A las labores de rescate, búsqueda y descombro de las áreas afectadas se han sumado cientos de rescatistas de todo el mundo, y entre ellos está Javier Haeussler, un guatemalteco de 33 años que es bombero municipal e ingeniero en sistemas y ciencias de la comunicación, quien llegó a Turquía el 7 de febrero pasado, un día después del potente terremoto que devastó varias regiones de ese país.
Javier dice que en casa -en Guatemala- sus padres no dejan de preocuparse y de rezar por él, pero sabe que su trabajo en Turquía es fundamental para la localización de cuerpos y posibles sobrevivientes.
Durante una entrevista que brindó a Prensa Libre y Guatevisión, el guatemalteco detalló los momentos más difíciles que ha vivido apoyando con su labor a los más afectados por el terremoto en Turquía.
Javier es parte, desde hace un año, de Help NGO, una organización internacional no gubernamental que tiene presencia en al menos 25 países y que se especializa en respuesta a emergencias, preparación, mitigación de riesgos y prevención, aprovechando soluciones tecnológicas de vanguardia y experiencia en la materia.
En Turquía Javier se desempeña como técnico de operaciones del grupo de respuesta inmediata a desastres, y ha sido uno de los responsables de hacer mapeos con dron y permitir conectividad en las áreas más dañadas, trabajando de la mano con los socorristas de diferentes países.
Está asignado, junto a otros dos connacionales, a una misión de apoyo para Help NGO en Haití y Ucrania, pero el 6 de febrero estaba de descanso en Guatemala y por ello viajó de inmediato a la zona del desastre, la cual cataloga como la peor escena que visto hasta ahora.
“Es una situación bastante trágica, hay miles de muertos; sin embargo, buscamos enfocarnos en el bien que se puede hacer y las vidas que se pueden rescatar”, comentó el guatemalteco.
Añadió que “nos enfocamos en llevar la tecnología a la zona del desastre para poder facilitar las operaciones, optimizar los recursos y ser de ayuda a los organismos internacionales y locales que trabajan en la catástrofe. Yo soy un operador de drones en el que buscamos ser de apoyo a los grupos de búsqueda y rescate y hacemos mapas de la zona del desastre, para incidir en la etapa inicial de la catástrofe y empezar a planificar el resto de ayuda que se va llevar en el lugar a mediano y largo plazo”.
Parecido a una zona de guerra
Javier recuerda que “esta catástrofe ha sido una situación bastante difícil de digerir, porque son miles de personas afectadas, el territorio afectado es gigantesco y la zona se asemeja a una zona en guerra puesto que aproximadamente el 90 5 de los edificios en algunas comunidades están completamente destruidos”.
Señaló que una de las etapas más difíciles de estar en la zona de desastre es que los rescatistas se olvidan que son seres humanos y hacen hasta lo imposible por continuar con las labores de rescate.
“Queremos estar ahí 24 horas, 48 horas, 72 horas sin dormir, son comer, sin ir al baño y queremos continuar, la energía proviene de algún lado, pero eso empieza a repercutir en nosotros. Es bastante difícil la parte emocional, porque quisiéramos poder salvar a todos y poder decirle ´si, no se preocupe´ a las personas que están pidiendo ayuda por sus familiares que todavía están enterrados, la parte humana es la más difícil”, comentó.
El rescatista guatemalteco recuerda que el día que llegó a Turquía se enfrentó a una de las peores escenas que ha vivido, pues una joven se les acercó para pedir que rescataran a su hermano de entre los escombros, pero no fue posible ubicarlo, “ella estaba completamente destruida, pero no logramos encontrar en dónde se encontraba el hermano”.
Además, comentó que en otra oportunidad junto con una brigada de rescate de Portugal encontraron indicios de vida en una de las casas que estaban derrumbadas, en la que se rescató a un niño de 10 años, pero “también se extrajo el cuerpo de su hermano de 12 años, quien suicidó porque supuso que iba a lograrlo e ingirió alguna cantidad alta de un medicamento y ya no lo logró, toda esa historia fue contada por el mismo niño que logramos rescatar”.
También dijo que “no soy el único guatemalteco, somos tres los que formamos el grupo de respuesta inmediata de desastres, uno de ellos se encontraba en Kiev, Ucrania, en una misión, otro de ellos en Puerto Príncipe, Haití y yo estaba de descanso en Guatemala y cada uno tuvo que salir para reunirnos lo antes posible en la zona del desastre”.
La importancia de los drones
De acuerdo con Javier, hacer mapeos en el área de desastres es fundamental para tener un punto de comparación de un antes, un durante y un después para tener una idea de la gente que se está buscando posteriormente reubicar a los sobrevivientes con ayuda del gobernó local y apoyo de organizaciones internacionales.
“Empecé con la organización el año pasado y me trae aquí -a Turquía- la oportunidad de poder hacer algo por las personas que lo necesitan. Creo que todas las personas tenemos privilegios y es labor de cada uno reconocerlos y utilizarlos para hacer de este mundo un lugar mejor para los demás ”, concluyó Javier.