La noticia llegó justo cuando los primeros distritos escolares del país norteamericano se preparaban para reabrir; los niños de Atlanta y algunos de sus suburbios vuelven a las aulas esta semana.
A lo largo del último año, se ha producido un polémico debate sobre en qué medida las escuelas contribuyen a la propagación del virus y si deben, y cuándo, cerrar. Para algunos padres, profesores y funcionarios, mantener las escuelas abiertas cuando circula una nueva variante del virus y poco conocido parecía un riesgo inaceptable. Para otros, sin embargo, era el cierre de las escuelas lo que planteaba un mayor peligro: la pérdida de aprendizaje, el aumento de las disparidades educativas y el empeoramiento de la salud mental, por no mencionar las dificultades para los padres.
Sin embargo, al comenzar el nuevo curso escolar de otoño, los CDC, la Academia Estadounidense de Pediatría y muchos otros expertos coinciden en que la reapertura de las escuelas debe ser una prioridad.
“Estamos en un lugar muy diferente al de hace un año”, dijo Elizabeth Stuart, epidemióloga dela Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins. “Tenemos vacunas muy efectivas, sabemos mucho más sobre cómo abrir las escuelas de forma segura y, creo, tenemos una mayor conciencia de algunos de los retos a los que se enfrentan los niños cuando no están en la escuela presencial”.
Hace apenas unos meses, con la vacunación de los mayores de 12 años a un ritmo constante y la disminución de nuevos casos, el escenario parecía preparado para una vuelta a la normalidad, al menos parcial.
La variante delta ha puesto esto en duda. Aún se desconocen muchas cosas sobre la variante, como por ejemplo si afecta a los niños más gravemente que las formas anteriores del virus. Además, dado que las tasas de vacunación son muy desiguales y la mayoría de las decisiones se dejan en manos de las autoridades locales, la variante añade una nueva incertidumbre al próximo año escolar y hace que sea aún más importante que las escuelas tomen precauciones de seguridad cuando vuelvan a abrir sus puertas, según los científicos.
“Delta, al ser tan contagiosa, ha subido la apuesta”, dijo William Schaffner, director médico de la Fundación Nacional de Enfermedades Infecciosas y experto en vacunas de la Universidad de Vanderbilt. “Esto hace que todos estos detalles sean aún más importantes”.
Aquí están las respuestas a algunas preguntas comunes.
¿Qué hemos aprendido sobre el riesgo de transmisión en las escuelas?
En general, los estudios sugieren que —al menos el año pasado— la transmisión en las escuelas fue generalmente baja cuando estas tomaron precauciones básicas.
“Cuando hay cubrebocas e incluso un metro de distancia, no verás grandes brotes en las escuelas”, dijo Yvonne Maldonado, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas de Stanford Medicine y presidenta del Comité de Enfermedades Infecciosas de la Academia Estadounidense de Pediatría. “Es posible que haya algunas transmisiones, pero serán relativamente poco frecuentes”.
Los estudios realizados en Carolina del Norte, Utah, Misuri y otros lugares revelaron que cuando las escuelas implementaron varios tipos de medidas de seguridad —alguna combinación de uso de mascarillas, detección de síntomas, distanciamiento, mejora de la ventilación, pruebas de detección de virus, lavado de manos y división de los alumnos en grupos más pequeños— las tasas de transmisión en las escuelas eran incluso menores que en la comunidad circundante.
“En realidad, es más seguro para los niños estar en la escuela que estar en casa”, dijo Daniel Benjamin Jr., especialista en enfermedades infecciosas pediátricas de la Universidad de Duke.
Estas tasas bajas pueden deberse, en parte, a que los niños menores de 10 años parecen ser menos propensos a transmitir el virus que los niños mayores y los adultos. Pero otro factor que contribuye es que las escuelas son —o pueden ser— entornos controlados y pueden tener medidas de seguridad más estrictas que la comunidad circundante, dijo Benjamin.
Sin embargo, se han producido brotes en escuelas que volvieron a abrir sin buenas medidas de mitigación. El primer gran brote escolar de Israel, que acabó infectando a 260 personas, se produjo durante una ola de calor, cuando las autoridades retiraron temporalmente la obligación de utilizar mascarillas y los alumnos se amontonaron en las aulas con aire acondicionado.
¿Cómo complica la ecuación la variante delta?
La delta, que es aproximadamente el doble de transmisible que la versión original del virus, ha provocado un aumento de las infecciones y las hospitalizaciones, especialmente en las zonas del país donde las tasas de vacunación son bajas. Datos recientes sugieren que las personas infectadas con delta pueden ser portadoras de una cantidad de virus mil veces mayor —lo que podría hacerlas más contagiosas y durante más tiempo— que las que contraen la versión original del virus.
Pero aún quedan muchas preguntas sobre la variante, incluido el riesgo exacto que supone en un entorno escolar. Lo que está claro, sin embargo, es que delta ya está provocando brotes en muchas comunidades estadounidenses, lo que aumenta los riesgos para las escuelas locales.
“Las escuelas no son islas y, por tanto, si hay mucha propagación en la comunidad, parte de esa propagación se extenderá a las escuelas”, dijo Westyn Branch-Elliman, especialista en enfermedades infecciosas de la Escuela de Medicina de Harvard.
En un estudio realizado antes de que la variante delta se generalizara, los investigadores británicos descubrieron que por cada cinco casos adicionales por cada 100.000 personas en una comunidad en general, el riesgo de un brote escolar aumentaba un 72 por ciento.
La buena noticia es que, desde el inicio del último año escolar, Estados Unidos ha autorizado tres vacunas muy efectivas para su uso en caso de emergencia, y que están ampliamente disponibles para los mayores de 12 años.
Las vacunas no son perfectas. Algunas personas totalmente vacunadas presentarán infecciones, que generalmente son leves y poco frecuentes. Y las personas vacunadas que se contagian con la variante delta pueden acarrear altos niveles del virus en la nariz y la garganta, lo que significa que pueden transmitirlo fácilmente.
Pero las vacunas proporcionan una fuerte protección contra la variante delta. Reducen las probabilidades de infectarse con el virus y protegen contra los peores resultados, incluyendo la hospitalización y la muerte.
Las escuelas con altas tasas de vacunación probablemente tengan muchas menos personas infectadas con el virus que lo lleven o propaguen en las aulas.
“Es nuestra mejor herramienta para controlar el virus”, dijo Justin Lessler, epidemiólogo de la Universidad de Carolina del Norte. “Incluso cuando es imperfecta, tiene un enorme impacto en la reducción de la transmisión y la protección de la salud de las personas”.
¿Qué recomiendan los CDC?
Al comienzo, las directrices de los CDC recomendaban que las personas no vacunadas de 2 años o más llevaran mascarilla en las escuelas. Y daban a entender que los alumnos vacunados no necesitaban llevar mascarilla en el aula.
Pero la semana pasada, debido a la preocupación por delta, los CDC revisaron sus directrices, recomendando que todos, independientemente del estado de vacunación, lleven mascarilla en las escuelas este otoño.
La agencia recomienda un enfoque estratificado de las precauciones contra el covid, al sugerir que las escuelas combinen varias medidas de mitigación y alienten a todas las personas aptas para la vacunación a recibir sus dosis.
Pero las directrices también dejan muchas decisiones en manos de los funcionarios locales, a los que se les dice que tomen decisiones sobre cuándo reforzar o aflojar las restricciones en función de los datos sobre los casos locales y las tasas de vacunación.
¿Qué pasa con los estados que prohíben los mandatos de uso de cubrebocas?
Algunos estados, entre los que se encuentran algunos que están experimentando grandes oleadas de contagio —como Florida, Carolina del Sur y Texas— están dificultando que las escuelas apliquen medidas de protección. Estos tres estados, así como un puñado de otros, prohibieron o redujeron drásticamente los mandatos de uso universal de mascarillas.
Esto no significa necesariamente que todas las escuelas de estos estados vayan a tener grandes brotes, e incluso las escuelas que los tengan pueden tener casos leves o asintomáticos. Pero los distritos que abren sin medidas de seguridad corren un riesgo real, señaló Benjamin, el experto de Duke.
“Te lo digo de otra manera: cuando era niño, me salí con la mía al montar en la palangana del picop todo el tiempo. Pero eso no hace que montar a los niños en la parte trasera de los picops sea una buena política nacional”, comentó.
Dado el mosaico diverso de políticas y las tasas de vacunación desiguales en todo el país, los expertos dijeron que no se sorprenderían si la seguridad escolar varía ampliamente este otoño. “Creo que habrá riesgos de infecciones cuando los distritos escolares decidan no seguir ninguna recomendación”, dijo Maldonado.
A medida que la pandemia siga evolucionando, las escuelas y los funcionarios tendrán que tomar decisiones complicadas basadas en las condiciones locales, lo que incluye cuándo insistir en ciertas precauciones y cuándo es seguro levantarlas.
“Tenemos que tomar decisiones con matices sobre lo que hay que hacer en las escuelas”, dijo Branch-Elliman. “Pero ese es un mensaje de salud pública mucho más difícil que el polarizado ‘Las escuelas son seguras’ o ‘Las escuelas son inseguras’”.
¿Qué pasa con los alumnos de primaria no vacunados?
Aunque el calendario exacto no está claro, las vacunas para algunos niños menores de 12 años podrían autorizarse antes de finales de año en Estados Unidos. Hasta entonces, sin embargo, las escuelas primarias abrirán sin que prácticamente ninguno de sus alumnos esté vacunado. (Los niños que participan en los ensayos pueden haber recibido las vacunas).
Sin embargo, las investigaciones demuestran que es mucho menos probable que el virus cause una enfermedad grave en los niños. No están totalmente protegidos; un pequeño número de niños puede desarrollar una enfermedad inflamatoria rara pero grave, y algunos niños con infecciones leves pueden experimentar síntomas a largo plazo.
Todavía no hay datos buenos y sólidos sobre cómo afecta delta a los niños pequeños, pero no hay pruebas de que se dirija específicamente a ellos.
Sin embargo, dado que un gran número de adultos se ha vacunado, los niños pueden constituir una parte cada vez mayor de los casos de delta. El riesgo de contagio de la variante también puede significar que más niños contraigan el virus. También hay indicios de que la variante está causando una enfermedad más grave en los adultos.
Teniendo en cuenta estas observaciones, y por abundancia de precaución, es especialmente importante que las escuelas con alumnos menores no vacunados tomen otras precauciones, incluido el uso universal de cubrebocas, dijeron los expertos.
En las escuelas o distritos que no tienen la obligación de usar mascarillas, los padres pueden proporcionar cierto grado de protección asegurándose de que al menos sus hijos lleven mascarillas a la escuela, dijo Maldonado.
Y los adultos pueden ayudar a proteger a los niños más pequeños vacunándose ellos mismos. “Lo más importante que puede hacer cualquier comunidad para reducir el riesgo en las escuelas es que toda la comunidad se vacune”, dijo Schaffner.