Recuerda que al aprobar sexto primaria fue abanderada, lo cual la motivó a continuar los estudios de nivel medio. Este año obtendrá el título de bachiller en Ciencias y Letras. “Qué lindo es ponerse una toga. Mi sueño más grande es ser psicóloga, pero para eso hay que seguir luchando”, dice, emocionada.
Gracias al esfuerzo y perseverancia de María y se esposo, su hijo Rony Ernesto, de 18 años, está por graduarse de perito contador; Karen Mirella, 16, cursa quinto secretariado; y Tania Mishelle, 11, sexto primaria.
María asegura que estudiar la hizo ver la vida desde otro punto de vista, con mayores oportunidades, y eso es lo que les inculca a sus hijos para que triunfen en la vida. “La mejor herencia que le podemos dejar a nuestros hijos es el estudio”, enfatiza.
“Ser voceadora me ha permitido superarme y tener tiempo para mi familia”, cuenta María. Por la mañana vende diarios en la entrada a la colonia Belén, zona 7 de Mixco, y al volver a su hogar realiza todas las tareas de limpieza, prepara la comida y espera a su familia.
Karen, su segunda hija, dice que siente orgullo por la madre que tiene y que la apoya en todo momento.
Antes de cenar en familia se toman una hora para hacer las tareas juntas.
“Les animo a las personas que no saben leer ni escribir que sigan estudiando, porque en la vida hay muchos problemas y cuando uno estudia esos problemas se hacen pequeños”, recomienda esta madre ejemplar.
El olor a sándalo de la tía Nancy
“Se aprende a vivir con el dolor”, afirmó Hilda de Cruz cuatro años después de la muerte de su hija Nancy Cruz, quien era científica y además bailarina del Ballet Guatemala.
Por este crimen, ocurrido el 3 de agosto del 2012, fueron emitidas dos condenas y el juicio en contra de un tercer sindicado está pendiente.
“Me aparté de mis creencias espirituales. Siempre me pregunté: ¿Por qué no estuvo Dios allí para salvar a mi hija? Busqué ayuda psicológica”, comenta.
La mañana del 19 de marzo del 2015, Jorge Eduardo Pérez Morales, uno de los tres sindicados del asesinato y quien fue capturado con posterioridad, escapó.
“La noticia removió todo, fue vivirlo otra vez”, asegura Cruz. Un año después de la muerte de Nancy nació André, el nieto de Cruz, ahora de 3 años. “Abuela, vi a la tía Nancy y jugué con ella”, le dijo el pequeño. No sería la única vez que escucharía ese comentario.
Eran cerca de las 20 horas de Navidad del 2014. El pequeño André subió las gradas para dirigirse a la habitación de su abuela. Claudia, la hermana mayor de Nancy, fue tras él para atajarlo. “¿Colocaron incienso aquí?”, inquirió. Segundos después, todos percibieron el olor a sándalo, característico de la casa de Nancy.
“Amor que supera la sangre”
El sueño de muchas mujeres es procrear y sentir cómo crecen sus hijos en el vientre. Esto, sin embargo, no fue posible para Tita Mendoza, una reconocida actriz del teatro guatemalteco, quien confiesa que durante siete años intentó quedar embarazada por medio de tratamientos de fertilidad natural y medicina tradicional.
Tita ha participado en más de cien obras de teatro, entre ellas El general no tiene quién lo inscriba, Matemos a Marta, Un loteriazo en plena crisis y Dios es cash. Su mejor papel estelar le legó a los 32 años, cuando su deseo por ser madre era más fuerte y optó por la adopción.
“Cuando me dijeron ‘él es su hijo’, me desmayé”. Recuerda que tenía miedo de cargar al pequeño Andrés Isaac, a pesar de que había criado a varios sobrinos.
Todas las noches Tita le cantaba una canción a su hijo, sin saber aún en qué vientre crecía, y con esa misma lo hizo dormir la primera noche que lo tuvo en brazos. “La energía de mi canto llegaba a él, porque Dios todo lo hace perfecto”.
Cinco años después, de la mano de su hijo, acudieron al Consejo Nacional de Adopciones, en donde conocieron a una hermosa princesa de ojos grandes, piernas largas y hermosas y de sonrosadas mejillas, así describió a Carmen del Rosario, su segunda hija, que ha llenado de alegría su hogar.