Durante la campaña presidencial del 2011, que ganó el Partido Patriota (PP), Sinibaldi utilizó los recursos de su agencia de publicidad para imprimir impulsar la campaña electoral y también para realizar campaña negra “más profesional” en contra de figuras políticas, incluida la secretaria del Partido Unidad Nacional de la Esperanza (Une), Sandra Torres. “La empresa recibía $30 mil dólares al mes por este trabajo”, aseguró la exasistente.
Luego de ganar las elecciones y se nombrado ministro de Comunicaciones, de acuerdo con el relato de Herrera, Sinibaldi instituyó las “jornadas de pagos” para organizar la entrega de las coimas exigidas a los constructores para pagarles deudas o adjudicarles proyectos.
“Los empresarios llegaban a la oficina de zona 10 para dejar el pago, siempre se manejaba en efectivo. Cuando era temporada de pagos, como lo llamaba Sinibaldi, llegaban”, comentó. Explicó que se adquirió una caja fuerte –de la que ella tenía la clave– para guardar todo el dinero en efectivo.
Sinibaldi les ordenó que escondieran más Q39 millones en efectivo que guardaba en sus dos apartamento que funcionaban como bóvedas, luego que se enteró que el apartamento de Roxana Baldetti fue allanado.
“El dinero que se sacó de ahí se cargó en mi carro, eran maletas y maletines, que le pidió a Juan Pablo y a Pedro que consiguieran y maletines que estaban en la oficina, ya todo se llevó ese mismo día. En la noche se cargó todo a la camioneta y se llevó a la oficina de la zona 10, en la oficina de la zona 10 estuvo durante toda la noche y al siguiente día vino el señor Sinibaldi y dijo que tampoco me podía quedar con este dinero acá, de este primer apartamento en Margaritas se sacan 39 millones de quetzales en efectivo”, comentó.
El dinero se repartió entre diferentes conocidos y hombres de confianza de Sinibaldi que lo escondieron en diferentes lugares.
Según declaró Herrera, Sinibaldi renunció al Partido Patriota tan solo una semana antes de que se destapara el Caso de La Línea, por el cual se precipitó la renuncia del expresidente Otto Pérez Molina y la de la exvicepresidenta Roxana Baldetti en 2015.
“Desde entonces su vida cambió, su ritmo de trabajar se disminuyó y las reuniones bajaron”, comentó.
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