El saldo fueron 83 personas muertas, mil 300 infectadas con enfermedades venéreas, como sífilis y gonorrea, y, en total, cinco mil 500 fueron obligadas a participar en los experimentos, según el reporte.
Las víctimas fueron niños huérfanos, pacientes con problemas mentales, indígenas, soldados de la Guardia de Honor que prestaban protección al presidente Juan José Arévalo, así como prostitutas, escolares y enfermos.
Las infecciones
“Berta —paciente en el ala psiquiátrica— estaba enferma y parecía que moriría”, explica el informe del médico en jefe, quien no indicó qué mal padecía. “Ese día él colocó pus de gonorrea en sus ojos, así como en su uretra y recto; también la infectó de nuevo con sífilis”, expresó con malestar John Arras, también integrante de la referida comisión.
“Días después, sus ojos estaban llenos de pus de la gonorrea y sangraba por la uretra; seis meses más tarde, Berta murió”, agregó.
Las víctimas fueron sujetas a más de 50 experimentos; hubo un grupo, en el cual estaban los niños de orfanatos y escuelas, a quienes le introducían agujas en la nuca y columna vertebral para extraerles médula y tomar muestras de fluidos de la columna vertebral y el cerebro.
También extraían sangre y tejidos para cultivos.
“El otro grupo fue infectado con enfermedades venéreas en los ojos, uretra y recto, como Berta”, añade el informe oficial.
A los hombres les hacían raspados y heridas en el pene, quitándoles la piel para inocular el virus, señala.
Asimismo, había inyecciones en órganos genitales e inoculación del virus en la cérvix.
La evidencia también revela que el ministro de Salud de la época, los enfermeros del hospital psiquiátrico, el orfanato y el jefe del departamento médico del Ejército sabían de los experimentos.
Según la investigación, todos los involucrados han muerto, explica Amy Gutmann, presidenta de la Comisión.
No fue coincidencia
“Lamentablemente, no es un accidente que esto haya pasado en Guatemala. Era una población que se veía con diferencias étnicas, raciales, de nacionalidad, y sabemos que algunos de los participantes en los experimentos dijeron explícitamente que no podían hacer eso en su propio país”, lamentó Gutmann.
John Charles Cutler fue el médico estadounidense que lideró los experimentos, y que años atrás había realizado otros similares con reos afrodescendientes en Alabama, EE. UU.
Debido a las leyes estadounidenses, los reos fueron informados de los experimentos, algo que no ocurrió en Guatemala, revela el informe.
Esto viola tratados como el de Núremberg (1946), que prohíbe atrocidades en experimentos como los realizados por el médico nazi Josef Mengele, apodado el Ángel de la Muerte, en el campo de concentración de Auschwitz.
La primera máxima de ese código era que las personas que participaran en experimentos debían dar su consentimiento.
Cutler y su equipo sabían esto, y mantuvieron los informes en secreto; los resultados de los experimentos no se publicaron.
La Comisión debe presentar el informe final a Obama, con recomendaciones y un análisis histórico, para evitar que esa situación se repita, dijo Gutmann. Obama se había disculpado hace nueve meses.