Sin ayuda, De León ha tenido que hacer lo necesario para alimentar, vestir y educar a sus dos hijos —Yésica y Ángel Gabriel Ramírez de León, ahora de 10 y 8 años, respectivamente—. “Ahora soy padre y madre porque él no nos envía nada”, indicó.
“Me aseguró que se iba porque quería comprarnos una casa y para poder estar mejor, pero ya estando en EE. UU. me llamó y me dijo que mejor rehiciera mi vida, porque él ya tenía otra mujer”, recuerda De León, quien tiene una venta de ropa usada —paca—, para ganar el sustento de la familia.
LE HIZO UNA TARJETA
En Huehuetenango, Leidy Johana Reyes elabora cada año, para el Día del Padre, una tarjeta que le piden en la escuela, pero no tiene a quién dársela. “Una maestra me preguntó ‘¿cuándo la vas a entregar?’, y eso me entristeció porque siempre me quedo con ellas”, contó.
Virginia Santiago García, madre de Leidy, señaló que el padre de la niña —Cleto Reyes Ramírez— se fue a EE. UU. hace siete años y desde entonces ella se quedó como cabeza de la familia. En ese entonces vivían en Quiché, pero se mudó a Huehuetenango.
Leidy es la menor de cinco hijos, y junto con sus hermanos piden a su padre que no los olvide, pues en la familia ya hay tres nietos.
En Quetzaltenango, Estela Normina Chan Hernández, quien trabaja de oficinista en el Hospital Rodolfo Robles de la cabecera, refirió que el Día del Padre lo celebrará con orgullo, pese a que el papá de Luis Eduardo, 11, los abandonó.
Comentó que ha recibido cursos de género y empoderamiento de la mujer, en los que aprendió que se puede criar buenos hijos sin la presencia masculina. “He tenido dificultades, económicas especialmente, pero se puede salir adelante”, aseguró.
Luis Eduardo, su hijo, manifestó que le agradece a su mamá no haberlo abandonado, como lo hizo su padre, y que ella es un ejemplo de lucha, trabajo y superación.