Quiej, de 39 años, nació en un poblado de Retalhuleu, donde logró estudiar hasta quinto primaria en una escuela lejana de su casa. “Ya no me acuerdo del pueblo, solo que vivía en la montaña”, dijo Quiej sobre los vagos recuerdos que tiene de su terruño.
Los recuerdos de Guatemala en la mente de Quiej la llevan hacia su infancia cuando asistía a la escuela y de cuando visitó por primera vez la capital.
“Caminaba varios kilómetros para ir a la escuela, recuerdo que en la guerra mataban a muchos agricultores, mataban a gente inocente. Una vez nos aventuramos a la capital, fuimos al Palacio, yo quería entrar pero nunca pude entrar, y solo miraba mucha gente, miraba los parques, pero la violencia me daba miedo y decidí leer la Biblia”.
El viaje hacia un país desconocido
Fue un día de 1993 cuando Quiej inició su viaje rumbo a Estados Unidos para dejar atrás la pobreza y la violencia. Su mamá la envió hacia EE. UU., debido a que en su tierra los querían matar.
“Nos fuimos así como adivinando con un mapa, en ese tiempo no había tanto peligro, primero fuimos con aventones, luego una señora nos dijo qué buses tomar en México. Ahí en Nogales, llegamos”, recuerda.
“Cuando vine, pensé que me iba a perder en este pueblo, pero una señora me dijo: vas a conocer, vas a conocer. Comencé a caminar cinco cuadras, y después me iba; dejaba señas por donde caminé y después regresaba, así fue como conocí las calles de acá”, narró.
La valiente mujer llegó a EE.UU. junto con su hermana, quien vivía en Homestead, pero debido a que trabajaba en el campo se cambiaba de casa con frecuencia. Quiej decidió quedarse en ese lugar.
“Acá conocí a mi esposo, estuvimos juntos como diez años, o más, realmente no me acuerdo”, relató Quiej al mencionar el momento que conoció a su esposo, Andrés Jiménez, con quien procreó cinco hijos.
¿Por qué huyó de Guatemala?
“Él trabajaba y queríamos lo mejor para ellos (sus hijos), no queríamos regresar a Guatemala porque no hay futuro, no hay futuro escolar”, refirió Quiej al asegurar que en este país no existe una educación de calidad y que la falta de oportunidad laboral es mayor que en el país en el que ella vive.
La seguridad es uno de los factores que provocó que esta mujer no regresara a Guatemala, y recalcó que allá –EE. UU.– la policía reacciona inmediatamente sin dejar impune los casos de violencia. Ejemplificó la situación con su hermana, a quien su esposo le golpeaba y las autoridades nunca hicieron nada.
“En este país hay un buen futuro para los niños, para los estudiantes, para las madres, hay mucho apoyo para las madres; aunque sea recogiendo basura o cuidando un niño, pero es trabajo”, relató la orgullosa madre sobre cómo se ha ganado el dinero para el sustento de sus pequeños.
Durante los últimos 20 años Quiej se ha dedicado a cuidar y criar a sus cinco hijos, la razón de no tener un trabajo formal es debido a que ha escuchado que en varios países existen depredadores sexuales o roba chicos. Asimismo agregó que cuando los niños están pequeños necesitan atención, amor, cariño. “Empecé a leer libros, fui a reunión de padres, aprendí cómo no lastimar su corazón”.
Al consultarle si regresaría a Guatemala, Quiej solo respondió que, con el pasar de los años, ha visto cómo sus hijos han salido adelante por el nivel de educación al que tienen acceso, así como el amparo que sienten en la aplicación de las leyes.
Un futuro poco esperanzador
El esposo de Quiej se encuentra en distintos lugares de México donde busca lugares para trabajar y así poder enviar parte de sus ganancias a su familia. Sin embargo, la comunicación entre ella y su marido es poco frecuente, pero como toda una mujer luchadora encomienda la vida de su conyugue en las manos del Creador para que lo proteja y le provea alimento en el día.
“La última llamada que recibí de él me dijo que estaba en Tapachula, en alguna ciudad de por ahí. A veces trabaja de lo que le caiga”, dijo la mujer, que no pierde las expresiones que caracterizan a los guatemaltecos.
“Obama no ha hecho nada”
Quiej se pone nerviosa cuando responde preguntas sobre el impacto que tuvo en la comunidad hispana la pregunta que les hizo a los candidatos Sanders y Clinton durante el debate demócrata. “No sé, la verdad no sé”, replicó.
Al consultarle sobre si los candidatos cumplirán con su promesa, respondió que los políticos buscan el voto hispano y que quizás si o quizás no cumplan con las promesas. Quiej ejemplificó este caso con las promesas de Barack Obama: Dijo que en sus cien días de trabajo iba a dar reformas migratorias, pero hasta aquí no ha hecho nada”.
Un mensaje para los guatemaltecos y latinos
“Tengan una esperanza, ojalá primeramente Dios que haya una reunificación familiar, que regresen a todos los padres trabajadores del campo…, porque fueron padres trabajadores que la Migración los agarró injustamente, padres que trabajan duro, de sol a sol…”.
Asimismo Quiej compartió unas palabras a las mujeres que conocen el sentimiento sobre un familiar que ha sido deportado, por lo que dijo: “sean fuertes, sean valientes, sigan trabajando para sus hijos para que lleguen a ser profesionales, porque ahora la droga, las pandillas, destruyen a los adolescentes.
Las palabras de una migrante para el gobierno de Guatemala
“Les hablo con todo mi corazón para que ayuden a los niños y a los adolescentes, para que puedan ayudar a las escuelas, universidades para que los niños puedan estudiar y tener una comida; que hayan más policías y que pongan más atención al pueblo. Que el presidente entienda las situaciones de las comunidades y que apoye a que haya más trabajo…”
Entre los consejos de Lucía hacia el presidente de Guatemala Jimmy Morales está el fomento al arte en escuelas, clases de música, y pintura, y concluyó: “Que ayude a los niños, que vaya a las comunidades, que arregle las carreteras, hay muchísimas cosas que arreglar en Guatemala”.