Además de esa situación, a criterio de José Ortiz, director del Observatorio Nacional de Salud, los guatemaltecos viven bajo el paraguas de una falsa sensación de seguridad, ya que aunque ya hayan ingresado vacunas, estas no son suficientes para inmunizar a una buena cantidad de la población, pero el simple hecho de decir que ya están en el país hace que muchos reduzcan sus protocolos sanitarios.
Lo anterior se hace palpable al momento de apreciar la evolución del Semáforo de alertas epidemiológicas por el covid-19, en el que parece cada vez más alejado que alguno de los municipios de Guatemala alcance la nueva normalidad o la alerta verde.
“El problema es que no se han hecho los esfuerzos para interrumpir la transmisión de la enfermedad desde que inició la pandemia, nunca se hicieron. Van a seguir apareciendo más casos sin que un ministerio de Salud pueda contenerla aislando a la gente o bien dando un buen plan educacional y seguimiento a las personas que pasarán su cuarentena en casa, esto se manejó mal desde un inicio y es el resultado al mal manejo”, resaltó el experto.
Descuidos para el 10 de mayo
El pasado jueves hubo muchas expectativas referentes a las nuevas disposiciones de gobierno para contener la pandemia, pero el presidente Alejandro Giammattei levantó las pocas restricciones vigentes: Un estado de prevención, ley seca a las 18 horas y una menor cantidad de asistentes para centros comerciales y restaurantes.
Esto deja menor control en las actividades que se lleven a acabo el próximo 10 de mayo, para la celebración del Día de la Madre.
“El día de las madres será igual que con la Semana Santa. Por celebrar actividades de este tipo va a haber mayor cantidad de casos. La gente ya perdió la percepción del riesgo, aunque se tenga una falsa esperanza de una inmunización inmediata, porque las vacunas no estarán al acceso de todos, pero la gente lo cree y con estas nuevas dosis van a relajar las medidas”, advirtió.
El médico espera que aún existan algunos guatemaltecos conscientes que prefieran priorizar la vida a una celebración, que ante el más mínimo descuido por temas de higiene podría terminar en tragedia por la gravedad de la pandemia.