No obstante, está consciente de que el país transita en el camino hacia el autoritarismo, aunque todavía está lejos de llegar a la situación que vive Nicaragua.
¿Cómo se ve desde el extranjero todo lo que está ocurriendo alrededor del proceso electoral?
A diferencia de la etapa previa a la elección, donde nadie quería pronunciarse, ahora sí hay bastante pronunciamientos bastante claros de muchas autoridades, en el Gobierno de Estados Unidos, en el Congreso entre las oenegés en la OEA y casi todos los mensajes piden el respeto a los resultados de la primera vuelta, pidiendo respeto a las instituciones democráticas y a las leyes, y que la segunda ronda se realice, así como dice la ley, el 20 de agosto. Así que creo que hay un consenso y unanimidad entre las organizaciones, el Gobierno, el Congreso en favor de la lucha por la democracia y el respeto al estado de Derecho en Guatemala.
¿Esto es positivo, pero cree que sea suficiente?
Bueno, la lucha más importante es de los guatemaltecos, de afuera nada más podemos expresar apoyo al proceso a las leyes a las normas a la ética, pero la lucha realmente importante es de los guatemaltecos. Lo internacional es su granito de arena en favor de la democracia.
¿A nivel internacional, qué tanta es la preocupación de lo que está pasando en Guatemala?
Entre los conocedores de Latinoamérica y a Centroamérica, en particular, hay una gran preocupación —porque— hay mucha confusión. Hay que entender también que para Estados Unidos hay otros temas muy importantes. El presidente —Joe —Biden— anda en Europa, la guerra en Ucrania, la situación con China. Hay muchos temas, pero entre la comunidad local en Latinoamérica, hoy por hoy, yo diría que el tema de Guatemala está en primer nivel.
Acá en Guatemala algunos están calificando los hechos como un golpe de estado técnico, ¿qué acciones podría tomar EE. UU.?
Hay que ser claros, Estados Unidos y el Congreso todavía no ha utilizado ese término. Creo que su análisis no es que hay un golpe técnico en este momento, más bien se preocupan por los conflictos internos jurídicos de Guatemala y las acciones de la Fiscalía o del Ministerio Público y de algunos magistrados, pero esa palabra todavía no se usa y pues es difícil especular cual va a ser la reacción.
También se dice que, dependiendo de este desenlace, Guatemala se podría convertir en otra Nicaragua ¿aún hay diferencias?
Sí, yo creo que hay diferencias muy grandes. En Nicaragua, los políticos opositores a pocos meses antes de las últimas elecciones fueron encarcelados, torturados. En el caso de Guatemala, Bernardo Arévalo pudo hacer su campaña, le están haciendo trampa, pero no está encarcelado. En Nicaragua se llegó al extremo que se les retiró la ciudadanía. Yo creo que eso no ha pasado todavía en Guatemala, eso no quiere decir que la situación en Guatemala no sea seria, preocupante, antidemocrática, pero la situación es muy distinta eso hay que entenderlo.
Yo diría que Guatemala va encaminada hacia Nicaragua. Si sigue el rumbo, quizás algún día llegue a ese extremo, pero yo no veo que haya llegado y ojalá que no suceda, tengo fe en el pueblo guatemalteco.
Usted dice que la lucha principal debe ser de los guatemaltecos, ¿cómo se defiende la democracia?
Los guatemaltecos tendrían que decidir, pero yo me imagino que es expresarse con su voto, con su presencia en las calles y con sus demandas públicas para que se respeten la ley y la Constitución y los resultados de las elecciones. Para mi la democracia empieza con las elecciones, pero no termina ahí, hay que insistir en un estado de derecho, en instituciones independientes a de la manipulación política, la ética de las autoridades todo eso tiene que ver con la democracia. Hoy entiendo que los guatemaltecos están defendiendo su elección, pero más allá de eso tendrían que pelear y luchar por otros elementos de la democracia, y yo tengo fe, tengo esperanza en que los amigos de Guatemala lo van a lograr.
¿En qué se basa su esperanza?
Bueno, antes del 25 de junio yo daba por hecho de que el sistema de corrupción iba a continuar, yo jamás pensé que podría suceder una cosa como la que ha sucedido. Sabemos que todavía hay camino por recorrer, no hay una conclusión todavía, pero de del pesimismo que existía antes del 25 de junio, ahora hay cierta esperanza de que se pueden romper las cadenas de la corrupción en Guatemala. Yo creo que es motivo de esperanza para los guatemaltecos, primero, y también para la comunidad internacional.
¿Qué representaría para EE. UU. que otro país centroamericano empiece a dar indicios de convertirse en un régimen autoritario?
Es un tema bastante preocupante y esas tendencias autoritarias no se limitan a Centroamérica. Creo que Estados Unidos ve con gran preocupación no solo la situación en Guatemala, sino a América Latina, las regiones quieren ser libres, quieren tener democracia, no temer a sus propias autoridades ni caer en los caudillismos.