¿Qué piensa de la coyuntura crítica que está viviendo Guatemala?
Lo que está sucediendo en términos de movilización social es inédito, porque me parece que es una movilización de naturaleza territorial y eso no había sucedido antes, y hay actores que sin proponérselo se han convertido en los liderazgos de esta movilización, que son los pueblos indígenas, que además están luchando por la vigencia del carácter democrático y republicano del Estado, de un Estado que los ha excluido. Eso es bueno porque crea puentes entre estos liderazgos y estos pueblos indígenas y el resto de la población urbana o rural en la lucha por la defensa de la democracia. No ha sido la plaza el principal centro de expresión, sino las carreteras, los municipios, los barrios, los mercados.
Después del llamado que hacen las autoridades ancestrales se suman las áreas urbanas ¿Cree que estas estaban esperando el surgimiento de un liderazgo?
No sé si estaban a la espera, pero efectivamente, hace seis meses no había ese liderazgo nacional. Creo que lo que hicieron los 48 cantones es muy importante, ya que son las autoridades ancestrales y los pueblos indígenas los actores relevantes que están jugando ese rol que nadie esperaba. Y así como avanzó —el movimiento— en los territorios rurales, también fue contagiando ese espíritu de lucha a las áreas urbanas, porque no es la Plaza de la Constitución, son los barrios, los mercados se contagió esa Indignación ciudadana y esa defensa de la democracia.
¿Cómo entender que las organizaciones ancestrales defienden un sistema que les ha dado la espalda por años?
La lucha por superar la exclusión de la que han sido objeto no se puede lograr de la noche a la mañana, es un proceso, y en la medida en que la democracia liberal se consolide creo que mejorarán las condiciones para la lucha de los pueblos indígenas. El hecho de que el Estado haya sido excluyente no significa que no se busquen ventanas para superar esa exclusión. Si —la democracia— se consolida, y esta coyuntura es una oportunidad para hacerlo, se crearía un mejor contexto, un mejor escenario para la lucha de los pueblos.
¿Cree que ha habido también un proceso de maduración de los pueblos indígenas?
Yo creo que más bien hay que hablar de sabiduría. Hay que tener claro que el actor político es mucho más profundo que las simples organizaciones indígenas, ahora son las autoridades ancestrales que han sido —históricamente— muy cautas en no meterse en conflictos coyunturales.
Creo que han tenido la sabiduría para entender que en esta coyuntura la defensa de la democracia resulta vital para sus propósitos estratégicos. Yo creo que han tenido la sabiduría de apreciar lo que se está discutiendo en esta coyuntura, ven la potencialidad que tiene. Si se resuelve favorablemente a la democracia, ven la potencialidad que tiene para avanzar en la construcción de un estado incluyente que, por supuesto recupere la naturaleza democrática y republicana del Estado, pero que vaya más allá. Aunque los dirigentes sean jóvenes o de mediana edad hay una sabiduría acumulada, es ancestral, hereditaria.
¿Cuál diría usted que es el mejor y el peor escenario que se ve para esta crisis?
El peor sería que el Gobierno reprimiera las expresiones de inconformidad ciudadana en cualquier forma. Por supuesto es fundamental que todas estas expresiones de indignación ciudadana se mantengan en el ámbito pacífico. La discusión de si son manifestaciones o bloqueos me parece impertinente, porque lo importante es que la gente se está expresando de manera de manera pacífica, no hay agresión, no hay capuchas, no hay palos, no hay piedras. El mejor escenario sería que las personas que están en la picota renunciaran, —pero— si eso no se produce me parece que debería haber un amplio consenso social de todos los sectores interesados en la democracia para aislar a las mafias político-criminales, que son las que se mantienen intransigentes.
¿En manos de quién está la solución de esta crisis que atraviesa el país o qué salida podría tener?
De una manera muy simplista sería que estas cuatro personas, a las que se les está pidiendo la renuncia, qué renuncien. Aparentemente es una solución fácil porque no puede ser que los intereses de cuatro personas prevalezcan sobre toda la situación que se está viviendo a nivel nacional. Pero esa solución tiene un sustento falso, porque no son solo cuatro personas, es toda una estructura atrás de ellas que están interesadas en crear esta crisis para obstaculizar la efectiva ejecución del resultado electoral.
Esa es la solución, pero como es difícil que se produzca, lo que hay que buscar es una mayor cohesión de la sociedad. Me parece que es fundamental que el sector empresarial, que sin duda es un actor importante en el país, supere las medias tintas que ha tenido hasta ahora y se pronuncie abiertamente pidiendo la renuncia de la fiscal general, creo que eso lo definiría en un ámbito y dejaría esas ambivalencias que hasta ahora observo en su comportamiento; además, contribuiría a la cohesión social para demandar el respeto a la democracia.
¿O sea, usted cree que la solución pasa, definitivamente, por la renuncia de estos cuatro personajes?
Si esas cuatro personas renuncian se crearía un escenario mucho más favorable para la transición democrática hacia el nuevo gobierno y para la prevalencia de la democracia, pero lo veo difícil porque en el fondo no son decisiones personales de ellos, ya que solo son la expresión de toda esa estructura que ha cooptado al Estado y que está encabezada por el presidente Alejandro Giammattei.
Adrián Zapata
¿Qué piensa de papel que ha jugado el presidente electo?
Ha jugado un rol muy importante en la medida en que ha contribuido a que se reconozca, por parte del Gobierno, del Estado y del resto de la sociedad, que este movimiento no está promovido, inspirado o liderado por actores políticos, ni siquiera por él. Creo que ha contribuido a que se ubique con claridad cuál es la naturaleza de esa movilización y cuáles son los liderazgos. No es cierto que los pueblos indígenas, o que los liderazgos de los pueblos indígenas respondan a lo que Semilla o Bernardo Arévalo les oriente.
¿Hoy en día ve usted riesgo de Bernardo Arévalo no asuma la Presidencia el 14 de enero?
Ese es el sueño de las mafias político-criminales que tienen cooptado al estado, evitar a través de subterfugios legales que Bernardo Arévalo tome posesión es, esos sectores no han renunciado a dar un golpe de Estado ese riesgo sigue existiendo, pero me parece que aunque estas mafias que cooptan la mayoría de instituciones del Estado tienen los recursos institucionales para tratar de lograrlo, estas manifestaciones han creado una legitimidad mucho mayor a la exigencia de que esa transición efectivamente se cumpla.