Por lo cual, sin programas de reinserción ni indicadores sociales dignos para vivir, guatemaltecos hallan en la migración la única alternativa para sobrevivir.
Y si la migración ilegal es el resultado de la pobreza y desigualdad, y a su vez las deportaciones lo son esa migración, las estadísticas reflejan, entonces, que la situación ha empeorado. En los últimos 10 años, según cifras de la DGM, las deportaciones aumentaron casi 90 por ciento, y si se compara el número con el del año pasado, los retornos forzosos subieron 177 por ciento.
Tan solo este mes se supo de la muerte de Jakelin Caal y Felipe Gómez, dos niños de 6 y 7 años, respectivamente, que murieron mientras permanecían en custodia de la Patrulla Fronteriza luego de un largo viaje a través del desierto.
Ambos habían migrado junto con sus padres desde aldeas remotas, Jakelin de Alta Verapaz y Felipe de Huehuetenango, sumidas en la pobreza y en donde la migración alentada por traficantes de personas se ha convertido en una alternativa de vida.
Condiciones precarias
Las condiciones económicas de desarrollo social fueron calificadas como “desastrosas” por el analista Oswaldo Samayoa, situación que se ha agravado, afirma, debido a la inestabilidad política que se vive en el país ya que no permite desarrollar proyectos políticos locales o nacionales para el desarrollo de las personas.
“Eso genera lo que los sociólogos y psicólogos llaman frustración social y conlleva que las personas abandonen el país en busca de otras oportunidades”, expuso el analista. Afirmó que esa inestabilidad se ha incrementado desde el 2015, puesto que las acciones políticas en vez de propiciar el desarrollo han intentado proteger a los corruptos y generar más impunidad.
El excanciller Fernando Carrera coincidió en que uno de los factores determinantes que obligan a los guatemaltecos a migrar es el estancamiento de la economía rural. “Hay muy poco cambio en la economía rural y la mayor parte de los migrantes siguen llegan de zonas rurales. Los precios del café se han mantenido muy bajos en los últimos cuatro años y el cardamomo tampoco ha sido muy dinámico”, precisó Carrera.
No obstante, el exfuncionario subrayó que la necesidad de reunificación familiar también ha incidido en el incremento de las migraciones.
Y aunque Carrera considera que el aumento de la migración es cíclica, subraya que los factores, tanto de expulsión de Guatemala como de atracción de EE. UU. se mantienen. “De lado de la expulsión la pobreza y la violencia siguen, y las causas de atracción también, la reunificación familiar y que en EE. UU. hay mejores empleos, la economía va mejorando”.
“Por un lado estancamiento del economía, pobreza y violencia siguen expulsado personas, y por otro lado en EE. UU. hay atracción porque hay familia llamado a familiares y porque la economía está bien y genera empleos e ingresos”, destacó Carrera.
¿Quién es el responsable?
Tratando de buscar respuestas de quién es el responsable de la migración desde Guatemala, Samayoa cree que esta es compartida entre todos los actores del estado.
“Cuando hablamos de responsabilidad compartida es desde la ausencia del estado en ciertos municipios hasta ausencia de proyectos locales de desarrollo y ausencia de políticas nacionales que beneficien a las personas”, señaló Samayoa. Citó como ejemplo el que tres millones de niñas y niños no estudian o abandonan la escuela.
Consideró que las soluciones pasan por abandonar cualquier tipo de políticas populistas y un compromiso de desarrollar diálogos abiertos. La batuta de esos cambios, añadió Samayoa, debe ser de varios sectores, incluidas las universidades y los sectores político y privado.