Muchos de los niños que han llegado a estos hogares han sido víctimas de abuso. Cuando son adoptados, los padres adoptivos los reciben con cicatrices de esas agresiones, afirmó Byron Velásquez, director ejecutivo del Consejo Nacional de Adopciones.
Para un menor estar institucionalizado podría ser una forma de abuso, según Velásquez, quien refirió que por cada cuatro meses de institucionalización el niño tiene un mes de retraso en su desarrollo emocional.
Por qué son rescatados
La Procuraduría General de la Nación (PGN) rescató entre enero y febrero últimos a 174 niños desde meses de edad hasta los 17 años.
Entre las causas está el maltrato, abandono, negligencia, trata, violación y abuso sexual, explotación, uso de drogas y otros que ya tenían medidas de protección por agresión, según la Unidad de Niñez de la PGN.
Algunas de estas agresiones se conocen porque vecinos denuncian cuando observan que los padres maltratan a sus niños.
Rita Rodas, subdirectora de la escuela para padres Acrecer, expuso que en muchos casos los papás lastiman a sus hijos porque así los educaron a ellos.
Acrecer es una escuela para padres que han sido sentenciados por agresión a sus hijos o para quienes deseen aprender a corregir a sus hijos. La organización recibe cada mes a unos 30 padres sancionados.
Rodas indicó que muchos de los progenitores que han llegado al lugar han quemado o golpeado con palos, alambres u otros objetos a sus hijos.
Rodas, quien es socióloga y psicóloga, explicó que en el caso de niños pequeños lo ideal es que les den “tiempo fuera”. Es decir que deben quedarse por un tiempo, de acuerdo con su edad, en un lugar sin nada con qué entretenerse.
Recomienda que a partir de los 6 años se les asignen a los pequeños tareas fáciles de cumplir en la casa.
“La educación se trata de límites”, aseguró Irma Rosales, doctora en Psicología Clínica y Salud Mental. Ella coincide con Rodas en que los mejores castigos son los que les quitan privilegios a los niños, como retener juegos electrónicos y prohibición para ver televisión o jugar su deporte favorito.
Casos de abuso extremo
Casos de abuso hay muchos. El más extremo y que causó impacto en la sociedad guatemalteca fue el de Jennifer Vásquez Alquijay, de 3 años, quien murió a causa de los golpes que le propinó su madre, Liliana Alquijay, quien purga una condena de 44 años de cárcel por parricidio. La necropsia determinó que la niña sufrió 83 golpes en vida y 53 ya muerta.
Otro caso es el de Giovany Pascual Escalante, de la misma edad, a quien aparentemente su madre le quemó las manos con un comal, debido a que botó un frasco con jarabe.
Niños víctimas de violación y agresión sexual son los que más recibe la Pediatría del Hospital General San Juan de Dios, según Judith Espinales, coordinadora de Trabajo Social del nosocomio. En el 2008 esa unidad atendió a 352 víctimas de este tipo de abuso; en el 2009 fueron mil 117; en el 2010 la cifra fue de 870, y en el 2011 recibió a 779.
Cada semana ese hospital atiende a unos siete niños maltratados o agredidos sexualmente, según el Departamento de Psicología, que señala que los casos se identifican cuando hay bajo rendimiento escolar.
Una de esas historias es la de una niña de 12 años que dio a luz a un bebé producto de la violación que sufrió a manos de un primo y un tío, por lo que fue institucionalizada junto a su hijo, a quien tuvo con ella solamente un año. En el hogar separaron al bebé de su progenitora porque descubrieron que lo golpeaba.
Por esa razón la niña llegó a los talleres de Acrecer, pues fue acusada y castigada por maltrato infantil. Al llegar a la adultez, la mujer se casó y tuvo otro bebé. Ahora busca recuperar a su primer hijo, quien tiene 6 años.
Otras dos organizaciones ofrecen escuela para padres a quienes han sido sancionados por un juzgado de la Niñez o Familia por agresión.
Más que lujos, tiempo
“Tenemos un sistema carente y por eso tanta ignorancia en cómo educar a los hijos, pues se traen los patrones de antes. Se deberían implementar charlas a las que asistan obligadamente los padres. Más que lujos, los niños necesitan tiempo”, explicó la doctora en Psicología Clínica Irma Rosales.
Hay leyes de protección
“En Guatemala hay varias leyes que protegen a la familia, en especial a la mujer y la niñez, que promueven la paternidad responsable, pero ninguna dice cómo hacerlo. La situación de hoy no es muy lejana a como era antes”, refirió Norman Rosales, director de la escuela para padres Acrecer.
“Establecer límites”
Irma Rosales, doctora en Psicología Clínica y Salud Mental, quien ha tratado con niños entregados en adopción, recomienda a los padres ofrecerles educación con amor y límites claros.
¿Cuál es la mejor forma de educar a los hijos?
Toda crianza indica establecimiento de límites, si no se deja que hagan lo que quieren. Sin necesidad de reprimir la curiosidad que traen innata, también tenemos que ponerles límites desde que están chiquitos, para que aprendan cuando es sí y cuando es no.
¿Cómo corregir a un infante?
Por ejemplo, le preparo su espacio con juguetes y le enseño que no debe entrar a mi espacio, que es la cocina. Si lo hace, le explico; si lo vuelve a hacer, le pongo un “tiempo fuera”, que puede ser una cama, un sofá, una silla apartada, sin nada con qué entretenerse, pero por minutos, porque después de cierto tiempo se le olvida por qué está allí y se levanta. Para que sea efectivo debe ser gradual a la edad, no muy fuerte ni muy corto.
¿El padre debe golpear a los niños para corregirlos?
El límite es parte de la crianza amorosa, no con castigo físico, y mucho menos palabras que lo denigren, como “qué tonto sos”, “no servís para nada”, porque eso les afecta su autoestima.
Una nalgada, para que aprenda, se podría dar, pero es el último recurso. Un golpe que lo haga saber quién manda.
Si es un niño grande se puede suprimir todo privilegio: quitar juegos o televisión, lo que a ellos más les gusta. El golpe les pasa; el dolor, si es recurrente, ya no les importa después de tantas veces.
¿Qué es lo más aconsejable para poner normas?
Tiene que haber constancia para que funcione. Constancia con amor y explicarles en qué consiste cada norma.
¿Cómo castigar a un joven?
Para adolescentes es lo mismo: quitar los privilegios. Ellos se revelan a la autoridad. La presión de grupo es muy importante en la adolescencia, si tiene amigos rebeldes lo van aconsejar.
Con ellos lo sabio es tratar de entablar canales de comunicación adecuados, preocuparse por lo que les pasa en la calle. No se debe reprender antes de escuchar al hijo. Hay adolescentes que sus papás son sus enemigos.
Ambos padres deben estar de acuerdo en la forma de educar y las normas, porque los adolescentes tienden a manipular.