De acuerdo a la fiscalía, De León Hernández, alias el Diabólico y Boche, alias Sleepy, habrían ordenado el asesinato y decapitación de las cuatro víctimas, escogidas al azar, para luego arrojar las cabezas en distintos puntos de la capital.
El objeto de los macabros crímenes habría sido presionar al Ministerio de Gobernación para deponer los controles que en ese momento se estrechaban en las cárceles.
Las víctimas fueron elegidas al azar en áreas donde opera la referida organización criminal: la capital, Villa Nueva y Chimaltenango.