Estas celebraciones se han vuelto comunes en muchas aldeas del altiplano guatemalteco, especialmente de Quiché, San Marcos y Huehuetenango, donde los migrantes pagan la celebración de estas reuniones a la vez que agradecen al Supremo por la “bendición” de haber llegado a EE. UU., conseguir un trabajo o tener cierto tiempo de vivir allá.
Una búsqueda simple en la referida red social basta para detectar un sinfín de actividades de este tipo, cuyo costo oscila entre Q10 mil a Q60 mil, depende de la calidad o prestigio del grupo musical y de cuantas personas asistan. En la mayoría de las ocasiones se les da alimentación a grupos que pueden ser de 50 hasta de 300 personas.
La mayoría de las veces los migrantes lo pagan todo. Envían desde US$100, US$200 y hasta US$300 cada uno. En ocasiones es la iglesia donde se realiza la actividad la que se encarga de manejar esos recursos.
Mire el video:
Aunque muchos de estos conciertos se hacen con un agradecimiento genuino, los organizadores ignoran que estas muestras de fe terminan convirtiéndose en un incentivo más para la migración, ya de por sí impulsada por la pobreza y falta de oportunidades de desarrollo de la provincia.
En las actividades se resalta el nombre de los migrantes, se agradece a Dios y se les asegura que si se encomiendan a él es posible llegar al norte:
En las actividades se reconoce a los migrantes que han viajado a EE. UU. como una bendición para la familia y para la comunidad.
En otras se resalta a los asistentes los lazos entre Guatemala y EE. UU.
Analistas en temas de migración ponen sobre la mesa la posibilidad de que estos conciertos y cultos religiosos puedan motivar a más jóvenes de la provincia a migrar a EE. UU. Aunque no hay un estudio, ni siquiera una medición de cuánto ha aumentado la migración desde el auge de estas actividades, reconocen que la fe juega un papel muy importante en los pueblos rurales.
Pedro Pablo Solares, abogado expertos en temas de migración, explica que por un lado, la juventud se encuentra con una realidad que no le ofrece oportunidades de superación ni de cumplir sus metas.
Por otro, los jóvenes saben que en EE. UU. hay trabajo porque han sido testigo de las historias de éxito de muchos de sus conocidos que al poco tiempo de haberse establecido en el norte envían remesas y sus familias cambian sus patrones de consumo.
El ver esos contrastes podría influir en una decisión de ese tipo, dice Judith Erazo, licenciada en Psicología e investigadora del Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial.
Pero ¿por qué quienes migran toman esta decisión a pesar de las múltiples noticias de deportaciones y de tragedias en la ruta migratoria?
La religión está tan acentuada en las comunidades rurales que pesan, más que las tragedias, las historias de éxito que se ven reflejadas cuando uno o muchos conocidos son capaces de llegar y enviar dinero, incluso para financiar estos conciertos y servicios religiosos, dice Solares.
Aunque estas expresiones parecen no tener otra motivación más que la fe y religiosidad, la fiscalía contra el Tráfico Ilícito de Migrantes, no descarta que en las investigaciones que hacen de múltiples estructuras criminales pueda salir algún nexo con posibles promotores de estos eventos.
Casualmente de Quiché, San Marcos y Huehuetenango donde, según la fiscalía, han proliferado las bandas de coyotaje, es donde más conciertos se detectan en Facebook y desde donde más migración se genera.
A juzgar por las deportaciones desde EE. UU. y México que reporta el Instituto Guatemalteco de Migración, el 65% de los retornados de 2017 a junio de 2022 era de estos departamentos.