La unidad de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU. (CBP) contabilizó en esos 12 meses la detención de 60 mil 780 niños, niñas y adolescentes no acompañados que migraron desde Guatemala, dos mil más que en el año fiscal 2021, un promedio mensual de cinco mil 65 y de 168 al día.
La migración de menores guatemaltecos que viajan solos a EE. UU. se ha incrementado abruptamente desde hace 10 años. En 2012, según reportes históricos de la CBP, fueron interceptados tres mil 314.
Dos años más tarde la cifra había alcanzado ya las 16 mil 404 detenciones. En cinco años la migración creció paulatinamente y en 2019 se estableció un récord de 30 mil 996 menores interceptados. La pandemia y los encierros provocó una caída de estas cifras en 2020, pero se reactivó con más fuerza los siguientes dos años, con cifras que duplicaron a la del 2019.
El incremento de la migración de menores guatemaltecos ha alcanzado tal magnitud que en 10 años el aumento fue de mil 734 por ciento. Mientras que el promedio mensual pasó en ese lapso de 276 a más de cinco mil.
El aumento se dio a pesar de que el número general de guatemaltecos detenidos por la CBP cayó 18% al final del año fiscal 2022.
¿Qué ha pasado?
Conocedores del tema migratorio coinciden en que son varias causas las que motivan la migración, pero la más importante es la económica. Detrás de esta se cuentan factores como la violencia, la falta de servicios básicos del Estado y la reunificación familiar.
Asimismo, consideran que gran parte de la responsabilidad la ha tenido el Estado que no ha sido capaz de propiciar condiciones de desarrollo para que los menores y sus familias no sientan la necesidad de migrar al verse tentados por las historias de éxito que familiares o conocidos cuentan una vez establecidos en EE. UU. y que ahora son más fáciles de difundir a través de las redes sociales.
La situación para la niñez guatemalteca no es la mejor. Algunos indicadores no han mejorado en una década.
La pobreza, por ejemplo, se ha mantenido cercana al 50%. Según estimaciones del Banco Mundial, luego del golpe que supuso la pandemia, esta pasó del 47.8% al 52.4%. Para 2022 habría aumentado dos o tres veces más, según un informe actualizado en octubre pasado.
Esta pobreza repercute en la desnutrición, mal del que la niñez guatemalteca padece y cuyos números no se reducen pese a grandes planes que han anunciado gobiernos recientes, desde Hambre Cero, del Partido Patriota, hasta la Gran Cruzada Nacional por la Nutrición de Alejandro Giammattei.
Estos programas han gastado millones de quetzales con escasos resultados mientras el número de cinco de cada 10 niños con desnutrición crónica persiste, cifra que sube a ocho y hasta nueve por cada 10 en varios municipios del altiplano occidental.
Un informe de la Coordinadora Institucional de Protección por los Derechos de la Niñez (Ciprodeni) detalla que solo este año, de enero a septiembre, se detectaron 125 mil 349 nuevos casos de desnutrición crónica y 19 mil 547 de desnutrición aguda, de los cuales 24 fallecieron de hambre.
Educación y violencia
Los indicadores de educación también han retrocedido.
El informe Atlas nacional de la situación de la niñez y adolescencia del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) de 2021 detalla que hay varios municipios en donde uno de cada dos menores de 3 a 17 años no asiste a la escuela.
La pandemia agravó la situación.
Un reporte del Ministerio de Educación (Mineduc) precisa que el número de adolescentes que se inscribieron en básico disminuyó en cuatro años y pasó de 805 mil 77 estudiantes, en 2018, a 687 mil 61 en 2022. En diversificado la caída de la matriculación cayó, en el mismo periodo, de 422 mil 134 a 351 mil 985.
Además, según números dados a conocer por el Mineduc, cerca de 187 mil niños y adolescentes que se inscribieron en un centro educativo en el 2021 no concluyeron el ciclo escolar, un aumento del 71.6% con relación al 2020.
La situación es peor en la secundaria. El 82.2% de estudiantes de ese nivel que perdió el ciclo escolar en el 2020 se retiró definitivamente del sistema educativo, un total de 120 mil 486 que no alcanzaron el nivel de desempeño requerido para el grado.
Asimismo, la violencia no cesa. De enero a octubre pasado se registraban 895 casos en los cuales evaluaciones forenses evidenciaban signos de maltrato a menores de edad. De igual forma las alertas por desapariciones han pasado de 15 diarias, antes de la pandemia, a 20, en 2022.
En cuanto a la violencia homicida, de enero a septiembre de este año, se contabilizaban 453 asesinatos de menores, 78% hombres. Además, se estima que cada día 40 niños, niñas y adolescentes quedan huérfanos a causa de la criminalidad.
Niñez no es prioridad
El director ejecutivo de Ciprodeni, Otto Rivera, afirma que las cifras generales demuestran que “la niñez no constituye una prioridad para el Estado”. Llamó a la clase política a incluir en sus planes de gobierno un eje estratégico que aborde las causas estructurales que originan la migración.
A propósito de la campaña electoral que está por comenzar, lamentó que “cada cuatro años —los políticos—abrazan y besan a los niños y niñas, pero quien resulta electo ya ni los voltea a ver”.
Asimismo, señaló que, según un análisis efectuado por Ciprodeni, el Estado solo invierte Q5 al día para proteger los derechos de la niñez. “Este es un Estado que no le apuesta a sus niños, niñas y adolescentes y si no se crea un verdadero sistema de protección van a seguir yéndose”, advirtió.
En ese sentido, un informe del 2020 del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) calificó de “raquíticas” las inversiones que hace el Estado a favor de la niñez y adolescencia que del 2015 al 2019 apenas superó el 3.5% del producto interno bruto (PIB), cifra que “resulta a todas luces insuficiente”.
Asimismo, detalla Icefi, entre 2017 y 2019 la inversión para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible vinculados con niñez y adolescencia rondó entre un 3% y 3.2% del PIB, es decir que, de cada quetzal producido en el país menos de cuatro centavos se destinaron a este fin.