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En entrevista con Prensa Libre, Pérez Ruiz analiza el actual proceso de elección de magistrados para Corte Suprema de Justicia (CSJ) y Corte de Apelaciones, que debieron asumir el 13 de octubre del año pasado, y los bemoles que rodean la postulación de los más altos funcionarios judiciales.
Luego de ocho meses, se inicia la elección de magistrados de la CSJ y Apelaciones en el Congreso, ¿Cuál es su análisis de este proceso?
La crisis del sector justicia no es nueva, desde que comencé a trabajar en el Organismo Judicial (OJ), ya se planteaban muchos problemas. Con el tiempo fueron aumentando en la medida en que este organismo fue descubierto por los políticos como el gran abastecedor de empleos que podía ofrecer.
Con el paso del tiempo fue aumentando la mercadotecnia. Después ya no solo fue proveedor de puestos y plazas, sino que también descubrieron que podían obtener excelentes mecanismos de impunidad y entonces ya se empezaron a comprar voluntades de una manera frecuente y abarcaron mayores espacios. Con el tiempo fue más descarada, tal como se presenta el ambiente en estos momentos.
¿Ve una salida a esta crisis?
El hecho de llegar a este momento, embarcados en una lucha de circunstancias, resulta prácticamente estéril. Con un proceso de comisiones de postulación absolutamente desgastado, no porque el modelo sea bueno o malo, sino por la forma en que ha sido utilizado para mercantilizar más la justicia. Yo sostengo que los modelos no son buenos ni malos, son asépticos, quienes son buenas o malas son las personas que los ponen en marcha.
El modelo meritocrático jamás ha aparecido en Guatemala, en él deberían de aparecer los profesionales que son buenos en su trabajo, que saben, son honestos. Los que son honorables no los escogen o ni siquiera se presentan. Pareciera que muchos creen que con solo el hecho de ser abogado ya se tiene la posibilidad de ser un buen juez o magistrado.
Los problemas que se están viviendo ahora es una historia anunciada, con un proceso que se está ejecutando a la carrera, con dedicatoria de uno y otro lado. A la CSJ que tendríamos ahorita -si se hubiera electo en octubre del año pasado- no le vería una gran diferencia con las Cortes que hemos tenido recientemente, y considero que después de la elección van a venir, indudablemente, amparos e inconstitucionalidades por lo que no sé en cuanto tiempo más tendremos nueva CSJ.
¿Eso significa que tendremos un proceso largo y complejo?
Creo que sí. El camino será largo y tortuoso y comenzó hace muchísimos años. Si uno repasa la historia de cómo han sido electos los magistrados hay de lo más variopinto y cada reforma constitucional o nueva Constitución de la República va creando cambios de escenario, pero la constante es que la selección final, porque no es elección, siempre ha sido política partidista.
Yo no me aparto de que la CSJ es un tribunal que forma parte de un poder político y que por lo tanto no puede estar tan alejada de las decisiones políticas, pero el problema es que son partidistas y por eso siempre están buscando su propio beneficio y no que la justicia sea sana, pronta y cumplida, al alcance de la población.
Los políticos buscan que la justicia esté al alcance de sus intereses, por eso la crisis es constante. Desde hace mucho tiempo la justicia está en el intensivo y se niega a morir por una razón que no entiendo, nuestro país sobrevive a todos las crisis, una tras otra, y seguiremos en ese proceso. Podrá haber nuevas Cortes, pero de qué nos sirve, porque las cosas no van a cambiar.
¿De qué forma podría el país salir de este manoseo político?
Creo que debe haber un despertar social en el que no solo nos interesen las noticias, los comentarios y los escándalo, sino que también debemos hacer saber a nuestros políticos y autoridades que ya no vamos a soportar esta situación. Hemos llegado a esto por la paciencia que tenemos, hasta justificamos las arbitrariedades diciendo: así son las cosas, qué podemos hacer, eso no está en nuestras manos.
Eso lo expresamos por indiferencia, por ignorancia y otras veces porque nos gustan como están las cosas. La sociedad no toma actitudes que obligue a cambiar el estatus quo en el Estado.
La solución podría ser una reforma constitucional, pero muchos piensan que este no es el camino porque poner la Constitución de la República en manos de nuestros políticos es sumamente peligroso, porque se van a adueñar muchísimo más del Estado y más corrupción.
Y si se efectúa una reforma legal ordinaria sería igual porque la misma tiene que pasar por los mismos personajes de una reforma constitucional. Pareciera que estamos en un callejón sin salida. Creo que la sociedad debe forzar el cambio, el cual no podemos esperar de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba y no estoy hablando de una revolución, ni de llamar a la violencia, me refiero a que la población debe exigir que las cosas deben cambiar para que verdaderamente podamos hablar de una incipiente democracia.
A propósito de reformas constitucionales, ¿Qué opina de las que pretende promover el presidente Alejandro Giammattei, en las cuales propone 15 magistrados para la CSJ?
En primer lugar, aumentar tres magistrados, es buscar más burocracia, y en segundo lugar es la misma mica con diferente montera, porque quienes van a intervenir son los mismos políticos. En dicha propuesta, por ejemplo, el Colegio de Abogados y Notarios va a nombrar tres magistrados, pero quienes se van a movilizar son los mismos que lo hacen ahorita.
Serían los mismos grupos politizados que pretenden llevar a los que les conviene, porque cuando alguien pretende llegar a estos cargos y no tienen dinero para hacer campaña busca quien se los proporcione y quienes les dan recursos los condicionan de acuerdo con la cantidad, mientras más grande sea, más grande será el compromiso.
Si van a visitar el Congreso les dicen: yo voto por usted, pero no me interesa que tan bueno sea usted o que tanto lo merezca, sino que usted sea afín a mí en las decisiones que a mí me convienen. Debemos de tratar de sacar el modelo de elección de la decisión política y que los méritos sean los que tengan mucha más voz que las necesidades políticas del país.
En todo el mundo en las elecciones de las Cortes Supremas, o como les llamen, interviene la política, por supuesto, pero la diferencia es que tratan de llevar a las mejores personas, a las que más saben, a los más honestos que hay dentro de sus simpatizantes, pero aquí escogen a quienes sean más maleables a obedecer intereses bastardos.
En las elecciones de los funcionarios, ¿Pesa mucho la credibilidad de las instituciones?
Actualmente estoy un poco alejada de ese mundo, pero según leí, la elección de magistrados del Tribunal Supremo Electoral también fue muy sospechosa. Entonces, si desconfiamos de quienes nos gobiernan, los que legislan y quienes son responsables de impartir justicia, no creemos en nada, ya solo nos falta dejar de creer en Dios.
Todo lo que hacen ellos no pasa por el beneficio de la duda, sino porque algo anda mal o algo están sacando, por eso insisto, en que mientras haya tanta injerencia partidista estaremos en problemas.
La idea de los constituyentes (1985) fue buena al tratar de descentralizar y de quitarle impacto a la decisión política, pero eso se convirtió en el germen para que las cosas estén como están. Para mí las cosas, ahorita, están perdidas, casi da igual que elijan o no nuevas Cortes, porque la situación es meramente formal, en el fondo nada va a cambiar.
Creo que cualquier cosa que se haga para mejorar la justicia debe hacerse consensuadamente, llamar a las mejores cabezas de este país y que hagan un proyecto que merezcan la pena.