Luis es originario de Quetzaltenango, lleva 15 años en París donde imparte clases de guitarra clásica en varios conservatorios de música. Al momento de los ataques, se encontraba practicando ejercicio a unas cinco calles de uno de los blancos, las sirenas de bomberos y policías fueron las que le advirtieron que algo había sucedido.
Mariela reside en París, su apartamento está justo frente a uno de los bares donde se registró uno de los primeros tres tiroteos, desde ahí ella escuchó durante unas tres horas el sonido estridente de las sirenas de policía y ambulancias.
“A mí me encanta salir a los bares de mi calle y en otro día podría haber estado en esa calle, en los tiroteos. Me asustó un poco”, dice Mariela al recordar la tragedia.
Tanto Luis como Mariela están conscientes que luego de los ataques París no será la misma, la seguridad se ha incrementado, la presencia policial domina el panorama y sobreponerse llevará tiempo.
“Cada quien toma el miedo de una manera distinta, hay gente que no quiere sentir miedo y enfrentar la vida así. Hay otra gente que por precaución tiene miedo, yo no estoy acostumbrada, me da un poco de miedo”, dice Mariela al reconocer que todavía existe una amenaza latente de nuevos atentados en una ciudad, ahora sitiada por el Gobierno para garantizar la protección.
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— AP Noticias (@AP_Noticias) November 15, 2015
Mariela también reconoce que presintió que algo mal podía pasar, por la cercanía del aniversario del ataque a la revista Charlie Ebdo, en enero, lo que según ella, podría traer de nuevo ataques.
Luis resalta que lo más extraño, 24 horas después de los ataques, es ver tanta policía en las calles. “Aquí es rarísimo ver policías, la ciudad es muy tranquila, la gente puede salir a las 3 o 4 de la mañana y no te pasa nada, ahora es un poco extraño”, dice Luis.
“Ahora cerraron todos los lugares públicos, los museos están cerrados, los conservatorios de música también. Hay cercas que evitan que uno se acerque a los edificios públicos. La gente no quiere salir de su casa”, dice Luis.
Ambos connacionales, profesionales trabajando en Francia, reconocen la labor de la Cancillería y el contacto rápido con ellos para garantizar que estaban bien. La reacción fue bien recibida por los guatemaltecos en ese país que reconocen la inmediatez legal.