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Más de 60 organizaciones trabajan por el rescate de un paraíso entre Guatemala y Honduras

Más de 60 organizaciones se unen para rescatar una de las zonas más importantes de Guatemala y Honduras.

Corredor Biológico Punta de Manabique

RESCATE DE UN PARAÍSO Proyecto busca reforestar y proteger bosque en Punta de Manabique, Izabal. (Foto Prensa Libre: Proyecto BBDC)

Aunque tanto Honduras como Guatemala tienen zonas ya consideradas protegidas, como Punta de Manabique, en Izabal, y Omoa, en Honduras, la deforestación, contaminación y otras acciones están golpeando el área que sigue perdiéndose.

Sin acciones, esta problemática llevará a que la población tenga un futuro incierto, que se extingan animales, como el imponente jaguar, el manatí o el loro cabeza amarilla, esté en peligro el ecosistema del mangle y que una de las zonas de más biodiversidad en la región desaparezca.

Los esfuerzos por mantener y salvar este corredor se han mantenido por más de 15 años por diferentes organizaciones y movimientos locales que buscan el rescate de esta zona que une áreas marinas, pantanosas y boscosas.

Uno de los últimos proyectos que ha buscado implementar cambios y unir a un grupo gestor con más de 60 actores del lugar e impulsar la conservación es el llamado Bosques, Biodiversidad y Desarrollo Comunitario, una propuesta binacional que une esfuerzos entre los dos países y que del 2019 a la fecha sigue buscando espacios, a pesar de la pandemia.

El proyecto que ha recibido un millón, €100 mil —más de Q10 millones—, que es financiado por el Programa Regional Euroclima+, de la Unión Europea, y es ejecutado y cofinanciado por el Comité Internacional para el Desarrollo de los Pueblos (CISP), por sus siglas en italiano, junto a los socios guatemaltecos que integran el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), así como Asoprogal, y hondureños como el Instituto de Conservación Forestal y los Cuerpos de Conservación de Omoa.

Daniel Gallegos, director del proyecto, explica que el trabajo se enfoca en la áreas protegidas de Punta de Manabique, en Guatemala, y Omoa, “estamos convencidos que la principal estrategia es trabajar con las comunidades y lo local en el desarrollo comunitario, pero para ello se requiere todo un marco de gobernanza en el territorio y en este contexto estamos trabajando una de las actividades más importantes, no para el proyecto sino para las áreas protegidas, el primer corredor biológico binacional entre los dos países en donde viven 21 comunidades, en 50 mil hectáreas”, expresa.

Óscar Rosales, de Asoprogal, comenta que el proyecto de apoyo de Euroclima terminará en este 2021, y explica que el plan estratégico para el grupo gestor está orientado a seguir con las diversas actividades y acciones, así como nuevas propuestas para implementar en los siguientes cinco años.

El Corredor Biológico Sostenible Punta de Manabique y Cuyamel Omoa es un modelo de gestión que busca la conservación y el rescate de la biodiversidad en estas áreas amenazadas y que requiere de acciones inmediatas. (Foto Prensa Libre: cortesía Ana Giró)..

Rosales dice que actualmente viven cerca de seis mil personas en la zona y se está beneficiando a un 10 o 15 por ciento de la población con actividades como restauración de bosque, actividades de turismo, incentivos forestales, entre otras acciones y aunque por ahora son pocos los beneficiados se espera que el número crezca y seguir apoyándolos”, agrega. Las entidades agregan que desde la gestión del Corredor se debe promover también un mayor involucramiento y presencia de las autoridades competentes para asegurar el cumplimiento de las leyes actuales vigentes.

El carbón, un recurso

En el área se han identificado actividades como agricultura, pesca, comercio, turismo, ganadería, explotación ilegal de árboles y la elaboración de carbón.

En las comunidades se busca fortalecer a los líderes, mejorar procesos y orientar movimientos a mejorar como comunidad.

Por ejemplo, el líder comunitario Eustaquio López ha trabajado el carbón en las orillas de la Laguna de Santa Isabel desde su adolescencia. Ha aprendido en forma empírica a cuidar su bosque, y actualmente desde el programa se le da asesoría para que aplique a un incentivo forestal.

Eustaquio Ochoa López, de 68 años, se dedica a la producción de carbón desde su adolescencia, y su método no causa daño al entorno natural. (Foto Prensa Libre: Ingrid Reyes)

“Este bosque me ha dado todo para mi familia, y lo cuidamos sin recibir nada a cambio, pero reciba o no incentivos lo seguiré protegiendo”, expresa López.

Los habitantes de este lugar dedicados a esta profesión han aprendido a cuidar su bosque y a conocer la regeneración natural del árbol de cahue, el cual es la materia prima para esta actividad. Tienen autorización para utilizar solo cierta cantidad de este material y luego deben esperar un tiempo para que crezcan los árboles sin que se genere un impacto negativo.

El carbón se vende a Q60 el costal, a quien lo compra al por mayor se le vende a Q55 y el intermediario lo ofrece aproximadamente a Q70. Para generar ingresos, López combina esta tarea con la agricultura.

Proteger esta zona

Para Hendryc Acevedo, director de la Unidad Técnica del Consejo Nacional de Áreas Protegidas en Punta de Manabique, Puerto Barrios, existen dos amenazas principales en el área, una es la deforestación. Este fenómeno está vinculado con la tala para la ganadería, así como la contaminación de desechos sólidos.

Acevedo explica que actualmente en toda el área protegida de Guatemala que incluye parte de este proyecto del corredor, se cuenta con 12 guardabosques y cuatro personas para el área administrativa, lo cual representa que para el total de 151 mil hectáreas, a cada uno le tocaría proteger casi 10 mil hectáreas.

Acevedo aclara que ellos como entidad no cuentan con un presupuesto adecuado para cubrir los diferentes programas de manejo dentro del área protegida, es por ello que en conjunto con otros actores se fortalecen las actividades de monitoreo como por ejemplo, la adquisición de cámaras trampa para el monitoreo de vida silvestre.

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Considera que una de las grandes necesidades es que en conjunto se mantengan las 17 mil hectáreas de bosque que todavía se tienen en la zona y no perder más.

Gallegos explica que es difícil cuantificar todo lo que significa esta área, pero si se ha tratado de darle una valoración económica a través de algunos estudios a ciertos servicios ecosistémicos, por ejemplo, solo en el tema de pesca esta área representa hasta US$80 millones —Q600 millones— al año, al considerar todo lo que se mueve alrededor de esta actividad.

El otro sistema que se valora es el aprovisionamiento de agua, en el caso de la parte alta de Honduras proveen de agua a las comunidades de la zona, al perderlas representaría cerca de US$40 millones —Q308 millones— al año para cubrir el agua que necesitan estas comunidades.

Además, es relevante el potencial turístico del área en diversidad de actividades. Solo el avistamiento de aves tiene un potencial de generar US$10 millones anuales —más de Q77 millones—.

Gallegos también ejemplifica que el tema de reforestación del mangle y de la conservación de humedales da un campo de acción para la generación de créditos de carbono, cada crédito de carbono reduce emisiones de gases de efecto invernadero y es equivalente a una tonelada de CO2.

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Los bonos se comercializan en un mercado de carbono y los créditos son adquiridos por empresas, personas o instituciones que quieren hacer un aporte para contrarrestar los efectos del cambio climático. Actualmente se están buscando asesorías para lograr estos planes de negocios y entrar a las condiciones de financiamiento.

Gallegos expresa que uno de los temas más sensibles es el río Motagua, el tema de contaminación que se genera y que ha tenido consecuencias más para el lado de Honduras que para Guatemala. El reto actualmente con este corredor biológico binacional es que se alcance el reconocimiento formal de este esfuerzo. “Se trata de cambiar la visión para que ciertas áreas no dependan de los recursos que les pueda asignar el Estado, ahora la pandemia hace que las necesidades de los países cambien y se enfoquen en fortalecer sistemas sanitarios, más la reactivación económica, lo cual hace que temas como el cambio climático o áreas protegidas se vean reducidos”, dice Gallegos.

Comercialización del Xaté

Reside en La Pava, Izabal, dentro del corredor biológico, y durante años ha trabajado en la conservación de los bosques.

Ella se sostiene con l a siembra del maíz, junto a su hijo. Como emprendedora, también se ha dedicado a sembrar xaté, una hoja que se utiliza por lo regular para arreglos florales y que por sus características se exporta a otros países, ya que dura hasta 45 días. Esto le ha permitido mantener a su familia y apoyar a su esposo, quien se encuentra enfermo.

Juana García es una emprendedora que maneja el Xaté. (Foto Prensa Libre: BBDC)

El xaté crece a la sombra del bosque de la selva neotropical y depende de su entorno para sobrevivir. Según datos de Rainforest Alliance, las aves y los mamíferos son responsables de dispersar sus semillas, mientras los escarabajos y el viento son sus principales polinizadores.

Es posible sembrar hasta 40 mil plantas en una hectárea, cada planta produce dos hojas al año para vender.

García recuerda que en la década de 1980 recibió un curso para aprender a cuidar el bosque, y ahí reconoció la importancia de respetarlo e invita a sembrar árboles. “Mientras más practiquemos esto, es mejor para todos… Es necesario que le pongamos más atención e interés a los bosques, porque el medioambiente es lo que nos da agua, lluvia y nos mantiene, nos per mite comer… Si no sembramos un árbol, no lo botemos”, expresa García.

ESCRITO POR:

Ingrid Reyes

Periodista de Prensa Libre especializada en periodismo de bienestar y cultura, con 18 años de experiencia. Premio Periodista Cultural 2023 por el Seminario de Cultura Mexicana y premio ESET región centroamericana al Periodismo en Seguridad Informática 2021.