Si bien es cierto la cantidad de guatemaltecos que llegaron a la frontera entre México y EE. UU. tuvo un fuerte descenso en los meses cuando la cuarentena fue más estricta, ya en junio y julio se experimentó un leve aumento.
Para agosto, el número de adultos solos, unidades familiares —un adulto con al menos uno de sus hijos— y de menores de edad no acompañados se incrementó vertiginosamente al punto que las detenciones que reportó la Patrulla Fronteriza (CBP) de EE. UU. fueron un 70% más que en julio.
Después de duros confinamientos que se extendieron desde el 17 de marzo y que incluyeron encierros casi totales en varios fines de semana, el 27 de julio comenzaron a reabrirse poco a poco las actividades económicas y se redujo la duración de los toques de queda.
Sin embargo, la medida que más favoreció la movilización de la migración irregular fue el levantamiento de la prohibición al tránsito interdepartamental.
Aunque el transporte público extraurbano no funcionó en agosto, los migrantes se habrían movilizado por cualquier otra forma a través del país, al extremo que más de 13 mil lograron llegar a EE. UU. donde fueron detenidos.
Por la naturaleza de migración irregular es imposible determinar cuántos lograron ingresar sin ser detectados.
Pero no solo los guatemaltecos se atrevieron a hacer el viaje. Del 1 de marzo al 31 de agosto de este año, durante los meses de la emergencia sanitaria, al menos cuatro mil 182 salvadoreños y 15 mil 645 hondureños llegaron a la frontera sur de EE. UU., es decir, necesariamente tuvieron que transitar por Guatemala a pesar del cierre de fronteras que comenzó el 16 de marzo.
Deportaciones
Otro indicador de que la migración clandestina ha aumentado es el incremento de las deportaciones desde EE. UU. que en el presente año suman más de 16 mil, de los cuales cinco mil retornos ocurrieron durante la emergencia.
De esa cuenta en marzo hubo mil 107 guatemaltecos que fueron deportados, cifra que se redujo en los tres meses siguientes hasta llegar a un mínimo en junio de 308. Sin embargo, ya en julio el Instituto Guatemalteco de Migración (IGM) registró 786 deportaciones y en agosto sumaron mil 346.
La demanda por enviar guatemaltecos de vuelta al país ha crecido a tal punto que las autoridades estadounidenses parecen ya no respetan el acuerdo inicial de enviar a menos de cien pasajeros por vuelo, y ya en julio comenzaron a arribar aviones arriba de ese límite.
A raíz de la pandemia del covid-19, EE. UU. prácticamente ha cerrado sus fronteras a los migrantes incluidos aquellos que llegan a solicitar asilo.
Bajo el Título 42, en vigencia desde el pasado 21 de marzo, la Patrulla Fronteriza implementó expulsiones “exprés” mediante las cuales se envía deporta a México o a sus países de origen a casi la totalidad de migrantes que atraviesan la frontera.
Esta ley prohíbe la entrada a EE. UU. de personas “que potencialmente representan un riesgo para la salud” por distintos factores, entre estos el que “hayan ingresado ilegalmente al país” pues se supone que lo hicieron para evadir los controles sanitarios.
Este martes arribaron a Guatemala 57 guatemaltecos que fueron deportados desde EE. UU. Todos padecieron covid-19 y se recuperaron. El IGM informó que es el cuarto vuelo de ese tipo.
Bandas no paran
Parte de la explicación del por qué la migración no se detiene está en que las bandas de traficantes de personas no cesaron de ofrecer sus servicios; de hecho, tanto la Embajada de EE. UU. como el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex) continúan con campañas de concientización para desmotivar la migración al norte.
Recientemente el vicecanciller Eduardo Hernández advirtió que han detectado a través de las redes sociales que hay “ofertas” para viajar a EE. UU. las cuales “son falsas” puesto que ofrecen muchas cosas que no cumplen y por el contrario la gente puede perder su patrimonio y hasta la vida.
Panorama sombrío
Pero analistas de la región ven más razones de fondo que estas ofertas para viajar a EE. UU. y creen que es inevitable un repunte de la migración como consecuencia del desastre económico que está dejando el covid-19 en nuestros países.
Para el investigador en temas de migración de la Asociación de Investigaciones y Estudios Sociales (Asies), Jahir Dabroy, más que frenar la migración lo que la pandemia hizo en los países centroamericanos fue cambiar a antiguas formas de hacer los viajes a EE. UU.
De esa cuenta pudo notarse como las autoridades estadounidenses detuvieron a pequeños grupos de migrantes en vehículos relativamente pequeños, contrario a meses pasados cuando viajaban en grandes cantidades dentro de camiones.
Según el investigador, si se toma en cuenta la vulnerabilidad en que están quedando miles de centroamericanos derivado de la pandemia hará que en los próximos meses se incremente la migración hasta alcanzar las cifras históricas que se registraron el año pasado.
Otro aspecto que preocupa a Dabroy es que, debido a la pandemia del covid-19, se estigmatice a los migrantes y sean percibidos como agentes contaminantes, lo cual puede conducir a peligrosas acciones xenofóbicas de guatemaltecos hacia hondureños y de mexicanos contra centroamericanos.
El investigador también se refirió a las deportaciones exprés que implementa EE. UU. y considera que estas se mantendrán toda vez ese país se encuentra en año electoral y al presidente Donald Trump seguirá con su política antimigratoria.
De esa cuenta, añadió, es probable que muchos opten por quedarse en México para evitar el regreso a Centroamérica por lo cual los gobiernos del istmo deberían de iniciar diálogos con este país en busca de opciones de trabajos temporales, puesto que su capacidad de negociación frente a EE. UU. prácticamente es nula.
Situación empeorará
Carlos Sierra, defensor de derechos humanos del Centro de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos de Honduras (Ciprodeh), la pandemia “lejos de mermar la movilización la ha estimulado” y si en abril y mayo se registraron pocas detenciones de la Patrulla Fronteriza esto fue porque los hondureños tenían menos opciones de movilizarse por los países.
Sierra sostiene que el éxodo de hondureños obedece a una mezcla de factores que van desde la pérdida de miles de empleos producto del cierre de industrias, hasta que no terminan de cuajar los programas asistenciales del Gobierno.
“En Honduras muchos trabajan en maquilas y con la pandemia muchas simplemente decidieron cerrar, eso más el golpe directo a la economía informal y el mal manejo del plano social de la pandemia. Se avizora un panorama muy negativo en el tema económico”, expuso Sierra.
El activista señala que aunque la cifra de más de 15 mil hondureños que han salido del país entre marzo y agosto sorprende, se debe tomar en cuenta que el doble o tal vez el triple huyeron de Honduras, ya que muchos probablemente optaron por quedarse en Guatemala o México, e incluso hay algunos que habrán ingresado a EE. UU. sin ser detectados.
Gobiernos pueden evitar nuevo éxodo
Cesar Ríos, director ejecutivo del Instituto Salvadoreño del Migrante (Insami) coinciden con que la calidad de vida en los países de origen de migrantes disminuirá “grandemente” por lo que puede haber un incremento de la migración.
No obstante, afirma que los gobierno tienen la oportunidad de evitar un éxodo migratorio si implementan políticas públicas para enfrentar esta nueva realidad de los efectos que comienza a dejar la pandemia.
Para Ríos la pandemia ha dejado secuelas fuertes en aspectos que involucran a los migrantes, puesto que fueron los primeros empleados en ser despedidos en los países de destino, como EE. UU., por lo tanto sus familias han dejado de recibir remesas, se calcula que e 22% de las familias salvadoreñas viven de las remesas.
A esto se suman los deportados que siguen llegando en grandes cantidades y que regresan a una realidad en la cual son más vulnerables.