El relato de Mario es uno de los 49 que documentó y compiló en un informe la Red Fronteriza por los Derechos Humanos, que funciona en El Paso, Texas, y que recién dio a conocer. En el mismo se revela cómo cientos de personas, hombres, mujeres y niños, padecieron situaciones que la misma Red afirma “nunca habían ocurrido”.
Fernando García, secretario ejecutivo de esa organización, expuso que desde el 2000, año tras año llevan a cabo estas entrevistas con migrantes que pasan por los centros de detención, y aunque siempre han salido a luz algunos casos, este año son muchas las personas afirmaron haber sufrido vejámenes, lo cual lo lleva a afirmar que se trata de “una actitud generalizada de los oficiales —quienes tienen— una intención de hacerles daño a los migrantes”.
García contó que los 49 casos que documentó al Red son una “pequeña muestra” de lo que ha ocurrido recientemente en los centros de detención, donde las denuncias por malos tratos han abundado, por ejemplo, de que mujeres han tenido que beber agua de los inodoros, les tiran la leche para los bebés y los alimentos al piso y a los niños les dan de comer apenas un sándwich para todo el día.
Estas acciones son calificadas por García como “un menosprecio a la dignidad de las personas”.
Para el activista, “hay un desentendimiento de la humanidad de ellos y de estos niños, esa es la consecuencia de la retórica dura, racista y de odio de esta administración”, por lo cual, considera, “estamos viviendo una agresión sin precedentes en contra de las familias mujeres y niños por parte de las instituciones migratorias de Estados Unidos”.
Kevin McAleenan, secretario de Seguridad Nacional en funciones de EE. UU., aseguró el pasado 26 de junio, días después de que se revelara el informe de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos, que su Gobierno ya ha gastado US$400 millones para proveer alimentación, mantas y otros cuidados básicos para los niños migrantes detenidos, aunque admitió que tiene que hacer más.“Hemos establecido instalaciones temporales para que los niños estén en mejores condiciones”, afirmó en esa ocasión.Días después se refirió a las supuestas burlas que un grupo de agentes de la Patrulla Fronteriza habría publicado en un grupo de Facebook. McAleenan anunció la semana pasada que comenzó una investigación sobre este grupo secreto, donde supuestamente hicieron bromas racistas sobre inmigrantes y burlas de tono sexual sobre congresistas hispanas.“He ordenado una investigación inmediata, y el jefe de la CBP (Patrulla Fronteriza) lo ha dejado claro, cualquier empleado que se haya descubierto que ha comprometido la confianza del público en nuestra misión de aplicación de la ley rendirá cuentas. No representan a los hombres y mujeres de la Patrulla Fronteriza o el DHS (Departamento de Seguridad Nacional)”, dijo McAleenan en Twitter.
“Cuando entendemos eso sabemos por qué han muerto niños en detención, porque las condiciones son terribles y eso no ha cambiado, es un problema sistemático de violaciones a los derechos humanos de las personas que están en detención”, enfatizó.
Los tratan como animales
Son múltiples las voces que se han sumado a las críticas por el trato que reciben los migrantes en detención. La del obispo de la diócesis de San Antonio Texas, Mark J. Seitz, es uno de ellos.
En una reciente declaración, Seitz expuso que el Gobierno de EE. UU. trata a los niños bajo su custodia “peor que a animales”.
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“Un gobierno y una sociedad que le dan la espalda a las madres embarazadas, a los bebés y a las familias no están bien. Sufrimos de un endurecimiento del corazón que amenaza la vida”, enfatizó el obispo.
Añadió que los maltratos se agudizan cuando los migrantes “hablan otro idioma, son morenos o indígenas pues así es más fácil despreciarlos”.
“¿Por qué no podemos ponernos en sus zapatos? Creemos que simplemente no tienen derecho a salvar a sus hijos de la violencia o la desnutrición. No tienen derecho a un trabajo ni a mantener a sus familias”, cuestionó Seitz.
“Nosotros los estadounidenses necesitamos revisar nuestros corazones. Nuestros corazones se han vuelto demasiado fríos y demasiado duros y eso es un mal presagio para la salud de nuestra nación”, advirtió el obispo.
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“¿Hemos olvidado a Dios? Aquí en la frontera, Él toca a la puerta. En las vidas de Jackelyn y Felipe, Óscar y Valeria. En nuestros vecinos aquí, hoy”, sentenció.
Testimonios
A continuación, se describen algunos de los testimonios que los migrantes que pasaron por las cárceles de la Patrulla Fronteriza contaron a la Red Fronteriza por los Derechos Humanos, y en los cuales relatan sus penas, sufrimientos y angustias.
Del total de casos, por lo menos ocho involucran a guatemaltecos.
“Mi hija temblaba de frío”
12 de mayo de 2019
Centro de detención en Río Grande
Mi nombre es B. J. y vengo de Guatemala. La noche que nos dirigimos a la CBP, los guardias nos quitaron nuestros cepillos de dientes, pasta de dientes y cordones de los zapatos y los tiraron a la basura, nos pidieron que nos acostáramos boca abajo, en el suelo porque éramos ilegales aquí. Nos quitaron las bufandas y estábamos con mucho frío, luego nos llevaron a otro lugar y nos dejaron una noche al aire libre en el frío, no nos dieron mantas con que taparnos, mi hija temblaba de frío. Ya en la CBP nos metieron en una celda también muy fría, mi hija tenía mucha tos, pero no había nada que yo pudiera hacer, nos trataron muy mal, solo nos alimentaban solo dos veces al día y los niños solo les daban jugos, a mí me pusieron un grillete.
“Bebíamos agua del grifo”
4 de mayo de 2019
Carpa bajo Puente de El Paso
Mi nombre es J.C. vengo de Guatemala, al principio nos pusieron en una celda muy fría, día y noche estábamos bajo el aire, era una celda inadecuada porque querían que hiciéramos nuestras necesidades frente a los niños y eso está mal. No entiendo cómo esperaban que me bajara los pantalones delante de mis hijos. Si queríamos agua teníamos que beber del grifo que estaba justo encima del inodoro. A los niños solo les daban un pequeño jugo y no nos daban agua cuando la pedíamos. No es justo lo que nos hicieron, la comida era muy mala nos la daban cruda, por ejemplo, sopas y avena, lo peor para mí fue el maltrato que le dieron a mi hija de 10 años.
“Los niños lloraban y nadie ayudaba, sentía ganas de morir”
11 de mayo, a las 4:00 pm
Puente Internacional de Entrada
Mi nombre es M. vengo de Guatemala. Cuando crucé el puente de Juárez hice una fila muy larga, luego nos procesaron y nos llevaron a un lugar para identificarnos y allí nos quitaron todas nuestras pertenencias. Ahí comenzó nuestro castigo, después nos llevaron a una tienda con grupo enorme de migrantes, éramos alrededor de 600. No había lugar para nosotros, ni siquiera para estar sentados, los niños lloraban y nadie les ayudaba; al contrario, cada vez venían más y más y los enviaban a las tiendas de campaña donde ya no había espacio. Nos decían que teníamos que pararnos para que todos cupiéramos, había un calor intenso, pero ellos no querían que saliéramos de las tiendas y adentro había hedor de zapatos, ropa mojada y pañales sucios.
Cada vez que queríamos dormir nos despertaban para contarnos, hacían que nos levantáramos y nos gritaban y decían que venía más gente y que era nuestra culpa, nos llamaban con palabras que no las puedo repetir (insultos). De comer nos daban un poco de pan y carne fría. Luego cerraron las tiendas y no había ventilación, sentía ganas de morir, después nos cambiaron a otras tiendas más espaciosas donde había frío muy fuerte, muchas personas temblaban de frío y comenzaron a enfermarse. No descansábamos porque nos contaban a cada rato, hasta cinco veces por la noche, pateaban a los niños para que se levantaran, así pasé dos noches con mis hijos. Luego pasó lo mismo en la sede de la CBP, ahí empecé a sentir una gran depresión, mi cuerpo ya no resistía, empecé a sentir que iba a morir porque sentía algo en mi pecho que me presionaba, tal vez fue por ver el sufrimiento de todos los que estábamos ahí, comenzamos a orar y le pedimos a Dios que tuviera misericordia, fueron días muy difíciles, no merecemos ser tratados como criminales.
“Malditos hijos de p…”
16 de mayo, 8 a. m.
Cruce de Juárez, Puente Negro
Soy M. V. fui atacado por un oficial de la Patrulla Fronteriza. Mientras cruzaba la valla con mi hijo tropecé y me agarré de la valla, entones un oficial se molestó y me tiró del brazo muy fuerte que me dolió horriblemente y me lastimé un dedo y cuando les decía que sentía mucho dolor me ignoraban. Otra persona, I N. G., fue atacada por el mismo oficial, cuando lo puso en el suelo no quería estar ahí porque estaba muy caliente, entonces lo pateó en la espalda y le dijo “malditos hijos de p… ¿Qué están haciendo aquí? ¿Por qué no quedan en su tierra comiendo m…?
Ese mismo oficial puso a las mujeres en fila para ir al baño, una de ellas se movió un poco de la línea y él la empujó fuerte contra la cerca pese a que ella sostenía a su bebé en sus brazos.
Sin asistencia médica
15 de mayo del 2019
Lugar no identificado
Me dijeron que como no llevaba mi DPI que iban a llevarse a mi hijo, luego me llevaron y me entregaron a la inmigración de los Estados Unidos revisaron todas las maletas, yo llevaban una camisa y una chaqueta para mi hijo y me dijeron que me la quitara. Luego me llevaron a una pequeña habitación donde había tres madres con sus hijos y nos dieron un colchón muy delgado para poner en el suelo y hacía mucho frío y nos dieron una manta delgada y dormimos allí. Por la noche, mi hijo empezó a llorar porque le dolía un oído, pero no le dieron nada para el dolor.
“Nos insultaron y escupieron”
12-14 de mayo de 2019
Bajo el puente en El Paso
Me detuvieron el 12 de mayo. Me llevaron a un lugar donde vi cómo atacaron a menores de edad y a una persona homosexual de quien se burlaban. En el primer lugar donde nos llevaron hubo muchos abusos, nos insultaron nos escupieron y no nos dejaban beber agua o ir al baño. Cuando yo estuve había dos ancianas. Nunca hacían el recuento de día, solo de noche a las 12 y a las 3 de la madrugada, me rompió el alma como patearon a las dos señoras de 59 y 60 años y a mí también. Nos trataron como perros nuestra ropa nos la quitaron porque nos decían que era basura.
Había demasiada gente que estaba siendo maltratada, vi a un niño que estuvo a punto de ser golpeado por un agente de la Patrulla Fronteriza, todos llorábamos, había días que no nos daban comida ni agua y se burlaban de nosotros. Me obligaron a firma documentos lo que no es legal y cuando me resistí a hacerlo me gritaron: “Si no firmas, no me importa y te subes a ese camión y te voy a dejar a Guatemala” y sentía mucho miedo.
“Nos tiraban la comida en el suelo, el lugar era un infierno”
13 de abril a mediados de mayo de 2019
Instalación en El Paso
Mi nombre es J. Vengo huyendo de Guatemala, fui detenida el 13 de abril, me trasladaron a un centro de detención en El Paso, Texas, una vez allí me trasladaron al congelador donde sufrí abuso psicológico y físico. Cuando me daban comida la tiraban al suelo, allí comíamos una o dos veces al día, sólo nos daban un sándwich. El 17 de abril alrededor de las 10 a.m., nos llevaron afuera en el frío, allí tuve que dormir sin una manta y después de pasar la noche allí estaba al sol sin sombra y sin agua. Bebíamos agua con mucho cloro y tenía ampollas en la boca. Allí tuve que soportar mucha hambre, sol, y el frío, de todo y no me dejaron llamar a mi familia. Luego no podía dormir porque los agentes nos decían “levántate porque no es tiempo para dormir” y golpeaban la puerta.
Luego me llevaron a una especie de base militar que estaba abarrotada y no había espacio ni para estirar las piernas. Además, con frecuencia la comida ya no servía y tenía moho. En ese lugar estuve 15 días sin ducharme y los agentes nos gritaban cerdos apestosos, nos humillaban. Después de ese tiempo nos llevaron a ducharnos, nos dieron cinco minutos en una ducha con agua muy caliente, me quemé. Ese lugar era un infierno, me pateaban cuando nos llamaban y no escuchaba. Después me enfermé, tuve mucha fiebre, y aunque avisé solo me respondieron que no había medicó. Sufrí mucho. Pasé más de 30 días sin cepillarme los dientes no nos daban cepillos porque decían que podíamos usarlos como arma.
Los agentes nos decían que ya íbamos a ver a nuestras familias. Un día uno me llamó y me dijo “ven firma esto” y no me explicó nada, después solo supe que era para regresar a Ciudad Juárez.
“Éramos como 200, dormíamos unos sobre otro”
No se conoce fecha del incidente
Lugar del incidente: Centro de detención de El Paso
Sali de mi país (Guatemala), porque estábamos huyendo de la violencia con mi padre y hermana. Estuve en tres celdas distintas. Cuando me llevaron a la primera traté de hablar con un agente y me dijo que yo era un idiota, y que no iban a dejar que saliera. El primer día que llegué me forzaron las manos a la nuca y entre dos oficiales me extendieron las piernas y me dijeron que era un criminal y que ni siquiera muerto saldría de allí. Me pusieron en una celda pequeña y dormíamos unos encima de otros éramos como 200. Una oficial, Úrsula, no estoy seguro si se llama así, nos decía “levántate cerdo, estás sucio, por qué no te duchas”. Estuve 17 días sin bañarme, y 23 sin cepillarme ni comer bien, nos maltrataban y nos castigaban. Fue angustiante, los hombres lloraban, dormían en el suelo, sentí ganas de morir porque nunca había pasado por un castigo como este. Había personas que tenían 52 días retenidos allí, enjaulados. 52 días sin poder contactar a un familiar. Se burlaban cuando les decíamos que Dios nos sacaría de ahí, porque en nuestra cultura tenemos la fe en que Dios existe, entonces ellos decían “¿Qué me cuesta usar una de las balas que tengo aquí en mi arma? Aquí ya estás muerto”. Hubo un hombre al que uno de los oficiales le rompió los dedos con la puerta y pasó 15 días temblando por el dolor. Ese fue un lugar de gran sufrimiento no puedo explicarlo.
“Peor que a criminales”
8-14 de mayo de 2019
El Paso
Yo, R., dejé Guatemala para llegar a los Estados Unidos sin pensar en el infierno que estaba a punto de vivir cuando me entregué junto con mi hijo de 14 años a las autoridades de inmigración. El infierno se desató cuando nos detuvieron. Durante 6 días todos fuimos tratados peor que criminales; niños, hombres, mujeres y personas de la tercera edad. Yo no me quedé callado y les dije que teníamos derecho de pedir asilo eso me costó que me castigarían enviándome ocho horas a una celda de castigo, fue lo peor que me pasó en la vida, temía que algo le pasara a mi hijo o que me lo fueran a quitar. La comida nos la arrojaban como si fuéramos animales, a veces preferíamos no comer. Sentíamos miedo porque cada vez llevaban a más y más gente, metían hasta 100 en una celda.
“Todo el día bajo el sol”
16 de abril alrededor de las 6:00 a.m.
No se especifica el centro de detención
Cuando llegamos el 16 de abril, mis hijos tenían fiebre, por la noche pedí algo de medicina, pero un oficial me dijo que ahí no era un hospital, que eso lo debimos haber pensado antes de salir de nuestro país. Al día siguiente nos llevaron a otro lugar y nos dejaron todo el día a medio sol y había tanta gente que ni siquiera podíamos dar la vuelta, nos daban. Vimos a un hombre que llevaba a su hija cuando los oficiales le iban a tomar sus huellas dactilares así que le dio a su hija a otra persona y su hija comenzó a llorar y el oficial le gritó “quita esa cosa molesta de mí” y empujó al hombre para que pudiera agarrar a su hija. Uno de los niños estaba muy ansioso porque vio que a su madre la arrastraban.
“Pasé 28 días sin bañarme”
27 de abril de 2019
Ubicación del incidente: Puente de El Paso
El 27 de abril, yo, S.P.R., traté de ir a los Estados Unidos, me arrestaron a las 11 de la mañana en el centro de detención del puente de Santa Fe, me trasladaron a otras tiendas de campaña donde sufrí mucho maltrato físico y psicológico. Pasé 28 días sin derecho a limpieza personal, tiraron todas nuestras posesiones, nos sacaron al sol y a la lluvia, nos despertaban a las 12 de la noche para hacer el conteo, dormí en el suelo, y cuando me dolía la cabeza y la garganta, les pedí ayuda, y me dijeron que ellos no eran médicos.
“No nos proporcionaron atención médica”
17 y 18 de abril de 2019
Puente Santa Fe
El 16 de abril entramos en el río (Puente Santa Fe) y arrestaron a mi esposo y a mí y nos llevaron bajo el puente con nuestros tres hijos, dos niñas y un niño, allí duramos estuvimos un día de 10 de la mañana a las 9 del 17 de abril, donde dormimos piedras. Ese día comimos sólo una vez, nos dieron un burrito de papa y carne y nos dieron agua del grifo que estaba salada. Mi niña de 2 años, Kimberly, sufre una afección cardíaca y pedí atención médica y no la proporcionaron, no tenían médicos. Les pedí leche enlatada para los niños y un oficial en verde tiró la leche al piso, también les pedí suero y ese agente también lo tiró al suelo.
Queríamos usar los baños y nos dijeron que estaban cerrados, y fue por esa razón que mi hijo de 5 años ensució sus pantalones y no teníamos ropa para cambiarlo y estuvo así, sucio todo el tiempo.
Mi familia y yo fuimos trasladados de ese lugar a otro centro de detención a unos 20 minutos de donde nos tenían. En ese centro nos dejaron ir al baño, pero no había duchas. Hubo momentos en que les decíamos a los oficiales que teníamos hambre, y se enojaban y cerraban la puerta aún más fuerte. También tuvimos que dormir en el suelo en este centro. Yo me enfermé me dio una fuerte taquicardia por mi presión arterial baja y nervios como resultado del recinto donde me tenían.
“No me dieron toallas sanitarias”
4-18 de abril de 2019
Puente de Santa Fe y otros centros de contención de CBP en El Paso y Tucson
Mi familia y yo salimos huyendo de Honduras, donde era testigo protegido por las autoridades desde que mi madre fue asesinada por bandas. Entramos a EE. UU. por la frontera desde Juárez a El Paso, Texas, yo, mi esposo y mis dos hijos, el 4 de abril de 2019. Al día siguiente nos enviaron bajo el puente de Santa Fe, la gente pasaba por allí y nos tomaba fotos, nos quedamos allí durante 7 días, aguantando el frío y hambre, entre rocas y basura. Mis hijos tenían tos y gripe, pero no les dieron ninguna medicina, mi marido tenía granos en la boca por el frío, el aire y el polvo. La gente pedía pañales, y no les daban ninguna, yo comencé a menstruar y no me daban toallas sanitarias, me manchaban la ropa. La comida nos fue dada al amanecer, nos despertaron nos daban un sándwich, y a las 12 nos sacaban al sol, no nos permitieron tomar un baño, nos quedamos 10-12 días sin bañarnos y los baños portátiles estaban llenos y sucios. Los agentes nos trataron mal, con racismo, hablaron con palabras despectivas hacia nosotros mientras se reían de nosotros, había uno de origen mexicano que a veces hablaba español y nos decía “pinches, por qué viniste aquí, aquí vas a sufrir” y todo eso…
“Llegué a desear que me dispararan”
15 de abril al 28 de mayo de 2019
Santa Teresa, Nuevo Mexico
Entré el 15 de abril por el puente porque, me dijeron que no podían darme asilo. Me llevaron a El Paso, Texas, y me hicieron tirar todas mis pertenencias, tiraron mi billetera, la medicina para mi presión arterial alta. Pasé seis horas bajo el sol para registrarme más tarde me pusieron en una habitación que era muy fría y me dolieron mis huesos, después me llevaron a las tiendas, yo estuve allí tres días siempre nos despertaban a medianoche para pasar lista, el cuarto día tuve fiebre y mi presión arterial estaba mal, me sentía mareado, nadie me vio y me dijeron que sólo me verían si me estaba muriendo. Así transcurrieron cuatro días más y un oficial Rodríguez me llevó al médico, lloré mucho, cuando llegué al médico tenía la presión a 190/110 por eso me sentía tan mal, con taquicardia, mi cuerpo se sentía mal, el médico se asustó y me dio medicamentos, me recomendó tomarlo cada mañana pero los oficiales me lo daban cada tres días, así estuve 20 días. A veces pensaba, quiero que me disparen en lugar de ser tratado así, realmente me sentía muy mal en esos días.
“Las mujeres se enfermaban”
13 de abril al 15 de mayo de 2019
Bajo el Puente de Santa Fe (tiendas)
Mi nombre es Yessica, el April 9 junto con mi hermana, que tiene 17 años y 7 meses de embarazo cruzamos a Estados Unidos a través del Puerto de Santa Fe para solicitar asilo político. En el centro nos dijeron los oficiales en verde y azul que sólo se teníamos tres minutos para ducharnos y uno para usar el baño, el agua salía muy caliente en la ducha. Uno de los agentes se burló de mi cuando le pregunté si podía tener una toalla sanitaria.
Mientras íbamos a al baño era horrible y desagradable, había otro oficial golpeando la puerta diciéndome que me apurara, él era de construcción alta usando un uniforme azul y tenía un tatuaje en su antebrazo , me decían: “Nadie te pidió que vinieras a mi país, deberías haberte quedado en tu país porque no te queremos aquí”.
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