“Cuando uno tiene familia pobre uno quiere ayudarlos para que tengan una mejor vida”, resume este hondureño, de 27 años, originario Santa Bárbara luego del primer día de camino.
Como Leiva, unos dos mil 500 hondureños emprendieron el viaje en una nueva caravana, la octava desde octubre del 2018 cuando los centroamericanos comenzaron a adoptar esta modalidad para migrar. Esto comprueba, según sectores promigrantes, el fracaso de las políticas represivas que han impulsado los países de la región a pedido de EE. UU.
Desde junio del año pasado no se producía una movilización masiva de migrantes luego de un periodo de nueve meses en el cual al menos seis caravanas salieron de Honduras y El Salvador rumbo a EE. UU.
Probablemente incidió en esa merma los anuncios del endurecimiento de las políticas migratorias en México y Guatemala, así como las múltiples visitas que para abordar el tema efectuaron a Centroamérica altos funcionarios estadounidense.
Causas
Pero la paciencia —pareciera— se agotó de nuevo.
Según Carlos Leiva, director ejecutivo del Centro de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos (Ciprodeh), organización con sede en Honduras, existe una decepción y desesperanza generalizada entre la población debido a la pobreza y falta de oportunidades de desarrollo, a lo que se suma el poco apoyo del gobierno.
Por si eso fuera poco la sequía ha afectado severamente a por lo menos cinco departamentos y ha obligado a las personas a huir.
- Migrantes desde el Triángulo Norte siguen viajando EE. UU. según las estadísticas de detenciones de la Patrulla Fronteriza
País | Adultos | Menores solos | Unidades familiares |
---|---|---|---|
Guatemala | 8,003 | 3,363 | 6,948 |
Honduras | 6,324 | 1,587 | 6,218 |
El Salvador | 2,818 | 921 | 2,649 |
“Tristemente eso hace que algunos se dediquen a la delincuencia lo que complica todo y no se puede acudir a las instituciones del Estado, porque en este país reina la impunidad”, expuso Leiva, al referirse a la violencia como otra de las causas de la migración.
El activista clamó porque en los países de tránsito se trate a los hondureños con humanidad y se les dé el apoyo necesario puesto que migrar “es un derecho de cualquier persona”; además, enfatizó en que los que deciden viajar a EE. UU. en caravana son “los más pobres de Honduras”, personas que no ganan ni el salario mínimo, tienen familia y no tienen casa donde vivir.
“Estas personas viven en una gran desesperanza, pero prefieren morir, como se dice, con las botas puestas. Se requiere coraje y fuerzas para hacer un viaje así. Esas caravanas también refleja la clase de gobernante que tenemos”, enfatizó Leiva.
José Luis González, Red Jesuita con los Migrantes
La Embajada de Honduras en Guatemala no respondió a una solicitud de comentarios. Una trabajadora de esa sede diplomática indicó por teléfono en la mañana y en la tarde que el embajador no estaba. Se envió un correo electrónico, pero que tampoco fue respondido.
Políticas “no han servido”
Para el sacerdote José Luis González, de la Red Jesuita con los Migrantes, la formación de una nueva caravana de hondureños demuestra lo ineficaz de las políticas migratorias que los gobiernos de EE. UU., México y Centroamérica han formulado para contener la migración.
“De nada han servido los acuerdos firmados. Toda la política migratoria que se ha hecho en los últimos seis meses no ha servido para nada ni seguirá sirviendo porque las causas siguen estando ahí y los gobiernos no le quieren entrar eso”, subrayó González, quien advirtió que toda vez no se atiendan los problemas estructurales “las personas van a seguir saliendo porque no tienen otra opción”.
González citó como factores de expulsión en nuestros países, una institucionalidad que no funciona, la economía “al servicio de la desigualdad”, así como la impunidad y corrupción “que están enquistadas no solo en las instituciones, sino también en el gran empresariado”.
Y los números confirman lo expuesto por González. Datos del sitio de internet de la Patrulla Fronteriza de EE. UU. confirman que la migración de hondureños y guatemaltecos no ha cesado.
Apenas en los primeros tres meses del actual año fiscal de EE. UU. —de octubre a diciembre— por lo menos 20 mil hondureños fueron detenidos en la frontera sur, mientras que la cifra de guatemaltecos en el mismo lapso se situó en 25 mil 262.
ICE apoya operativos
Durante la jornada de este jueves las fuerzas de seguridad contaron con el apoyo de oficiales del servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE en inglés) de EE. UU.
La vocera del Instituto Guatemalteco de Migración, Alejandra Mena, indicó que aquellos hondureños que ingresaban al país sin registrarse eran obligados a regresar para documentar su entrada. Añadió que todos tienen los 90 días que establece el acuerdo regional CA4 para permanecer en Guatemala, al final de los cuales serán regresados a la frontera por la que ingresaron.
Las autoridades se vieron obligadas a hacer operativos en ruta debido a que tanto en la frontera de El Corinto, Izabal, como en Agua Caliente, Esquipulas, Chiquimula, grupos de considerable tamaño irrumpieron en la aduana de ingreso sin registrarse debido a las largas filas que se formaron.
El sacerdote José Luis González pidió colaboración a las autoridades migratorias para que, en vez de detener y regresar a los migrantes, registraran su ingreso al ya estar instalados en un albergue.
También criticó que oficiales migratorios de EE. UU. hagan operativos en Guatemala.
“Es una vergüenza para —el expresidente— Jimmy Morales y esperamos que Alejandro Giammattei no siga así. Es vergonzoso, recordemos que los agentes pertenecen a una agencia de seguridad interna de Estados Unidos, entonces no sabemos qué es el interior para ellos, —tal vez— consideran que su frontera llega hasta aquí”, señaló el sacerdote.
Testimonios
En la caravana de ayer, varios hondureños hablaron sobre las razones de su viaje:
“Soy de Santa Bárbara me vine por la economía, allá no hay dinero ni trabajo, además la delincuencia, las maras y pandillas extorsionan y hacen imposible que uno pueda vivir. Por eso es que muchos decidimos agarrar camino, porque cuando uno tiene familia pobre uno desea ayudarlos, para que tengan una mejor vida. Yo trabajaba en el campo, ganaba 100 a 150 lempiras al día —unos Q45— luego aprendí albañilería y quiero ser maestro de obras, ese es mi sueño, allá en Honduras no hay oportunidades, de qué sirve estudiar si no hay trabajo, los títulos solo sirven para tenerlos pegados en la pared”
José Abelardo Leiva, 27 años.
“Vengo de Nacaome Valle. Salimos el martes en la madrugada, fueron dos días de camino y todo ha salido bien. Esperamos que el resto del camino no haya problemas. Me vine porque allá no hay trabajo y se quedó mi mamá y mi hermano, pienso llegar a Estados Unidos y sacarlos de la pobreza porque allá no se aguanta vivir. Trabajaba de ayudante de albañil, pero apenas ganaba 200 lempiras —Q62— y así no sale, la canasta básica está altísima”.
José Ochoa, 25 años.
“Soy de San Pedro Sula, y salí por muchos factores: falta de empleo, mucha inseguridad y otras cosas. Uno toma estas decisiones para tener una mejor vida. Mi meta es llegar a México ahí he vivido y tengo familia, allá sí se puede vivir trabajar, pero lamentablemente me deportaron cuando iba a hacer un viaje a Querétaro y no tenía mis papeles en orden”
Mauricio Alexander, 25 años.
*Con información de Andrea Domínguez
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