Migrantes

Migrantes temen ola de violencia racista por afirmaciones de Trump sobre que comen perros y gatos

Miles de migrantes haitianos que huyeron de la violencia de las pandillas de su país temen ahora ser víctimas de una ola de violencia racista a causa de afirmaciones de Donal Trump.

LA couple of Haitian students use their mobile phones to record an exercise on a board during their English class by volunteer teacher Hope Kaufman at the Haitian Community Help and Support Center in Springfield, Ohio, on September 13, 2024. Bomb threats are being called into schools and businesses are closing at sundown in Springfield, Ohio, after the small US town has become the center of racist conspiracy theories targeting its Haitian immigrant community -- leaving some in fear for their lives. The mostly white city in the American Midwest has seen a boom in population in recent years, fueled mostly by Haitians attracted by its economic revival, and new businesses happy to attract laborers. (Photo by ROBERTO SCHMIDT / AFP)

Las tensiones para la comunidad migrante haitiana se incrementaron en Springfield, Ohio, EE. UU., luego de que el expresidente Donald Trump levantara rumores sobres los haitianos en ese estado. (Foto Prensa Libre: AFP)

En Springfield, Ohio, los inmigrantes haitianos que huyeron de las pandillas de su país temen ahora ser víctimas de la violencia racista desde que Donald Trump retomó la falsa acusación de que son asesinos que comen mascotas.

En esta pequeña localidad predominantemente blanca del noreste de Estados Unidos, varias escuelas y el ayuntamiento fueron evacuados esta semana después de que aumentaran las amenazas de todo tipo (incluidas de bomba) contra la comunidad haitiana.

Romane Pierre, gerente de un restaurante haitiano, cerró el jueves más temprano de lo habitual, preocupado porque sus empleados debían irse caminando a casa a altas horas de la noche.

Según él, varios inmigrantes de origen haitiano ya abandonaron la ciudad y otros lo están considerando.

En los últimos días, los republicanos, liderados por Donald Trump, volvieron a hablar de una supuesta "invasión" de inmigrantes a Springfield, acusándolos falsamente de atacar a perros y gatos de residentes locales para comérselos.

"Comen perros", afirmó el expresidente durante el debate que mantuvo con su contrincante demócrata Kamala Harris el martes, llevando la tensión al máximo.

Tanto la policía local como medios de comunicación de verificación de datos, entre ellos la AFP, desmintieron esas versiones.

"Es una realidad triste, que provoca pánico", dijo a la AFP el director de una residencia haitiana, Viles Dorsainvil, quien en la noche del jueves recibió amenazas que la policía federal está investigando.

Dorsainvil denuncia haber sido objeto de insultos y de incitaciones a que "se vaya" de la ciudad, que tienen origen -afirmó- en una "agenda política" consistente en agitar el fantasma de la inmigración ilegal.

Renovación económica

Sin embargo, fue la inmigración la que permitió a esta ciudad de menos de 60 mil habitantes, según datos de 2020, recuperar cierto dinamismo económico.

Como otras urbes del norte postindustrial de Estados Unidos, Springfield estaba en pleno declive demográfico cuando sus autoridades concibieron un plan para atraer nuevas empresas.

La oferta de trabajo llevó a que desembarcaran en la ciudad entre 10 mil y 15 mil haitianos.

Sin embargo, la creación de empleo no estuvo acompañada de políticas para abordar los problemas sistémicos que enfrenta la ciudad, en particular la pobreza.

Las tensiones preexistentes en el mercado inmobiliario, así como en la infraestructura médica y educativa, se agravaron, señaló Wes Babian, expastor de una iglesia bautista local.

Y las quejas de los residentes comenzaron a estar "teñidas de un racismo creciente", alcanzando niveles "casi peligrosos" durante el año pasado, añadió.

Numerosos miembros de la comunidad haitiana se encuentran en una situación legal o se benefician de un estatuto de protección. Algunos viven en Estados Unidos desde hace largo tiempo.

Se los acusa, no obstante, de haber llegado a Springfield en autobuses fletados por el gobierno federal y de vivir de la asistencia pública, a diferencia de la población local.

"Amenaza real"

Philomene Philostin se naturalizó estadounidense y desembarcó en Springield, donde instaló una tienda de comestibles en la que vende principalmente productos haitianos.

Otros, como Fritz, su esposa embarazada y su hijo de dos años, luchan para llegar a fin de mes. Están en Estados Unidos desde que, hace cinco meses, lograron cruzar la frontera con México y solicitaron asilo.

Fritz encontró un trabajo nocturno como técnico de limpieza en la industria alimentaria, pero aún no le han pagado el sueldo, le dijo a la AFP mientras desde la calle los ocupantes de un auto le gritaban "Fuck you".

Desde las declaraciones de Donald Trump del martes, Daniel sólo ha salido de su casa para lo indispensable.

Es uno de los beneficiarios del estatuto migratorio temporal específico otorgado a los haitianos en virtud de la situación política y de seguridad en su país.

"La amenaza es real", pero proviene de una "minoría" que se hace eco de "esta "retórica del odio", afirmó.

Daniel vive en Springfield desde 2020 y no se plantea irse. Algunos vecinos lo defienden.

Sentado frente a su porche, decorado con una bandera estadounidense, William Thompson, veterano de la guerra de Vietnam, afirma que Estados Unidos es "la tierra de los libres" y los inmigrantes haitianos "tienen la oportunidad de venir aquí para ser libres".

Y si, como muchos temen, las cosas empeoran, él tiene sus "armas allí adentro", se ríe.

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