tanto han bajado los números de solicitudes de asilo?
Por ejemplo, en Costa Rica los números si van de tres mil a cuatro mil al mes de nicaragüenses que solicitaban asilo y ya para abril y mayo eran menos de 30 por mes, entonces eso da la idea de la magnitud. En México también descendió de un modo dramático.
Sin embargo, eso no quiere decir que la gente ya no necesite salir de sus países
No hemos visto que los factores de expulsión, las razones por las que las personas necesitan huir hayan bajado. Entonces se queda la persecución en ciertos países, se queda la violencia, la inseguridad, la violencia basada en género, las extorsiones… Todos esos factores que están expulsando a las personas no se han ido entonces eso pone la gente en una situación muy difícil de alto riesgo de protección. El impacto —de la pandemia— diría ha sido bastante fuerte.
¿Qué tanto preocupa esta situación, tomando en cuenta que en países como Guatemala también se han complicado la situación económica y social?
Mucho, porque al final lo que vemos es que la gente tomaba una medida de autoprotección cuando se sentían amenazados y su seguridad y vida estaban en peligro, por extorsiones y violaciones de sus derechos humanos. Antes, una medida que podían tomar era huir, pero ahora eso es más difícil y deja a las personas en riesgo con menos protección. También habían bastantes albergues de la sociedad civil que Acnur ayudaba, donde la gente podía esconderse o huir al menos por un tiempo y eso, claramente con el covid-19 es mucho más difícil por razones que uno entiende bien, porque tienen miedo y necesitarían tener áreas de cuarentena.
Entonces es mucho más complicada la situación para encontrar protección dentro o fuera de tu país.
Recién vimos la primera caravana que pretendía salir de Honduras en medio de la pandemia. ¿Eso quiere de que el empeoramiento de las condiciones de vida en los países podría ocasionar más migración?
Vemos un impacto a nivel social y económico del covid-19, no solo hay factores de persecución tampoco hay acceso a servicios sociales de salud y educación y todo esto se agrega a los factores de expulsión y limita el acceso a derechos humanos claves, entonces la situación es muy preocupante y probablemente vamos a ver, y tendría lógica, que apenas se abran las fronteras y bajen las medidas de restricción la gente va a salir en números probablemente más grandes, no necesariamente en caravana, vamos a ver flujos que van a salir paulatinamente.
Pienso que ese es un escenario bastante realístico que no quiere decir que será una migración económica, son factores que se juntarán y hay factores de persecución, por ejemplo, las personas que ya no tienen los mismos ingresos y los extorsionistas quieren el mismo monto que antes se pondrán más violentos y hacer amenazas más fuertes, entonces la vida se vuelve imposible. Eso se junta con el hecho de que mi hijo no puede ir a la escuela, todo eso llega a ser un factor —de expulsión— mucho más grande y vamos a ver más gente que necesita irse de sus países.
¿Los niveles de la migración pueden ser iguales o mayores que el año pasado?
Honestamente esperamos más en el sentido de que estamos acumulado factores de expulsión, y no solo tenemos los mismos niveles de violencia e inseguridad y se le suma todo el impacto socioeconómico del covid-19 más la inestabilidad social que puede generar, uno necesita pensar que estamos acumulando factores y el número de personas que van a irse va a ser mayor. Necesitamos apoyar a todos los estados a manejar esta situación en el sentido que necesitamos recuperar la asistencia a nivel humanitario para acoger a las personas, va a ser difícil porque todos los países están sufriendo.
¿Cuál es la situación de los solicitantes de asilo en nuestros países en medio de esta pandemia?
Es difícil para todos, para los ciudadanos guatemaltecos y parea solicitantes de otros países. Como muchos dicen el covid-19 no discrimina. Puedo decir que los solicitantes muchas veces son más vulnerables y tienen acceso a menos derechos y servicios. Aunque legalmente tengan los mismos derechos en la practica es más difícil acceder a estos y eso les da un nivel de vulnerabilidad aún más alto. En cuanto a medios de vida, muchos solicitantes vivían del sector informal y ahora no es tan fácil ganarse la vida dese ahí; además, hay problema de desalojos, no tienen ingresos y no pueden pagar el alquiler de la casa y el dueño les hace problemas, hemos visto eso en varios países.
Acerca del Acuerdo de Cooperación de Asilo, el Gobierno de EE. UU. parece que insistirá con retomarlo ¿Acnur ha hecho alguna evaluación de este programa?
Nosotros no somos parte de este acuerdo, no hemos sido involucrados en negociaciones para saber detalles. No estamos en una buena posición para valorarlo, lo que hemos visto es que con el gobierno anterior no hubo una respuesta dentro del contexto del ACA y mucha gente que fue transferida no tuvo una respuesta integral y una gran parte de estas personas entrevistadas por organizaciones de la sociedad civil dijeron que salieron del país por inseguridad y violencia y a pesar de eso iban a regresar a su país porque no veían un futuro en Guatemala. Aunque eso es una visión parcial, claramente da una indicación de que muchas de las persona no veían una opción de refugio en Guatemala.
¿Este programa está suspendido desde marzo, esta pausa debería aprovecharse para mejorarlo?
El programa arrancó bajo del antiguo gobierno, entonces en los primeros meses el nuevo gobierno se estaban empapando de los temas y pienso que no han tenido la oportunidad de revisar el acuerdo, de ver exactamente cuál era la responsabilidades que asumió el Estado de Guatemala y espero que tengan la oportunidad de hacerlo y estudiarlo bien y armar unan respuesta que no solo que cumpla con las responsabilidades que asumieron, sino también con el derecho internacional y sobre todo sobre el derecho de los refugiados donde nosotros tenemos un interés en ayudar al gobierno para asegurarnos de que cumple con su responsabilidad internacional
Uno de los aspectos que se requería de este programa es que los solicitantes debían tener más tiempo para tomar una decisión y no solo 72 horas.
Es sumamente importante dar el espacio necesario a una persona. En el contexto de que un solicitante ha huido de su país, esta persona necesita descansar, asesoría jurídica y apoyo psicosocial antes de tomar una decisión que tendrá un impacto fuerte en su vida, no solo es cuestión de tiempo; además, el Estado de Guatemala necesita cumplir con sus obligaciones, dar un procedimiento justo y dar las condiciones socioeconómicas para que una persona pueda buscar medios de vida y tener acceso a derechos sociales como salud y educación.
¿Y puede Guatemala cumplir con las obligaciones establecidas en la convención de refugiados?
Yo esperaría que sí. Pero si me dices ‘van a llegar 100 mil personas’ va a ser mucho más difícil, es una cuestión de números. Si llegan 10 personas yo pienso que Guatemala puede dar un trato justo, y probablemente puede dar acceso a salud y educación. Puede hacerlo con 100, tal vez, con mil ya va a ser más difícil. Se puede cumplir y en ese sentido el nuevo gobierno ha expresado las mejores de las intenciones de querer hacer eso. Con voluntad el país puede cumplir, pero no tiene la capacidad de dar esos derechos a un número elevado de personas.