El sistema no crea oportunidades y la escuela no cumple su función de integración social, indica Mario Rodríguez, del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Agrega que esto causa otros males asociados que afectan a la niñez, como la violencia, el abandono y la pobreza.
Más y mejor educación ha sido un lema muy utilizado para apoyar las políticas públicas educativas durante muchos años y en diferentes administraciones, pero no se han logrado avances, señala Rodríguez.
“Quince de cada cien niños y niñas en edad escolar no estudian y del porcentaje matriculado, un 45.6 por ciento presenta una prevalencia de desnutrición”, añade. El promedio de escolaridad es de 5.6 años aprobados para el área rural y 8.2 para el área urbana, uno de los más bajos de América Latina.
Los peores indicadores se han obtenido durante el gobierno de Otto Pérez Molina, porque la política de extensión de cobertura educativa descendió drásticamente, sin una explicación oficial del motivo, refiere Rodríguez.
“En este gobierno, la tasa de cobertura escolar ha caído estrepitosamente; hay menos niños y adolescentes en institutos públicos”, coincide el sociólogo Otto Rivera.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la matriculación de educación primaria ha disminuido en 18 puntos: cayó de 98.3 por ciento en 2009 a 80.02 por ciento en 2014.
Falta inversión
La escasa inversión en beneficio de la niñez ha sido una constante de los gobiernos pasados.
La principal causa de que no se ofrezca una educación idónea y se garantice el mandato constitucional es que se invierte poco en educación. Según se estableció en los acuerdos de paz, se debería invertir un 7 por ciento del producto interno bruto, pero en la actualidad solo se destina el 3 por ciento, comenta la investigadora Ana María Hernández, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales.
Según Unicef, la inversión diaria para la niñez para el 2014 fue de Q5.70, y debería aumentarse a Q20.50 para el 2021.
El principal valladar para cumplir esta meta ha sido la falta de transparencia en el presupuesto, ineficacia para recaudar impuestos, altos niveles de corrupción y mal empleo de recursos, apunta la politóloga Geidy de Mata.
La política de cobertura escolar ha sido el común denominador en los últimos 25 años, han existido avances significativos, pero aún no son suficientes, explica Rodríguez.
Uno de los grandes retos del gobierno es la calidad educativa, al tomar en cuenta factores como calidad de formación de los docentes, infraestructura, cumplimiento de días de clase, entrega de programas de apoyo —refacción escolar, útiles y valija didáctica—, y fortalecimiento de estrategias educativas, mediante la continuidad de programas.
Salud precaria
Existen más puestos de salud en las comunidades; sin embargo, el factor pobreza y escasa inversión en salud por niño, reflejado en la ausencia de atención médica o de medicamentos, hacen que sea necesario prestar mayor atención e invertir más, afirma Hernández.
En programas como Pacto Hambre Cero no ha habido reducción de la tasa de desnutrición, puesto que se tenía proyectada una disminución del 10 por ciento, pero solo ha llegado al 2.6 por ciento, señala Rivera.
Unicef informó en noviembre del año pasado que Guatemala ocupa el quinto lugar a escala mundial en casos de desnutrición crónica infantil, con una tasa del 49.8 por ciento. En salud, nutrición y protección de la niñez se invierte US$16 mil millones, siendo necesarios US$38 mil millones para el 2021, agrega la referida institución.
Desprotegida
La niñez y adolescencia corren un riesgo muy alto de integrarse a grupos de antisociales, como consecuencia de la ausencia de los padres, pocas oportunidades de recreación y deporte, y la pobreza, dice Hernández.
La presencia de inequidades y la falta de protección de la violencia representan serios obstáculos para la inclusión social de los niños y que gocen de sus derechos plenamente. Según el Instituto Nacional de Ciencias Forenses, 9.2 por ciento de las muertes violentas en el 2013 fueron de menores de 18 años. Además, alrededor de 40 niños quedan huérfanos cada día por el asesinato de uno de los padres.
“Es inaceptable que cada cuatro años, en el marco de campañas electorales, los candidatos se fotografíen abrazando o besando a niños y niñas, pero al ser electos jamás se vuelven a recordar de ellos”, lamenta Rivera.
“Los niños no pueden votar, por lo que se convierten en botín electoral, una violación flagrante a su dignidad como seres humanos”, resalta.