Este discurso no son solo palabras, ya que la oficina de Aduanas y Control Fronterizo (CBP en inglés) de EE. UU. ha reforzado su frontera sur de tal manera que una gran cantidad de migrantes que cruzan la línea divisoria con México son capturados.
Para tal fin, la CBP dispone no solo de barreras naturales como el Río Grande, sino también de artificiales, como el muro, del cual ya hay una parte y actualmente se construye otra, y tal vez la más importante la vigilancia mediante tecnología que permite aumentar la capacidad de detectar intentos de contrabando de personas.
Aparte de cámaras infrarrojas que son capaces de detectar personas de noche, la CBP utiliza drones y ha colocado sensores de movimiento y de calor en puntos estratégicos con los cuales los propios indocumentados son quienes al pasar alertan de su presencia a los oficiales. Este equipo es el complemento ideal para los cientos de patrullas que vigilan la frontera.
Por si eso fuera poco, los patrullajes en helicóptero, entre ellos Black Hawk, y en zepelines espías -globos dirigibles- son constantes y con alta tecnología para de detectar actividades ilícitas o cruces no autorizados de migrantes.
Estos inflables no son piloteados, cada uno cuenta con radar que pesa dos mil 200 libras y es capaz de detectar aeronaves en un rango de 320 kilómetros. Por lo menos hay uno de ellos que sobrevuela el área del Valle de Río Grande, el cual fue posible observarlo durante la vista que efectuó Prensa Libre a la frontera sur.
Cada dirigible se cotiza en unos US$8.9 millones —Q68.5 millones—, son mantenidos en el aire por helio que a medida que los aerostatos ganan altura se expande hasta que llena la mayor parte de la aeronave. Se elevan y bajan mediante cables de alta resistencia.
Revisiones minuciosas
La tecnología también ha cambiado la forma de revisar los vehículos en los puntos de registro, como el ubicado en Falfurrias, sobre la autopista nacional 281.
En ese punto circulan alrededor de 10 mil vehículos por día. Recientemente se amplió a ocho el número de garitas para que la totalidad de automotores sean inspeccionados. El punto donde se registra a los vehículos particulares es distinto a aquel donde se revisan los comerciales o de carga.
El proceso es así: cuando un automotor llega a la garita de revisión un oficial hace una sencilla inspección visual y posiblemente haga algunas preguntas; además, canes entrenados apoyan dicho procedimiento. Si a su criterio todo está normal lo deja seguir su camino, pero si nota algún comportamiento sospechoso o extraño o el perro da alguna señal de alerta, entonces lo obligan a pasar a las áreas de rayos X, donde expertos le hacen una revisión minuciosa.
Es así como mediante este sistema de escaneo han hallado a personas escondidas en un doble fondo de un camión, o bien sea escondidas dentro de la cabina, dentro de cajas en el furgón, en los baúles de vehículos particulares, en maletas e incluso, el caso más sorprendente, un migrante dentro de la parte delantera del carro, donde va el motor.
El muro
Durante la gira por la frontera sur, Prensa Libre constató el avance de la construcción de una parte del muro en la localidad de Donna, condado de Hidalgo, Texas.
En el lugar ya existe una barda desde el 2010 que se levantó durante la administración de Barack Obama; sin embargo, la que se construye actualmente de una longitud aproximada de seis millas -9.6 kilómetros-, tendrá mejores acabados y características especiales para hacerla impenetrable, puesto que la actual, según los propios oficiales de la CBP, fácilmente es escalada por los migrantes.
Actualmente ya existen unos mil 40 kilómetros de muro, y el que se erige en Donna es parte de los 800 kilómetros adicionales que el Gobierno de EE. UU. espera tener finalizados para diciembre de este año. La frontera con México es de poco más de tres mil 140 kilómetros, pero accidentes geográficos y el Río Grande ya hacen las funciones de muro, puesto que imposibilitan o al menos dificultan el paso de migrantes.
El impulso que el presidente Donald Trump ha hecho del muro ha calado profundo dentro de los ciudadanos estadounidenses, sobre todo los que habitan en la frontera, de tal suerte que, en gran parte del río Grande, que divide EE. UU. con México, propietarios privados han financiado la construcción de unos 10 kilómetros de barda a la orilla del río en el sector de McAllen.
El río también es custodiado por efectivos de la CBP en embarcaciones capaces de llegar a los 80 kilómetros por hora; además, miembros de la Guardia Nacional de México también custodian el afluente con el objetivo de evitar los cruces ilegales.