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Migrantes: cuáles son los municipios que más expulsan a los guatemaltecos y qué tienen que ver con esto las redes comunitarias establecidas en EE. UU.

Las localidades que muestran mayores tasas de migración tienen en común que están en el occidente del país.

Llamativa casa en Santa Eulalia, Huehuetenango, construida con dinero que mandan los migrantes desde EE. UU. En los municipios de este departamento la tradición de migrar está arraigada. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL/Esbin García)

Llamativa casa en Santa Eulalia, Huehuetenango, construida con dinero que mandan los migrantes desde EE. UU. En los municipios de este departamento la tradición de migrar está arraigada. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL/Esbin García)

Enormes montañas, bosques, clima frío y hermosos paisajes caracterizan a los municipios del altiplano occidental guatemalteco. Todos comparten estas bondades que vistas por un visitante ocasional o un turista podrían hacerle pensar que vivir en esos lugares es un privilegio.

Pero la realidad es otra. Por diversos factores que aún son objeto de estudio por especialistas, es de estos lugares donde se produce la mayor migración de guatemaltecos.

Desde hace años se conoce que la mayor parte de guatemaltecos que migran a EE. UU. son de Huehuetenango, San Marcos, Quetzaltenango y Quiché. ¿Pero cuáles son los municipios que más expulsan a sus pobladores?

Para dar respuesta a esta pregunta, Prensa Libre analizó los números de deportados desde 2017 hasta junio de 2022, registrados por el Instituto Guatemalteco de Migración.

Aunque es imposible saber el dato real de cuántos pobladores migran cada año desde determinado municipio, estas cifras de retornos dan un punto de partida o se convierten en un referente cercano para conocer los niveles de migración, bajo la lógica de que, a donde más gente retorna es de donde más sale.

Al tomar los datos compartidos por Migración respecto a los guatemaltecos que han sido deportados en ese periodo, tanto de EE. UU. como de México, vía aérea y terrestre, es el municipio de Guatemala de donde más connacionales retornaron en ese lapso, un total de 16 mil 696; sin embargo, no se puede decir que es desde donde mayor migración se produce porque a su vez es el municipio más poblado del país con 1.2 millones de habitantes.

Así, la tasa de deportaciones de este municipio da como resultado 13.76 por cada mil habitantes, la posición 242 en cuanto a retornados de los 340.

El análisis de estos números reveló que de los 20 municipios de origen hacia donde más deportados hubo, 10 se localizan en San Marcos, ocho en Huehuetenango, uno en Quetzaltenango y otro en Jutiapa. Todos muestran tasas de deportaciones entre 68 y 99 por cada mil habitantes.

En contraparte, entre los 20 que muestran las tasas mas bajas, nueve pertenecen a Sacatepéquez, cinco al departamento de Guatemala, dos a Chimaltenango, tres a Alta Verapaz y uno a Baja Verapaz.

Desarrollo humano

Los departamentos que concentran la mayor tasa de guatemaltecos que han sido deportados se encuentran debajo de la media nacional en cuanto a su índice de Desarrollo Humano (IDH), según el último de estos informes que presentó el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). 

Así, la media del país es de 0.663, y Huehuetenango ocupa el puesto veinte con un IDH de 0.568, mientras San Marcos la posición 15 con 0.625. En contraparte, los departamentos que tienen las menores tasas de deportaciones ocupan las primeras dos posiciones del IDH, Guatemala con 0.719 y Sacatepéquez, 0.706.

El informe también mide los indicadores de pobreza multidimensional, según los cuales, Huehuetenango y San Marcos cuentan con los números más elevados, junto con departamentos como Quiché, Totonicapán, Alta y Baja Verapaz, Jalapa, Chiquimula y Petén. Mientras que, de nuevo, Sacatepéquez y Guatemala cuentan con los números más bajos.

La pobreza multidimensional mide, según el PNUD, “las privaciones de un hogar en términos de la calidad de su vivienda, de las características del empleo de sus miembros, de sus carencias educativas, de los servicios básicos de agua, saneamiento y electricidad a los que no tiene acceso y de sus déficits en el uso de tecnología”.

Falta de oportunidades de vida y de educación

Aunque la migración irregular es un fenómeno al que se le pueden atribuir múltiples causas, en opinión de estudiosos del tema, los números parecen confirmar que la falta de oportunidades de desarrollo es una de las principales.

Alcaldes de los municipios con mayor tasa de deportaciones coinciden en tres aspectos que impulsan la migración desde sus comunidades: la pobreza y pobreza extrema, la falta de trabajo y el crecimiento poblacional.

Aquí la mayor parte de la gente es campesina, pero no tienen terreno. Los que llegan a sacar diversificado no tienen donde trabajar, entonces lo que hacen es irse a México o a EE. UU.”, expuso Eulalio de León, alcalde Tacaná, municipio que ocupa el primer lugar en cuanto a tasas de deportaciones.

Agrega que en el municipio la población crece un aproximado de cinco mil habitantes por año lo que presiona la necesidad de obtener más recursos de las familias y de contar con servicios básicos.

Marcel Arévalo, Flacso

El jefe edil cuenta que el acceso a la educación después de la primaria es difícil y peor si se habla de educación superior, puesto que las universidades están lejanas y cursar una carrera profesional es costoso. “Los que se logran quedar para estudiar es porque sus padres les ayudan, pero son muy pocos, digamos que de mil que ingresan se graduarán uno o dos”, indicó De León.

San Gaspar Ixil, en Huehuetenango, está a 256 kilómetros de la capital. Por el mal estado de las carreteras se pueden requerir muchas horas para llegar en vehículo.

El municipio ocupa el puesto cinco del país en cuanto las mayores tasas de deportación. Su alcalde, Sebastián García, cuenta una historia que es muy común en las localidades del occidente guatemalteco: “la necesidad obliga a las personas a migrar”.

Narra que antes emprendían el viaje solo varones, pero desde hace unos años para acá “hay muchas madres que se han ido que tienen que luchar por sus hijos”. “Las familias son grandes, son de cinco a ocho y hasta 10 personas”, señala.

Incluso graduarse de nivel medio no genera arraigo en el municipio, narra García. “Acá hay un montón de maestros, pero nadie los contrata, entonces lo que hacen es migrar”, se lamenta.

La falta de oportunidades de estudio se evidencia en un informe que el Ministerio de Educación proporcionó en julio del año pasado, según el cual, solo de 2021 a 2022, 1.7 millones de alumnos que salieron de sexto primaria no se inscribieron en primero básico, y 360 mil que salieron de tercero básico ya no se apuntaron para el diversificado.

Asimismo, reflejan un desplome de las inscripciones, de 2018 a 2022, en los niveles posteriores a la primaria.

En 2018, en básico, se inscribieron 805 mil 77 estudiantes mientras que en 2022 cayeron a 687 mil 61, 14.65% menos. Mientras que en diversificado la reducción de matriculaciones fue del 16.62%, ya que de 422 mil 134 estudiantes bajó a 351 mil 985 en el mismo periodo.

Tradición migratoria

El incremento de las deportaciones, que de alguna manera refleja los niveles de migración, responde a diversos factores, en opinión de especialistas en el tema.

Aracelly Martínez, directora de la maestría en Desarrollo de la Universidad del Valle comenta que tradicionalmente Huehuetenango y San Marcos, por ser departamentos fronterizos, ha existido una “tradición migratoria internacional que está documentada en varios estudios”.

Aracelly Martínez, UVG

Sin embargo, le llama la atención el que en los primeros lugares ya se encuentren municipios de Alta Verapaz y Jutiapa, por ejemplo, que antes no figuraban, lo cual debe ser tomado como “una alerta a seguir” para determinar qué ocurre en esas localidades. Posiblemente “el cambio climático asociado con las sequías o el narcotráfico”, precisa.

Agrega que, en los municipios de estos departamentos fronterizos, más otros como Quetzaltenango o Quiché, la migración se fue acentuando luego del conflicto armado interno ya que grandes grupos se vieron en la necesidad de pedir refugio en México.

Este conocimiento transfronterizo es como un capital adquirido, es decir —migrar— está inserto en el ADN de estas poblaciones, y es fácil tomar la decisión de irse a EE. UU.”, dijo Martínez.

Esto ha permitido que, con el paso de los años, se construyan redes familiares y comunitarias que facilitan la migración de las personas ya que si alguien tiene a sus padres, hermanos o amigos es más fácil que estos lo convenzan de hacer el viaje e incluso que lo financien.

Una vez en EE. UU. le consiguen trabajo, casa y le explican qué hay que hacer y qué no. Le indican, donde comprar pan, tortillas y otros alimentos. Esta dinámica es la que se ha repetido con los años y que se han convertido en otra de las causas de la migración.

Vista de San Mateo Ixtatán, Huehuetenango, donde se pueden apreciar múltiples construcciones de varios pisos. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Son redes migratorias que se van facilitando y por eso no sorprende que esos municipios sean los que tienen mayores tasas de deportaciones porque son municipios que envían muchos migrantes”, concluye Martínez.

Marcel Arévalo, coordinador del programa Pobreza y Migración de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), coincide en que los municipios con mayores tasas de deportaciones presentan un comportamiento que no es nuevo, ya que las personas de estos lugares migran por la facilidad de cruzar a México y por las redes migratorias que se han construido en el tiempo. En contraparte, desde municipios que son más lejanos cruzar el país es más difícil y costoso.

No obstante, señala que conforme se han construido estas redes las comunidades no han experimentado una mejoría de las condiciones de vida, y que, en algunos lugares, incluso, han empeorado.

Por lo tanto, considera que los altos niveles de migración de estas áreas son el resultado de combinar ambos factores, es decir, el estancamiento del desarrollo social y la formación de estas bases o redes familiares que impulsan y facilitan emprender un viaje. A esto se suman otros factores como la violencia o el climático

Las circunstancias del país son cada vez más agudas y empujan cada vez más a las personas a irse. Hay esfuerzos de oenegés y cooperación internacional, pero son muy focalizados y no llegan a trascender, y son muy débiles en comparación con las fuerzas expulsoras”, subrayó Arévalo.

Vivienda de cinco pisos en San Rafael La Independencia. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

También pesan mucho más los factores de atracción de la economía más grande del mundo —de EE. UU.— versus los insuficientes esfuerzos para incentivar el arraigo de las personas”, añadió.

El economista y especialista en migración internacional, Enrique Maldonado, atribuyó las altas tasa de migración en los departamentos citados a los “mayores niveles de pobreza y desigualdad” y a las “menores tasas de cobertura en algunos programas sociales y la infraestructura para el desarrollo que hay en estos departamentos” que es “poca y de muy mala calidad”.

En contraparte, los municipios que expulsan menos migrantes suelen tener los servicios más cercanos o son espacio que cuentan con mayores oportunidades.

Martinez cita como ejemplo, varios municipios de Chimaltenango en donde se ha consolidado una tradición de migrar de forma regular hacia Canadá, también donde hay mucha producción de exportación.

Guatemala y Sacatepéquez también ofrecen oportunidades para trabajar, incluso, en la economía informal. Los cercanos a la Antigua Guatemala puede ser que encuentren trabajo en el turismo o de otros servicios, destaca.

Inmueble remodelado en Cajolá, Quetzaltenango. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Soluciones

Los analistas refieren que frenar la migración irregular pasa forzosamente por generar oportunidades de desarrollo en las comunidades.

Arévalo enumera actores desde los cuales se puede empezar a enderezar el rumbo: los liderazgos empresariales, medianos o altos, los gobiernos que deben propiciar las condiciones para incentivar las inversiones y fuentes de empleo, y las personas en las comunidades que tiene que hacer esfuerzos productivos.

La creación de un círculo virtuoso desde estos actores puede dar luces de cambio. El académico advierte de que las acciones deben tomarse ahora que Guatemala todavía tiene un buen capital de jóvenes, porque “esa curva ascendente en algún momento se va a agotar y nuestro país va a tener población mayor” y no tendrá gente en capacidad de trabajar en otros países, precisó.

Otros analistas también enumeran la lucha contra la corrupción y el acceso a la justicia como elementos claves para generar arraigo en las poblaciones. “Dejan libres a los que deberían perseguir y persiguen a los que deberían defender, eso no genera confianza y los jóvenes se van”, señala Juan José Hurtado, director de la organización Pop Noj, que trabaja con migrantes en comunidades indígenas.

Maldonado explicó que la migración no se puede detener ya que “el ser humano es migrante desde sus orígenes”; sin embargo, dijo, “lo que debe cambiar es la política migratoria”. En ese sentido, detalló que la migración irregular puede menguar con “más inversión en infraestructura para servicios básicos como acceso al agua potable, caminos rurales y carreteras y principalmente con una mayor y más eficiente política social”.

El envío de remesas activa la economía de los pueblos del occidente guatemalteco y genera empleo. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

“La mejor política económica es una buena política social”, enfatizó.

Una cuestión aspiracional

Migrar a EE. UU. al tener cierta edad se ha convertido en los municipios con mayor tasa de deportaciones en una aspiración, que se ve alimentada por las historias de éxito de muchos jóvenes que son plasmadas en las redes sociales de infinidad de migrantes.

Estas historias de éxito también son evidentes en las comunidades de origen, donde una persona que llega a EE. UU. envía dinero para construir una vivienda, comprar terrenos, vehículos y otros bienes, a diferencia de quién decide quedarse. “Esta gente lo mira y dice ‘vámonos’”, afirma el alcalde de Tacaná.

Los migrantes son los que, en buena medida, sostienen al municipio, dice el jefe edil de San Gaspar Ixil, una realidad que fácilmente se puede extrapolar a todo el país. Solo el año pasado Guatemala recibió US$18 mil millones en remesas familiares. “La gente manda su dinero y aquí las familias compran terrenos siembran café y construyen casas, eso es lo que le da trabajo al resto de la población”, indicó García.

Por su vocación agrícola los migrantes del occidente del país que viajan a EE. UU. suelen trabajar en el campo. Guatemaltecos recolectan tomates en una finca de tomate en Immokalee, Miami, Florida. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL).

La religión también juega un papel importante al momento de tomar la decisión de migrar, por encima de las deportaciones y las noticias de tragedias protagonizadas por migrantes. “La gente sabe que se arriesgará en el camino, pero todos salen en nombre de Dios”, explica el alcalde de San Gaspar Ixil.

Recurrentemente las iglesias fijan en la mente de las personas que con fe todo es posible, incluso, llegar a EE. UU. en un viaje de mucho riesgo.

“En el imaginario de las personas es más fácil apostarle al ‘voy a tener éxito’. Es más fácil ver al primo, el tío o el conocido que le fue bien y se quedó allá y hacer de lado las experiencias negativas”, en opinión de Arévalo.

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