Esa cifra de centroamericanos migrantes “no incluye a los que buscaron otros destinos, como España o Costa Rica”, afirmó el experto durante el foro, auspiciado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y que se extenderá hasta el viernes.
Orozco destacó que la violencia es una causa fundamental de esa corriente migratoria desde el Triángulo Norte de Centroamérica, conformado por El Salvador, Guatemala y Honduras, que registran los mayores índices de criminalidad en la región.
Indicó que muchos migrantes centroamericanos en Estados Unidos se preguntan si es más riesgoso dejar a sus hijos a expensas de las violentas pandillas que operan en su país de origen o que realicen la travesía por tierra hacia el norte.
Ello explica que miles de niños procedentes de esos tres países realicen la riesgosa travesía hacia Estados Unidos.
La ola migratoria alcanzó en el 2014 dimensiones de crisis humanitaria, aunque no ha concluido, según las autoridades norteamericanas.
El investigador costarricense Jorge Vargas Cullel, del programa universitario Estado de la Nación, destacó que Centroamérica experimenta un “bono demográfico”, es decir un aumento en la población de jóvenes en los países que más generan migración.
Esa expansión poblacional centroamericana encontró un campo propicio en Estados Unidos, que ha tenido una reducción en su tasa de natalidad sumada a la jubilación de la generación nacida posterior a la Segunda Guerra Mundial, conocida como los “baby boomers” por ser una de las expansiones poblacionales más grandes de su historia, según el activista de origen salvadoreño Oscar Chacón, de la Alianza Américas.
“Hay una sincronía interesante entre el bono demográfico centroamericano y lo que ocurre en Estados Unidos, el más importante mercado laboral para la fuerza de trabajo centroamericana y mexicana”, detalló Chacón.
Por ello, sostuvo, “este fenómeno migratorio no está ni cerca de terminar, vamos a ver la continuación de las corrientes desde Centroamérica”.