Esduin Javier Javier, conocido como Tres Quiebres, ahora militante del partido Cambio, de Manuel Baldizón; Boris España, que se postula con el oficialista Vamos, y Juan Ignacio Quijada, desde la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), buscan tomar el control político de este departamento fronterizo con Honduras.
El título de cacique también representa un poder político y económico en el territorio que va más allá del partido con el que logre colocarse.
Sin ser oficialista, un cacique puede colocar un gobernador o un director de área de cualquier ministerio. Este alimenta su red regional y tiene un compromiso con él cuando gane, que es dar espacios en las instituciones públicas.
“El cacique da aporte electoral, conoce la estructura de operación de las agrupaciones locales, sabe qué teclas tocar, y, a diferencia de quienes comienzan en la política, no arranca de cero, ya que conoce la organización y cómo trabaja cada grupo”, expresa el consultor político Luis Monterroso.
El caudillo departamental se fortalece cuando tiene acercamientos con el partido de turno, refiere el analista.
Jahir Dabroy, politólogo e investigador de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), explica que los caciques son figuras territoriales que a lo largo de los años han logrado cooptar un discurso político de poder dentro de la institucionalidad pública.
“Tienen capacidad económica, no permiten la libre competencia y tienen medios coercitivos para que quienes se salgan del redil regresen”, añade Dabroy.
Cimientos familiares
Tres Quiebres ha dirigido la municipalidad de Ipala, Chiquimula, en dos períodos. Para estas elecciones buscará una de las tres plazas de diputados distritales y necesitará en promedio 17 mil votos de todo el departamento para conseguir uno de los tres escaños asignados a ese distrito.
Para llegar al Legislativo, Javier tiene un plan: creó una red política de cuatro candidatos que le puedan asegurar una curul.
Lusvin Ellioani —su hermano— fue postulado como candidato a la alcaldía de Ipala; el exconcejal de dicho municipio Henry Lemus fue proclamado ahora para encabezar la planilla a corporación municipal por Olopa; el ex jefe edil Byron Geovani González correrá por la alcaldía de Camotán y el exalcalde de Chiquimula Gianni Renato Suchini competirá por regresar a la comuna de la cabecera.
“Prefiero no comentar, para evitar y mantenerme al margen”, expuso el alcalde y candidato a diputado Esduin Javier al preguntarle sobre su estrategia para continuar en la administración pública, ahora en el Congreso.
La apuesta oficial
Boris España se propone mantener la representación del departamento y, desde la plataforma oficialista, consolidar su poder en Chiquimula.
El actual congresista, que busca su cuarto período consecutivo en la curul, no quiere ser el único electo en su planilla e intenta superar los 50 mil votos para que Silvia Patricia Valiente, su asesora, también llegue al Congreso en el segundo puesto distrital.
España fue incluido en 2022 en la lista Engel, una sanción que emite el Departamento de Estado de Estados Unidos, que lo declaró como participante en actos significativos de corrupción.
Aunque España no logró convencer a los 11 alcaldes de que apoyaran al partido Vamos y se reelijan con este, consiguió que Noé Rolando Guerra compita por la alcaldía de Camotán. Las demás plazas las ocuparán otras organizaciones políticas.
El elegido de la UNE
Quijada Heredia cumple su primer período en el Congreso con la UNE y buscará su primera reelección. Este legislador llegó al Congreso por el segundo escaño de Chiquimula cuando su partido logró 30 mil 581 votos. A diferencia de Javier y de España, dicha agrupación consiguió esta vez que cinco alcaldes compitan por su reelección como representantes de ese partido.
El control del poder
El politólogo Hugo Novales considera que en distritos pequeños como Chiquimula la competencia electoral es distinta a los más grandes, pues hay espacio para pocos diputados. Explica que, para reelegirse, deben ser competitivos y el primer paso es controlar el partido con el cual se van a postular para asegurar su nominación como candidatos.
“Esto se hace con frecuencia a través de relaciones clientelares, en donde la asignación de fondos para proyectos municipales o programas del Ejecutivo es condicionada por la relación con los diputados, que tienen una gran influencia en el proceso de diseño del presupuesto”, reitera.
Dabroy agrega que, recientemente, los caciques distritales se han articulado alrededor de asuntos vinculados con el clientelismo político, pero también se han fortalecido con otra serie de acciones no necesariamente legales. “Se convierten en una figura de autoridad, se agencian de varios períodos en el gobierno local, que suelen transferir a sus familias, que heredan el caciquismo en el lugar”.
Novales insiste en que los diputados ganan en esos distritos, no por mayoría de votos, sino por una pluralidad. El entrevistado expone que los caciques, en lugar de buscar el apoyo de la mayoría del electorado, por medio de bienes públicos y proyectos se enfocan en grupos que les garanticen una victoria en las elecciones siguientes por medio de programas clientelares.