Oficiales de la Patrulla Fronteriza de EE. UU. (BP, en inglés) confirmaron en una gira de trabajo que Prensa Libre hizo por esa región, que los decesos se han incrementado en los últimos dos años, y aunque no se atreven a dar una hipótesis del por qué, los números oficiales de detenciones confirman que hay un incremento de la migración irregular.
“En los últimos dos años ha aumentado mucho el número de muertos en relación con los años anteriores, no sabemos por qué”, explicó a periodistas centroamericanos que participaron en la gira el oficial de al BP, Alex Jara, al dar a conocer en qué consiste el Programa de Migrantes Desaparecidos que maneja dicha unidad y con el cual han logrado salvar la vida de decenas de personas que se internan a EE. UU. sin autorización.
“Cada día recibimos entre 15 a 25 llamadas”, añade el oficial fronterizo. Algunos corren con suerte y son localizados con vida, pero en otros casos no logran ubicar a tiempo en dónde se encuentra el migrante y cuando lo ubican ya está muerto, principalmente por calor o deshidratación.
El programa tiene cuatro objetivos: prevenir y localizar, enfocados a salvar la vida de las personas, e identificar y reunificar, cuyo fin es cerrar el círculo de duelo de los familiares de los migrantes que han muerto en su trayecto.
La Patrulla Fronteriza trata de identificar los cadáveres a través de huellas dactilares, pero cuando los cuerpos ya se encuentran en muy mal estado se auxilian de la Universidad del Norte de Texas que hace pruebas de ADN. Al ser identificadas las víctimas son repatriadas al país de procedencia para que sus familiares les den sepultura, un trámite del que se apoyan de los consulados respectivos.
El sitio en internet de la BP da cuenta de 568 muertes entre 2017 al 2021, entre estos 104 guatemaltecos que fueron identificados y luego repatriados. La página no cuenta con datos del 2022 y 2023.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), por su lado, reporta el fallecimiento o desaparición de 686 y 486 migrantes respectivamente en esos años, solo en la frontera sur de EE. UU.
Avisos
El sector del Valle del Río Grande tiene a su cargo la vigilancia de poco más de 400 kilómetros de línea fronteriza. Jara explica que a lo largo de dicha frontera y sus aproximaciones se han colocado 22 mil 200 avisos en postes de energía eléctrica, teléfonos, ranchos o cualquier otra infraestructura, para que un migrante que se pierde y cuya vida esté en peligro pueda marcar al 911 y dar el número que figura en la estructura para que las autoridades lo ubiquen y rescaten.
Para conseguir auxilio la persona que lo requiere debe contar con celular y carga. En ese sentido, Jara subraya en lo importante que es el que alguien que está en riesgo no desperdicie la batería del teléfono en marcar a otro número que no sea el de emergencias (911). Se han dado casos de migrantes que llaman a familiares o intentan contactar al coyote y mueren al no poder reportar dónde se encuentran porque la batería se queda sin energía.
Si alguien no cuenta con teléfono, la BP ha instalado 41 localizadores de GPS —y está en proceso de colocar otros 30— que tienen un botón rojo que al presionarlo da la señal de dónde está ubicada una persona. No obstante, ubicar una torre de emergencia, en medio de la desesperación y el cansancio, puede ser muy complicado.
Jara se refiere a la crueldad con que actúan los coyotes que suelen decir a sus víctimas que solo deberán ir a pie cuatro o cinco kilómetros durante dos o tres horas en lo que el vehículo que los lleva esquiva los puestos de control, cuando en realidad los hacen caminar hasta 72 kilómetros, es ahí donde decenas desfallecen.
A los traficantes no les importa dejar gente en el trayecto, coinciden los oficiales. Cada persona que llevan representa ganancias, y ayudar a los que desfallecen los pondría en riesgo de ser detenidos y perder el resto del dinero.
“Es cruel e inhumano, por eso les decimos que no lo intenten, no venga a Estados Unidos”, insiste Jara.
Más seguridad
Diversos analistas coinciden en que el incremento de la seguridad en las fronteras ha hecho que los migrantes arriesguen más sus vidas al tratar de encontrar rutas distintas e inexploradas para no ser detectados.
En Falfurrias, ciudad del Estado de Texas, se encuentra un puesto de control de la Patrulla Fronteriza, sobre la autopista estatal 281, uno de los últimos puntos antes de internarse por EE. UU. En este lugar es casi imposible que un grupo de migrantes irregulares pueda pasar sin ser detectado.
Es el punto “más fuerte del país en cuento a tecnología”, resalta Andrés García, un portavoz de la BP.
El protocolo incluye el paso obligado del 100 por ciento de vehículos por alguna de las garitas de los ocho carriles. Los camiones y tráileres deben pasar por una vía exclusiva en la que son revisados por oficiales de la BP y perros entrenados para localizar personas o drogas que puedan ir en compartimientos escondidos.
Ante la mínima actitud de sospecha, el vehículo es desviado hacia una revisión con rayos X de última tecnología donde es escaneado de inicio a fin y en donde se han detectado múltiples casos de migrantes que viajan escondidos, incluso, dentro de la parte del motor de un automóvil.
Al ser sorprendidos, el piloto queda aprehendido y los migrantes quedan en custodia para luego ser llevados a un centro de detención e iniciar su proceso de deportación. A este lugar principalmente llegan adultos solos. De detectar familias o menores no acompañados existen protocolos especiales.
“La tecnología es clave en este tipo de cosas. La gente y sus habilidades están por encima de todo, pero cuando se requiere apoyo está la tecnología”, destaca Andrés García, agente de la BP.
El año fiscal recién finalizado, que comprendió del 1 de octubre del 2022 al 30 de septiembre pasado, terminó con más de 3.2 millones de capturas, un incremento del 15.7% en relación con el año fiscal anterior. Entre estas se cuenta la detención de 221 mil 849 guatemaltecos.
Del total de aprehensiones, 338 mil se produjeron en el sector del Valle del Río Grande, una de las fronteras más activas del país.