Para el director del SP, Carlos de León Zea, los requerimientos de los prisioneros se podrían evaluar, y no descartó abrir un canal de diálogo con ellos.
En ambas prisiones hay un taller de serigrafía; sin embargo, son pocos los reos que participan de estas actividades. La mayoría pasa el día sin dedicarse a ninguna actividad productiva.
Terapia ocupacional
“Nosotros decidimos trabajar en la cárcel. Hay muchos jóvenes con ideas de ser miembros de maras, pero en lugar de andar extorsionando por dinero pueden trabajar”, afirmó Jorge Yahir de León, alias el Diabólico, vocero de los salvatruchas y recluido en Fraijanes 2. Está condenado a 25 años de prisión.
Rodeado de sus compañeros, en el taller de serigrafía, De León dijo que solo quieren una oportunidad para demostrarle al país que pueden cambiar. El taller emplea a 16 de los 73 internos.
“Si mantenemos la mente ocupada ya no se piensa en hacer violencia, porque la mente va a estar en la rehabilitación”, dijo De León.
En Santa Teresa, 16 de 958 mujeres recluidas tienen la posibilidad de hacer trabajos de serigrafía. “Dicen que los privados de libertad extorsionan, pero a nosotros nos extorsionan aquí.
La sociedad no saben lo que está pasando dentro”, señaló Álida Carrera, condenada a 16 años por una matanza de campesinos en Petén, quien considera que es importante que la población también crea que pueden reinsertarse.
Piden diálogo
“Tenemos que sobrevivir de alguna manera. Ya estamos cansados. Sabemos que nos toca, prisión o muerte”, agregó De León.
Los reclusos de Fraijanes 2 piden inversión en rehabilitación y más talleres, para que con el trabajo puedan completar su formación.
En Santa Teresa, las propias reclusas han establecido requisitos para participar en el taller: estudiar, tener buena conducta y no consumir drogas. “Todas las que estamos aquí hemos tenido algún problema, pero creemos que hay una segunda oportunidad. Hay muchos reingresos porque no hay medidas para evitarlo”, expuso Carrera.
Según la reclusas, el 40 por ciento de la población de esa prisión no debería estar allí, y el 10 por ciento ya cumplió condena pero no ha sido liberada.
“No hay disciplina ni orientación aquí encerradas. Lo que se propone es rehabilitación, pero no hay apoyo y no motivan. Entré inocente y me estoy rehabilitando, pero el Gobierno no ha dado nada para ayudarme”, expuso Débora, recluida hace cinco años y absuelta hace tres, aunque no ha sido liberada.
Dispuestos a dialogar
De León Zea explicó que trabajan en la contratación de equipos para las prisiones, integrados por trabajadores sociales, médicos, psicólogos y personal capacitador.
“Ha habido muchos programas en la historia, entre ellos panaderías y serigrafía, pero no puede haber solo eso”, manifestó De León, quien añadió que planean activar una marimba que se compró en el 2008. Además, como método de apoyo, algunos reos tienen negocios o ventas adentro del penal.
El director del SP indicó que se busca una clasificación de todos los internos para tener enfoques de acuerdo con sus aptitudes y expectativas.
Proceso necesario
Byron Titus, quien tiene 15 años de experiencia en rehabilitación de reos en EE. UU., considera que se debe reconocer que no todos tienen las condiciones para rehabilitarse, pero tienen derecho a recibir programas. “Hay leyes universales que garantizan mínimas dignidades en este proceso”, afirmó.
El experto considera que se debe reeducar a los reos. “El asunto es cuánto nos va a costar mantenerlos ahí, viviendo vidas inútiles, improductivas para todos. ¿Por qué no enseñarles a mantenerse a sí mismos?”, afirmó.