Estas dos muertes, subrayó, “revelan las terribles condiciones que sufren los migrantes, afrontando dificultades tanto en su huida de sus países de origen como en el limbo en el que están durante su tránsito, sin saber qué les va a ocurrir”.
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La fuente destacó que a la luz de estos fallecimientos Naciones Unidas Jakelin Caal, de 7 años, falleció el 8 de diciembre, 48 horas después de haber sido detenida junto a su padre, por una presunta deshidratación.
Felipe Gómez, de 8 años, murió en los últimos minutos de la pasada Nochebuena, supuestamente de una fiebre común, cuando estaba bajo custodia de las autoridades estadounidenses.
A raíz de las dos muertes la Cancillería guatemalteca instó a las familias a que no emigren de forma irregular con sus hijos, ya que se pone en peligro la vida de estos menores, lo que en su opinión se debe a que los padres continúan “cayendo en engaños por personas mal intencionadas”.
A pesar de la indignación que provocó ambas muertes, el Gobierno guatemalteco se limita a lamentar los hechos, mas no ha protestado contra Washington en ese sentido.
Analistas consultados por Prensa Libre coinciden en que la postura gubernamental evita enfadar a Estados Unidos y no causar desgaste en la alianza geopolítica.
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