Desde hace varios días se ha incrementado la presencia de ciudadanos venezolanos en diferentes sectores del país, principalmente en Esquipulas, Chiquimula, y la Ciudad de Guatemala, pues muchos de ellos tienen como objetivo llegar a México para después seguir su camino hacia EE. UU.
“Ante el incremento de personas migrantes transitando de manera irregular en el país el Instituto Guatemalteco de Migración, coordina operativos en diferentes puntos”, señala el IGM en un comunicado.
Agrega que el operativo de este lunes “tiene como objetivo identificar a personas que permanecen de manera irregular en Guatemala”.
“En el marco de la seguridad nacional y en cumplimiento a lo establecido en el Código de Migración, las personas que deseen ingresar, transitar y/o permanecer en el país deben cumplir con los requisitos establecidos, también se pone a disposición el sistema de refugio en el país”, dice el documento.
Ruta llena de peligros
Melissa Rosana, de 23 años, es madre venezolana de dos niños y junto a su esposo y una amiga decidieron continuar su viaje hacia EE. UU. luego de haberse establecido por un tiempo en Colombia, debido a que la situación económica de ese país les ha sobrepasado.
Según Melissa, a partir de la administración de Gustavo Petro subieron los precios de la comida, la gasolina y los impuestos, por lo que se volvió necesario tener por lo menos dos trabajos para sostener la economía familiar.
“Creemos que podemos tener un futuro mejor en los Estados Unidos”, asegura la mujer, para quien volver a Venezuela no es una opción.
Un mes y 10 días les ha tomado llegar a la Ciudad de Guatemala, una travesía que ha representado diversos peligros, incluyendo robos, violaciones sexuales, animales en la selva y crecida de ríos.
Además, las enfermedades respiratorias y gastrointestinales han aparecido ante la falta de techo, higiene y hambre; la falta de atención médica ha provocado que la búsqueda de una mejor vida se vea interrumpida por la muerte.
En medio del éxodo venezolano, Melissa indica que, contrario a recibir ayuda por parte de alguna entidad u organización de migración o de derechos humanos, su traslado se ha visto entorpecido por los transportistas y las mismas autoridades del país.
“Los pasajes son exageradamente costosos y a veces nos dicen que nos van a llevar a un destino y nos dejan botados”, señala.
Corrupción
La corrupción es un mal que afecta a los migrantes, pues David Valenzuela ha emprendido la travesía junto a su familia y denuncia que “de nada vale trabajar para pagar el pasaje si es más lo que te quitan los policías”.
Además de cubrir un sobrecosto en el viaje, deben tomar en cuenta las extorsiones de algunos elementos de seguridad que se encuentran en los retenes.
“Ellos se montan en los buses, mandan a bajar a todos los migrantes hombres; a cada uno le pide la cédula o el pasaporte, y debajo del documento hay que entregarle Q30. Después de los hombres, bajan a las mujeres”, denuncia, y agrega que, de no pagar, los trasladan en las patrullas de vuelta a la frontera de Honduras, donde nuevamente deben pagar para ingresar.
“Estamos en un país donde debemos acatar sus reglas porque son los funcionarios, pero no deberían porque somos migrantes y no tenemos plata”, expresa Valenzuela, quien está en busca de un refugio para 14 personas que desean continuar con su camino hacia el llamado “sueño americano”.