Esta caravana confirmó los pronósticos de organizaciones de derechos humanos que presagiaban que una apertura de las fronteras aumentaría considerablemente la migración, misma que había disminuido en los primeros meses de la pandemia del covid-19, pero que ya había comenzado a recuperarse entre julio y agosto.
Los migrantes hondureños desde que comenzaron las caravanas en el 2018 han afirmado que en su país no hay oportunidades para vivir, escasea el empleo y por si fuera poco la violencia parece incontrolable. De hecho, para 2019 Honduras cerró con la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes más alta de Centroamérica con 41.2 por ciento.
La pandemia del coronavirus terminó por sepultar las esperanzas de muchos hondureños, coinciden organizaciones promigrantes de aquel país. El crecimiento económico cerrará este año en números rojos, lo que se traduce en el cierre de decenas de empresas y negocios lo que repercutirá en más pobreza.
Un informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, publicado este año advierte que la crisis económica por la pandemia, en su escenario más negativo, podría dejar como resultado un incremento del 26.8% de la pobreza moderada y 38.2% de la pobreza extrema.
Aunque el Gobierno ha tratado de implementar planes para contrarrestar los efectos, las organizaciones aseguran que la ayuda no ha llegado a los más necesitados.
Habrá más pobres
“La pandemia significará más pobreza y más hambre para el país. El gobierno dio alguna ayuda, pero no a los migrantes más necesitados ni en lugares remotos”, aseveró la hermana Nyzelle Juliana Dondé, religiosa que coordina a nivel nacional la Pastoral de Movilidad Humana en Honduras.
Dondé señala que posterior a la pandemia “con toda seguridad” Honduras quedará como uno de los países más pobres de América Latina. Anteriormente, añadió, la población huía sobre todo de las áreas rurales, pero esto ha cambiado y hoy en día miles están migrando desde las ciudades de los 17 departamentos.
Karla Rivas, coordinadora de la Red Jesuita con Migrantes en Centroamérica coincidió con que el Gobierno probablemente ha hecho un mal manejo de la ayuda para los afectados por la pandemia del nuevo coronavirus.
Por ejemplo, indicó que hay denuncias de que la asistencia fue entregada por militares y coordinada por gente afín al Gobierno y que se entregaba con los listados de activistas progubernamentales y no se dio a quien más lo necesitaba.
Más indicadores
Honduras también figura en los últimos lugares de Centroamérica cuando se habla de escolaridad y desarrollo humano. El PNUD en su informe del 2019 ubicó a este país en el puesto 132 de 189 evaluados. En el istmo es el peor ubicado, aunque no muy lejos de Guatemala y Nicaragua que ocupan el puesto 126 o El Salvador, 124.
Dondé asegura que lo que impulsa a salir a los hondureños son la falta de empleo, la inseguridad generalizada, así como la corrupción y la impunidad.
Agregó que la gran mayoría de los cerca de 31 mil deportados que han retornado este año, muchos de ellos durante la pandemia, solo piensan en retomar la ruta de vuelta a EE. UU. puesto que no reciben mayores incentivos para quedarse en Honduras fuera del apoyo que dan algunas oenegés como la Pastoral que ella coordina, pero que es insuficiente.
“Muchas empresas han cerrado y han despedido a la gente sin sus derechos laborales. Otras dicen que abrirán, pero no se sabe cuando y las personas necesitan llevar comida a sus casas”, enfatizó Rivas al explicar las motivaciones de esta nueva caravana.
No está politizada
Ambas activistas coinciden en minimizar la posibilidad de que esta caravana haya sido manipulada con fines políticos puesto que muchos de los integrantes desconocen que rutas tomar o cuál ciudad es la próxima o en qué frontera saldrán de Guatemala. “La mayoría dice que migra porque ya no se puede vivir en Honduras”, asegura Rivas.
Expuso que en anteriores movilizaciones los gobiernos han “identificado chivos expiatorios” para evadir su responsabilidad en la huida de las personas.
Asimismo, Dondé mostró preocupación por las medidas represivas anunciada por el Gobierno de Guatemala puesto que “nada detendrá la migración”.
“Nos asusta y preocupa. Los migrantes siempre van a encontrar puntos ciegos para seguir su ruta porque es mucho más fuerte el deseo de luchar por la vida que las barreras que los gobiernos ponen”, subrayó.
Se estima que unos tres mil hondureños ingresaron en caravana a Guatemala donde se le podrían adherir grupos de guatemaltecos. Ya en la frontera con México se espera que hagan lo mismo salvadoreños e incluso nicaragüenses.
Más de 23 mil hondureños han sido devueltos a ciudades fronterizas de México con EE. UU. en lo que las autoridades de este país le dan una respuesta a su solicitud de asilo, de estos apenas 20 han recibido dicho alivio migratorio.
Por aparte a Guatemala en medio del Acuerdo de Cooperación de Asilo (ACA), EE. UU. deportó a 579 personas entre noviembre del 2019 y marzo pasado.
Funcionarios estadounidenses no han descartado que el programa pueda reactivarse. En una breve comunicación de la Embajada de EE. UU. en Guatemala se informó a Prensa Libre que el acuerdo ACA “está suspendido debido a la pandemia”.