Nació en Huehuetenango. Su papá fue guardia de Hacienda y murió en una emboscada guerrillera en Quetzaltenango. Eso lo marcó y fue determinante para enlistarse en la segunda promoción de agentes de la, entonces, recién inaugurada Academia de la PNC.
Lleva 10 meses dirigiendo la Policía, pero ha sido parte de la institución desde hace 23 años. La conoce y entiende la necesidad de tener más presupuesto; para más policías y para pagarles mejor.
También acepta la realidad de una institución que no siempre ha sido vista como prioridad en la distribución de recursos, de las críticas y la infiltración del crimen organizado.
¿Qué PNC tenemos hoy los guatemaltecos, 25 años después?
Una PNC más robustecida, con mayores capacidades. En 1996 era más la voluntad y las ganas de hacer un cambio y que también la misma sociedad estaba en ese mismo proceso de transformar las formas de vida, de poder integrarnos después de esa terrible guerra. Considero que ahora tenemos mejores capacidades porque hemos fortalecido varias dependencias de la institución.
En su momento iniciamos con tres subdirecciones, la general de operaciones, de personal y de apoyo logístico. Sin embargo, hoy tenemos nueve, porque lo demanda su crecimiento. Actualmente tenemos 42 mil 600 agentes por las diferentes situaciones administrativas que se dan dentro de la policía.
El espíritu de los Acuerdos de Paz era que la PNC se encargara de la seguridad ciudadana y el Ejército se redujera y vigilara las fronteras. ¿Se logró en 25 años?
Hemos avanzado en el tema institucional, en el saber que las instituciones del Estado están para servir a la población y no para reprimirla. En ese sentido, a lo interno, lo hemos asimilado de esa manera. Lamentablemente en el contexto social aún se maneja de otra forma. Si ven a un policía lo ven como que el que reprimió. Yo lo observaba en el altiplano, porque en mis inicios como agente de PNC estuve en Ixchiguán, San Marcos. Allá la población, cuando uno se acercaba, lo miraba como miembro del ente represor, a pesar de que nos habíamos formado con esas capacidades de acercamiento comunitario y tener la conciencia y la sensibilización de que estábamos saliendo de un proceso de guerra y en que se utilizaban de alguna manera los aparatos del Estado para reprimir y tener a la sociedad en zozobra. Eso era lo que se manejaba en aquel entonces. Esa imagen que se tenía en su momento se trató de quitar. Sin embargo, considero aún no ha sido superado, porque la gente todavía no olvida, no perdona los hechos que se vivieron.
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¿Cómo lograron romper con ese esquema militar que se traía tanto de la Guardia de Hacienda como de la Policía Nacional, y a enfocarse en lo civil como lo establecían los Acuerdos de Paz?
En el curso de formación de agentes estaba muy marcado el eje transversal de derechos humanos, el tema del acercamiento a la comunidad. De hecho, dentro de los nombramientos de los servicios que se realizaban se enmarcaba que se debían realizar servicios humanitarios.
De esa forma nos acercábamos a los alcaldes auxiliares, a los líderes comunitarios y se buscaban generar la credibilidad y la legitimidad de la población.
Era la forma en que nos trasladaban la información desde los cursos de formación. De hecho, en la Academia estaba instalada la Minugua –Misión de verificación de las Naciones Unidas–, que en su momento estuvo acompañando el proceso de formación de agentes.
Algunos expertos, analistas, exministros, exdirectores argumentan que el Ejército sigue teniendo mucha influencia sobre la seguridad del país. ¿Cómo lo ve usted desde adentro? ¿Es esto cierto?
Los cuerpos de seguridad del Estado y su misión es prácticamente salvar vidas. En ese contexto buscamos quitar todos aquellos aspectos que mermen el tema de seguridad y cuando hablamos con las diferentes unidades del Ejército, porque tenemos mucha relación con el Estado Mayor, la sección de operaciones, porque nos han apoyado para fortalecer la seguridad en algunos puntos donde hay mayor incidencia, están conscientes de que su papel es más de prestarle seguridad al policía porque saben que tampoco han formado a sus elementos para ese acercamiento comunitario.
De hecho, cuando estuve en la Academia hacíamos algunos cursos a la Policía Militar para que tuvieran conciencia y de cómo debía ser el acercamiento a la comunidad y cuáles eran sus funciones y cuál también era nuestra misión, cuál era lo que buscábamos al momento de prestarle seguridad a la población que era más que todo prestarle un servicio, que para eso es que estamos como instituciones. Veo que hay una madurez hoy en cuanto a cuál es el papel que corresponde a cada institución.
Le pregunto esto porque para los que administran el Estado, cada gobierno, la prioridad ha sido el Ejército, en asuntos presupuestarios, y no la PNC.
Encontramos mucho respaldo en este momento porque para el 2017 teníamos un presupuesto de Q4 mil 500 millones. El anteproyecto era de Q9 mil millones no pensando en idealismos y en lo real, porque desafortunadamente alquilamos más del 70% de nuestras sedes, entonces eso es un gasto fuertísimo que se hace y en ese momento lo que pensábamos era tener el presupuesto para inversión, poder crear nuestras sedes policiales propias y la construcción era la prioridad, además de la movilidad y el equipamiento.
Estábamos en un proceso de crecimiento. Solo se había detenido el crecimiento de la policía en el 2012. No hubo cursos de agentes ni ascensos por la misma situación de presupuesto, entiendo. Cuando presentamos ese presupuesto, nos dijeron que no, que lo teníamos que bajar y los techos presupuestarios que nos dejaron, incluso, nos ponían hasta el nivel de Q4 mil millones. Y eso para la funcionalidad de la institución, no era factible y nos mantuvimos con los Q4 mil 500 en 2017, 2018, 2019 y 2020.
Y fue hasta este año que se amplió el presupuesto y para el siguiente también. Entendemos que hay un esfuerzo grande porque se incremente y esto lo ha liderado el señor ministro actual que viene del Ejército.
¿Cree que el Ministerio de Gobernación actual está consciente de que sí se necesita una verdadera Policía Nacional Civil, sin injerencias?
Sí, está consciente de eso y, de hecho, lo repite el ministro, nos dice que ellos han aprendido mucho de nosotros. Generalmente nos ven desde afuera pensando en que somos la Policía Nacional o la Guardia de Hacienda todavía.
¿Por qué cree que no se lograron quitar ese estigma?
Creo que es mucho lo que los mensajes subliminales que se mandan. Voy a serle franco. El tema de la comunicación desata esa estigmatización. Por ejemplo, voy a un centro comercial y uniformado, la gente se alarma, los de seguridad, los mismos dueños, le preguntan a uno a dónde va. Es como que si tener el uniforme fuera algo malo, algo que afectara la imagen de algo. No es lo que proyectamos a lo interno, no, sabemos que nos hemos profesionalizado y si uno ve los cuadros de cómo se han ido fortaleciendo en esas capacidades vemos que la gente ha entendido que la educación es algo primordial para la institución. Para subsistir y para dar el servicio que corresponde.
Recientemente se presentó el caso de dos agentes apresados por secuestrar a un ciudadano y obligarlo a ir a un cajero a sacar dinero. Ese tipo de casos golpea a la institución.
Y claro y por ahí iba otro punto, por esas acciones. Hablamos de que somos 42 mil 600 elementos y los hechos que salen a relucir son de un porcentaje menor, que impacta como que si fuera toda la institución y eso es lo que hace que nos señalen diciendo de que eso es lo que lo que hacemos, aunque es de reconocer, de que hay mucha gente que se ha infiltrado dentro de la institución y que comete hechos delictivos y, aunque sea menor, pues ya en la práctica es grande, porque entonces la gente ve aquí en la capital, ve en un departamento, ve en un municipio que alguien esté cometiendo hechos ilícitos y eso es una generalidad para la población.
¿Cómo han logrado infiltrarse esos agentes?
El pensamiento ya viene desde casa, el tema de los principios y valores que debería tener en casa no son los ideales para la institución. En los procesos hay pruebas de todo tipo, hasta sicológicas, en donde se han comprado baterías de estas pruebas, que se busca perfilar a elementos que no cometan hechos ilegales, pero por la picardía que ya tienen los hace vulnerar los procesos, lograr ingresar y estando dentro es más fácil realizar actividades ilícitas.
¿Por qué cree que cuando se captura a militares retirados, vinculados con narcos, la reacción no es la misma como cuando se trata de un PNC?
Creo que ha sido una política de comunicación. Considero que eso ha ayudado mucho porque han entendido que se debe cuidar la imagen de la institución. Para nosotros, digamos, ocultar una situación como esas es engañarnos a nosotros mismos de lo que está pasando.
Pero no lo vamos a ocultar y lo vamos a exponer siempre que tengamos esa oportunidad, primero para mostrarle a la población de que estamos auto depurándonos. No estamos tolerando ningún tipo de hechos de estos en los que el honor y la honradez con la que debe de conducirse un policía, no, no lo hace.
¿Cuál es el análisis que por qué se corrompen?
Es una situación de país, es un tema cultural, porque usted va al interior y la gente no quiere hacer sus trámites normales. Quiere ir a sacar el pasaporte, por ejemplo, y no hacer cola, no quiere esperar los tiempos que tiene que hacer y entonces busca cómo acortarlos porque de repente le dificulta su economía, su trabajo y busca la manera más corta.
¿Incide el bajo salario que reciben?
Podría ser, pero, creo que es más el tema de cómo se administra porque hay muchas situaciones en las que nuestro personal tiene deudas muy grandes. El año pasado encontramos a una gran cantidad de agentes y mandos que recibían entre Q200 y Q300 de su salario porque de una vez tenían los descuentos de los bancos en los que tenían deudas. Hicimos el acercamiento con las entidades financieras para pedirles, primero, que frenaran el tema de dar los préstamos y que no hicieran los análisis correspondientes antes de dárselos por la capacidad que tenían de pago. Y segundo, que a toda esta gente que tenía esta cantidad de salario mensual que le pudieran dar más libertad, que pudieran tener por lo menos llegar a la mitad del salario y que eso no generara más interés. Entonces esos estudios los hicieron a través de la subdirección general de personal para mejorar esas condiciones, y afortunadamente tuvimos una respuesta positiva y todos estos todos esos casos los hemos estado superando.
En 1996 un policía ganaba Q2 mil 200. ¿Cuánto ganan ahora?
Ahora ganan Q5 mil 400.
¿Considera que está bien la proporción del salario?
No, porque la canasta básica ampliada es de Q8 mil 600, hoy. La captación de personal policial no es uniforme y tenemos una gran cantidad de personas de San Marcos, Jutiapa y Alta Verapaz y en menor escala de Baja Verapaz, pero eso lo que nos complica es distribuir al personal por región. Entonces, muchos pueden quedar a más de 200 kilómetros de su residencia y eso les complica por asuntos de pasaje y alimentación. Por eso los procesos que se están buscando hoy a través del Ministerio de Gobernación en la transformación policial es apoyarles en esa parte de los alimentos para equilibrar el tema de los gastos y en la medida de lo posible, también la subdirección general de personal sigue haciendo sus esfuerzos por regionalizar al personal.
¿Cuál es el número de agentes de PNC que usted considera debería tener Guatemala?
Deberíamos de tener 57 mil efectivos. Tenemos un déficit de 15 mil policías porque la media, según la recomendación de la ONU es de tres policías por cada mil habitantes y, sin embargo, hoy, si fraccionamos, tenemos 2.40. Entonces eso, pues nos limita en el accionar. Además, hay agentes de descanso, suspendidos por enfermedad y destacados en regiones de Sololá, San Marcos y Huehuetenango, por conflictos sociales.
¿Cuáles han sido sus logros en estos 10 meses?
Fortalecer las capacidades institucionales. En cuanto a la profesionalización, volvimos a tener los cursos de ascensos a comisarios generales. Estamos finalizando el primer curso de comisarios generales en el que tuvimos la graduación de 14 mandos en escala de dirección, que han tenido un curso a la altura, lo que corresponde a un a un mando que posterior a ese a ese grado, ya es elegible para un puesto dentro de la dirección, las nuevas subdirecciones, la dirección general adjunta a la general.
El tema de las especialidades, nos habíamos estado quedando cortos en el tema de fortalecer las unidades especialistas, de las fuerzas especiales, el tema de la subdirección general de análisis e información antinarcóticas y la subdirección general de investigación criminal, a la que hemos apostado en el fortalecimiento porque la incidencia criminal, principalmente en tema de homicidios, es alta y necesitamos poder controlar las estructuras de la delincuencia organizada. En la manera en que podamos tener fortalecida la subdirección de investigación criminal, en esa medida podemos frenar y poder desarticular todas esas estructuras criminales.
¿Cuánto afectó los sucesos del 2018-2020 con el exministro Enrique Degenhart, retrocesos? Muchos analistas aseguran de que ese fue un antes y después en el avance de la PNC como venían trabajando, precisamente, de respetar la carrera y los ascensos.
Se da una serie de factores. Señalar a una persona no se me hace justo porque uno conoce institucionalmente cómo han sido los procesos. Y una serie de factores en los que los cursos de profesionalización dejan de ser prioridad por el tema presupuestario.
Digamos de 2017 para la fecha el año pasado que tuvimos el mismo presupuesto obligaba a que todo lo que iba en relación con el personal se quedara sin efecto porque la nómina no puede dejar de pagarse y el crecimiento institucional sigue dándose entonces los cursos de profesionalización quedaron a un lado. Obviamente que había que gestionar de mejor manera y entiendo esa esa parte y pues lamentablemente pues no se realizó.
¿Pero obviamente eso afectó a la institucionalidad de la PNC?
Sí, afectó. Por eso le decía que hay una serie de factores que afectan a estos procesos, principalmente tema presupuestario, pero también la gestión tiene que ver mucho para mantener los procesos institucionales adecuados para responder a las necesidades de seguridad.
¿Se siente satisfecho hasta ahora con su trabajo?
Creo que todos tenemos un desafío siempre que hacer y sabemos que acá el tiempo es corto porque el tema e institucional es grande. Hay 42 mil 600 personas que pueden decidir como directores. Hay alguien que está allá en Playa Grande, en Melchor de Mencos, en San Mateo, Ixtatán o en Ixchiguán. Ese poder de decidir en su momento una acción si la hace bien o la hace mal para lo que ha sido formado. Entonces cuando esta persona decide mal, afecta a la institución por los casos que usted me mencionaba, por ejemplo, entonces es difícil y lo que el desafío que tenemos a diario es poder ir cambiando esa mentalidad y, sobre todo, fortaleciendo las capacidades tanto institucionales como las de formación del personal, pero también las logísticas que han sido complejas por el tema del presupuesto.
De los fenómenos criminales que me hablaba del 96, secuestros, robo de bancos, robo de blindados y también de comercios. ¿A cuáles se enfrenta hoy la policía del 2022, 25 años después?
Hoy el tema comercial. Los delitos informáticos. Hay mucha expectativa de cómo vamos a responder como Estado ante la globalización. Es necesario fortalecer este aspecto por que el tema de los delitos informáticos cada día crece más.
¿Las amenazas más serias a que se enfrentan hoy podrían ser también las pandillas y el narcotráfico?
Sí, esas son las situaciones que nos aquejan hoy. Tienen vinculación porque el tema del narcomenudeo es muy fuerte y que es operado por las pandillas. De hecho, la disputa de territorios es precisamente por eso.
Y lamentablemente, son hechos contra la vida los que a los que nos enfrentamos todos los días.
En el caso del día domingo (10 de julio), por ejemplo, que tuvimos una alta incidencia. Hubo 14 personas fallecidas que estaban vinculadas principalmente a pandillas y que eran tanto de una pandilla como de otra.
El tema de percepción de seguridad no deja de poner a los ciudadanos en esa alerta, en esa alarma, porque hay fallecidos.