Baquer regresó hoy a su país, luego de haber participado el jueves y viernes en un encuentro con civiles y militares guatemaltecos, donde se analizó el futuro de las fuerzas armadas.
A su criterio, los ejércitos de naciones que avanzan hacia la democratización deben ser pequeños, profesionales y subordinados al poder civil.
Además, su presencia en sitios urbanos no es necesaria, pues se les requiere para resguardo de fronteras y mares territoriales.
Desde la firma de la paz, en 1996, los cambios en el Ejército no marchan al ritmo de las exigencias civiles. ¿Tiene algunas sugerencias para acelerar el proceso?
No voy a emitir juicios particulares, para no injerir en problemas internos de Guatemala. Lo que sí puedo hacer es aportar la experiencia que he vivido en países de Iberoamérica, Europa y el norte de Africa.
¿Cuáles han sido las fórmulas aplicadas en otras regiones?
Como norma general, los ejércitos del futuro tendrán menos efectivos que los actuales, no estarán relacionados con problemas de política interior y se subordinarán al poder civil. Eso sí, se debe invertir mucho en tecnología.
¿Y en el tema del despliegue territorial? Usted no quiere particularizar, pero en Guatemala hay bases y cuarteles en casi cualquier región; en conjunto, son alrededor de 70.
Por mi experiencia, las fuerzas armadas deben estar fuera de las ciudades y concentrarse en la defensa de las fronteras y las costas.
Por tanto, todas las instalaciones innecesarias deben ser trasladadas al poder civil, para que éste disponga si las convierte en universidades y hospitales, por ejemplo.
¿Son necesarias las instituciones militares donde existen muchos oficiales y poca tropa?
Sólo en los ejércitos de cuadros, modelo que no es recomendable para Guatemala. Lo más conveniente es que se propongan retiros de oficiales, en condiciones económicas ventajosas.
Si un país está completamente estabilizado, hay conciencia de identidad nacional y el nivel del delito no rebasa lo normal, la cantidad de miembros del Ejército debe ser baja.
Actualmente, en España hay tres veces menos militares que hace veinte años. El mismo fenómeno se observa en otros países del mundo.
¿Qué propone para que los antiguos militares sean de provecho para la sociedad?
Haber servido con honestidad en las fuerzas armadas debe ser reputado en la sociedad civil como mérito.
Sin embargo, hay formación militar que no tiene sentido en la vida civil, como el comando y el combate. Debido a ello, sería desastroso que quienes fueron preparados para eso formaran unidades paramilitares ilegales.
Si hoy comenzara en serio la reforma del Ejército, ¿cuánto tiempo llevaría completarla?
Toda reforma tiene claro el objetivo y Guatemala no es la excepción, pero los plazos varían. Una modernización nunca termina, pues la idea que de ella tenemos hoy no será la misma dentro de diez años.
En la discusión, ¿cuál debe ser el papel de la sociedad civil?
Debe ser propositiva, y sus aportes deben ser tomados en cuenta. Además, para que progrese la reforma de las fuerzas armadas se debe avanzar en la reforma civil, para que ésta se encargue de algunas tareas que ha desempeñado el Ejército.
¿Cuál sería la tarea de los otros organismos del Estado para garantizar que avance la modernización?
La cifra de las plazas del Ejército tienen que ser controlada por el Ejecutivo. Mientras, el Legislativo debe ser el encargado de controlar su poder económico. Eso es facilísimo.
La solución al problema está clara y no requiere de mayores esfuerzos intelectuales, sino de ejecución.
Es evidente que en su ejecución hay intereses, pero las cosas se deben hacer con honestidad, para no demorar más la modernización.