¿Qué diferencias tiene la nueva edición del Diccionario con la anterior?
Se diferencia en todo. Tiene innovación desde el punto de vista tipográfico; ha cambiado el volumen. En América se introdujo el de dos tomos. La nueva edición se ha hecho con papel de biblia de 40 gramos. Tiene dos columnas. Antes tenía tres y eso dificultaba mucho la lectura. El artículo se ha estructurado de otra manera.
¿Cómo quedó ahora?
Al comienzo hay un paréntesis informativo donde se recoge todo lo que el lector debe saber respecto de la palabra, aspectos ortográficos, de etimología y problemas gramaticales, entre otros.
¿En qué se basaron los cambios en el nuevo diccionario?
En dos ejes, el de innovación y el de renovación. El Diccionario se hace desde 1780, y cada 10 o 12 años sale otra edición.
En el primero de los ejes, esa continuidad debe ser contada por palabras que desaparecen y otras que aparecen. Hay aportes de neologismos, tecnicismos y extranjerismos muy fuertes. En la parte de renovación hemos rectificado una parte con palabras asociadas a la mecánica automotriz, porque esto se había quedado anticuado.
¿En qué otras disciplinas han tenido que renovar?
En la parte de nanotecnología y en pesos y medidas que se utilizan en la Unión Europea.
¿Quién los asesora para estas modificaciones?
Nos ha apoyado el Consejo de Investigación Científica de Barcelona.
¿Con qué criterios se eligen las nuevas palabras?
El procedimiento de elección de vocablos se hace con estadísticas basadas en el uso frecuente y que se puede atestiguar que tienen vigencia. El diccionario de la RAE tiene en su corpus —registro histórico— unos 500 millones de palabras, que ya se encuentran en una computadora.
¿Quién revisa esa estadística?
No lo deciden personas, sino programas estadísticos. La lingüística computacional está muy desarrollada. Basta con entrar a la página de la Academia y ver el diccionario histórico. Se hace automáticamente.
¿Cuántas palabras que se encuentran en el Diccionario son de origen maya?
Guatemala aporta mil 39 palabras al diccionario. No necesariamente son palabras derivadas de lenguas indígenas. Hay onomatopeyas, voces de creación expresiva, formación de palabras.
¿Podría darnos algunos ejemplos?
Hay una expresión que se refiere a los papelitos los estudiantes utilizan para copiar en exámenes: “chivo”; esa ya está; también Güirigüiri, que se refiere a hablar mucho, está en el diccionario.
Hay quienes aseguran que la RAE se ha flexibilizado mucho. ¿Qué dice al respecto?
No creo que se flexibilice ahora más que antes. Los criterios que se usan en la lexicografía actual son distintos, tienen que ver con un período de vigencia específico. Vea usted, por ejemplo, la palabra tuitear. Es ahora frecuentísima en la lengua.
¿Por qué hay palabras que desaparecen?
Le doy un ejemplo: hubo un tiempo que las calles de España estaban iluminadas por gas. Esto cambió y ahora se usa luz eléctrica. Esto hizo que desaparecieran los términos asociados a esta iluminación. Ocurrió lo mismo con los términos relacionados a la cocina de carbón.
Hay palabras cuya acepción se modifica. ¿De qué depende?
De muchos factores. La mitad de las palabras de la lengua tienen acepciones y hay un porcentaje de esas que son de carácter metafórico. Hay acepciones donde se utiliza una palabra existente para denominar una realidad nueva. La lengua crece, y sin las acepciones tendrían que haber muchas más palabras.
Acerca del DRAE
La primera edición del Diccionario de la Real Academia Española salió a luz en 1780.
La vigésimo tercera edición se publicó en octubre pasado y fue presentado en Guatemala por el director de la entidad, José Manuel Blecua, el jueves último, en el Centro Cultural de España.
De acuerdo con Blecua, el Diccionario agrega mil 39 guatemaltequismos.
Además, incorpora alrededor de seis mil nuevas palabras y 145 mil enmiendas.
Tiene 93 mil 111 palabras y unas 200 mil acepciones. La edición para América se presenta en dos tomos.
Filólogo
Trayectoria profesional
José Manuel Blecua nació en Zaragoza, en 1939. Estudió Filosofía e Historia en la universidad de esa ciudad. Posteriormente acudió a la Universidad Complutense de Madrid, en donde se graduó de licenciado en Filología Románica. Fue profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona.
El 27 de enero de este año recibió un doctorado honoris causa por la Universidad Carlos III de Madrid. En 2010 asumió la dirección de la Real Academia Española.
Antes de tener ese cargo fue secretario y ocupó la silla en esa institución. El 8 de octubre del 2011 fue condecorado por el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, con la medalla de oro de la ciudad. El 10 de abril del 2013 obtuvo el Premio de las Letras Aragonesas.
DRAE
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
6 mil nuevas palabras.
145 mil nuevas acepciones.