“¿Cómo es posible que tanto el gobierno de los Estados Unidos como el de México sigan con estos procesos de deportación en medio de la crisis que nos golpea en el contexto de una precariedad nacional en términos de servicios de salud y estrategias contundentes para contener la pandemia?”, criticó la Iglesia.
En ese mismo sentido, criticó: ¿Cómo es posible que ahora sean echados desde los Estados Unidos todos estos conciudadanos que han trabajado honradamente favoreciendo la economía norteamericana aunque su estatus no sea considerado “legal”?.
“¿Ya no les son útiles a la sociedad norteamericana, particularmente si han contraído el coronavirus?”, continuó. “Si los gobiernos de Estados Unidos y de México se han mostrado siempre como paladines de la defensa de los derechos humanos, ¿por qué ahora demuestran lo contrario?.
Para los obispos, “el ejemplo que ambos gobiernos dan así al mundo entero es el de no tener el mínimo sentido de humanidad”.
Los registros oficiales precisan que hay tres guatemaltecos deportados que dieron positivo de covid-19. El ministro de Salud, Hugo Monroy, dijo el 14 de abril que entre el 50% y 75% de deportados se contagiaron del virus, pero horas después cambió la versión sobre ese porcentaje. A pesar de la emergencia sanitaria, la administración de Donald Trump no bajó el ritmo de las deportaciones e incluso creó una norma para sancionar a los países que se resistan a recibir a sus ciudadanos. Guatemala, por su parte, ha pedido que Estados Unidos certifique de que cada persona devuelta no es portadora del del virus.
Para no ver “la paja en el ojo ajeno”, la CEG resaltó también que en Guatemala existe falta de solidaridad de comunidades que no han permitido el reingreso de sus paisanos. “Cuando les enviaban las remesas los felicitaban y alababan. Ahora que regresan deportados , sin ningún dólar en la bolsa, son discriminados y rechazados. ¿Es esto espíritu cristiano? ¿Es esto solidaridad nacional?”.
La carta señala que, sin ser políticos o diplomáticos, pero sí en nombre del pueblo, pidieron a Estados Unidos y México detener las deportaciones.
Los obispos expresaron también su agradecimiento al esfuerzo que a nivel nacional hacen las autoridades, médicos y enfermeras, pero sobre todo, del pueblo de Guatemala que “muestra en las horas más tristes sus mejores rasgos y valores”.
Siempre sobre la emergencia nacional, la CEG observó que, si bien las restricciones gubernamentales han demostrado tener resultado positivo y los casos han aumentado pero no en grandes números, “muchos guatemaltecos no han tomado conciencia de la gravedad de la situación y no se sienten corresponsables de lo que pueda suceder”.
Al respecto dijeron que es de “gravísima preocupación” la situación de millones de guatemaltecos que viven al día en trabajos informales y que ahora no reciben ningún ingreso.
Al tiempo que reconoció los subsidios que dará el Estado a los perjudicados, señaló siempre hauy “riesgo de un manejo sin transparencia y equidad, con favoritismos y sin llegar realmente a los más necesitados”.
También saludó gestos nobles como el de Patzún, primer pueblo en cuarentena total por un caso de coronavirus comunitario, “que ha querido compartir desde la pobreza de modo solidario con quienes están más aislados”.